
Cuando zarpa el amor
Ateneo, el lunes ·
El filme de Walsh sigue destilando una exuberencia aventurera y esa profusión de lo que representa el espectáculo en su expresión más puraSecciones
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Ateneo, el lunes ·
El filme de Walsh sigue destilando una exuberencia aventurera y esa profusión de lo que representa el espectáculo en su expresión más puraEl cineasta de 'El mundo en sus manos' vivió un naufragio en plena adolescencia en su travesía hacia La Habana, embarcado en una galera de ... su tío aventurero. Probablemente la experiencia marcó el rumbo vital de uno de los grandes directores de la historia. El sentido de la aventura, el oficio del cine y las cosas del destino se fundieron en la mirada sobre el mundo del director. Su excelencia se plasma en clásicos que han alimentado la retina soñadora de muchas sesiones de tarde de varias generaciones con filmes como 'El hidalgo de los mares', recobrado en el ciclo semanal del Ateneo.
País EE UU
Año 1951
Dirección Raoul Walsh
Guion Ivan Goff, Ben Roberts, Æneas MacKenzie
Reparto Gregory Peck, Virginia Mayo, Robert Beatty, James Robertson Justice
Género Aventuras
En realidad el título original responde a la figura del capitán inglés Horatio Hornblower. Sobre la novela de C.S. Forester se funda esta travesía que destaca por la solidez, la destreza narrativa y el ritmo que sostienen las batallas navales y esa vigorosa manera de contar las cosas que, anclada en otra época, mantiene, sin embargo, intacto su mascarón de proa. Como en buena parte de estos filmes de género, este fechado en los 50, con buenos asideros artísticos y técnicos, sigue destilando una exuberancia y profusión de lo que representa el espectáculo en su manifestación más pura. Y, también en consonancia con la época y una concepción del cine, este Hidalgo se aferra a un reparto magistral. Y no solo por ese capitán de barco enmarcado en las guerras napoleónicas, encarnado por el siempre excelente Gregory Peck, sino por la galería de secundarios.
El cineasta de 'Tambores lejanos' imprime una mirada consistente, sin estridencias ni desviaciones y el espectador se siente arropado en una extraña zona de confort que abarca desde las escenas navales a ese fluido dinámico que parece arrastrar a un destino incierto, más que a lo escrito por un guion. Entre la aventura y el amor, la película iba a ser protagonizada por Errol Flynn o Burt Lancaster como primeras opciones. Parecidas tribulaciones vivió la elección de la actriz estelar. Muchas estrellas rechazaron el papel, que recayó finalmente en Virginia Mayo. Del duelo de capa y espada al amor, entrelazando historias con el romance como hilo conductor, la caligrafía de Walsh evita la dispersión. La fotografía de Guy Green, oscarizado tras trabajar con David Lean, es otro de esos factores de una cadena dominada por el maestro de origen irlandés que insufla al filme con una energía particular cuando pesa en su visionado esa irregularidad inevitable de convertir la peripecia en un tríptico de episodios.
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