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ROSA M. RUIZ
Domingo, 6 de enero 2019
El próximo mes de junio se cumplirán diez años desde que el Café de las Artes abriese sus puertas en la calle García Morato de ... Santander. Un espacio en el que el teatro experimental, el circo, la danza y la música tienen cabida en una programación estable que vino a revolucionar el panorama escénico de la ciudad. Desde el principio todo fue atípico en esta propuesta de Alicia Trueba y Cristian Londoño, dos artistas en el punto álgido de sus carreras con trabajo en escenarios de todo el mundo que no dudaron en elegir un viejo almacén en un barrio de la periferia donde mostrar su talento. Una década después, tal y como asegura Trueba, «es el mundo el que viene a nuestro espacio». Un universo artístico que llegó como un soplo de aire fresco a la ciudad, que se ha consolidado como una pata imprescindible en el entramado cultural de la región y que celebrará su década de actividad como anfitrión de dos importantes encuentros europeos en el campo de las artes escénicas.
En un repaso rápido a estos diez años, la creación de una Escuela de Circo; la puesta en marcha de una programación para público de todas las edades o la celebración desde hace siete años de un festival europeo que ha traído a más de 400 artistas a la ciudad serían algunos de sus principales logros. Sin embargo, para Alicia Trueba, que nació en México en 1976, aunque creció y comenzó su formación en la capital cántabra, el verdadero éxito del Café de las Artes ha sido el haber convertido aquel viejo local de 450 metros cuadrados en un espacio se podría encontrarse en París, Madrid o Barcelona y que se ha convertido «en un refugio artístico» por el que han pasado artistas de todo el mundo para actuar, dar clases o participar en alguna residencia.
«Hemos recogido a gente que aseguraba estar perdida, que buscaba un sitio como este donde desarrollar sus creaciones y que aquí ha encontrado un lugar en el que se siente bien. Ha habido compañías que han venido a actuar y les ha gustado tanto el espacio que nos han pedido venir a hacer una residencia o artistas que en momentos de parón se ofrecían para dar clases en nuestra escuela de circo. Hay mucha gente que por unas cosas u otras han venido a Santander y ha encontrado aquí su refugio artístico».
Ella fue la ideóloga del proyecto. Desde mucho antes de que conociera a Cristian Londoño tuvo claro que quería abrir un espacio donde provocar encuentros entre la gente. «Incluso lo reflejé en el dossier de solicitud de la beca que me concedió el Inaem para asistir en París a la Escuela de Circo Marcel Marceau», rememora.
Ya tenía elegido hasta el local cuando conoció a Cristian Londoño y ese encuentro fue el espaldarazo definitivo para desarrollar un proyecto que, aseguran, les está dando mucha satisfacciones.
Como artistas ambos cuentan con un currículum que pasa entre otras compañías europeas por la del Teatro de los Sentidos, en la que trabajaban cuando se platearon este reto. «La verdad es que teníamos una vida cómoda que nos permitía preocuparnos únicamente de nuestro trabajo como artistas. Pasar de eso a convertirnos en gestores supuso un cambio muy importante, porque aunque seguimos trabajando en escena, también tenemos la sensación de haber echado el ancla», asegura Trueba.
¿Mereció la pena? «Sin duda», contestan casi al unísono. Londoño reconoce que lo de la gestión ha sido lo más costoso. «Pero hemos aprendido mucho, el espacio nos permitía imaginar y cuando se nos iban abriendo puertas seguimos imaginando y planteándonos nuevos retos hasta poder ofrecer una programación única con unas propuestas que no serían posibles en Santander si no las hiciéramos aquí».
Sus primeras acciones fueron la puesta en marcha de una Escuela de Circo, la única en la ciudad, que el primer año contó con diez alumnos y que ahora ya alcanza el centenar. También formaron una compañía, que ha estrenado más de diez montajes, de los cuales tres siguen en activo.
De la programación y de la Escuela surgió hace siete años el Festival Internacional de Circo 'En la cuerda floja', una cita centrada en la vanguardia y la experimentación nacional e internacional que ha situado al Café y también a Santander en el mapa europeo de espacios culturales que promocionan el circo contemporáneo. La celebración de este evento, que desde su primera edición se ha venido celebrando cada mes de noviembre, le abrió a este espacio las puertas para ingresar en la Plataforma de Circo Estrada. «Comenzamos a tener visibilidad en el sector, pero no sólo en Europa, también a nivel nacional», exponen.
En 2018 además entraron a formar parte del proyecto Be SpectACTive (BS2), financiado por Europa Creativa basado en el desarrollo de nuevos públicos y que involucra a algunas de las organizaciones europeas más innovadoras que trabajan en la creación de espectadores activos en las artes escénicas contemporáneas.
El fruto del trabajo que el Café de las Artes ha desarrollado en esas dos plataformas se recogerá este mismo año. «Dentro del Be SpectACTive hemos creado un nuevo espectáculo 'The other map', coproducido con otras tres compañías europeas y que se estrenará aquí en octubre, durante la celebración de un encuentro internacional con los miembros del proyecto. Eso supondrá que al menos unas cincuenta creadores de varios países se encontrarán en la capital cántabra», explica.
Otro de los eventos internacionales que tendrán lugar en 2019 será la asamblea general de la Plataforma Europea de Circo Estrada de la que el Café de las Artes forma parte desde 2014 . «Hace catorce años que esta reunión no se celebraba en España lo que le convierte casi en un acontecimiento histórico que atraerá hasta aquí a casi un centenar de artistas de toda Europa», explica Alicia Trueba.
La creadora cree que estos dos eventos, más el estreno el próximo mes de febrero de un nuevo espectáculo en Fetén, la prestigiosa Feria Europea de Artes Escénicas que se celebra en Gijón, son el mejor resultado de todos estos años de trabajo y una muestra de la consolidación de un proyecto «que ha superado con mucho nuestras expectativas».
Un trabajo que «ha crecido tan aceleradamente que ha hecho que en ocasiones tuviésemos que sentarnos a replantearnos las cosas. Ha sido un constante cuestionamiento y un continuo análisis y reconducción para poder sacar partido a todas las iniciativas que hemos tomado».
Entre los logros destacan también la formación de un equipo humano en el que se apoyan para poder enfrentarse a esos retos y sacar adelante esas iniciativas. Y entre estas hay una que le hace especialmente ilusión a Londoño: el Ciclo Merienda en el Teatro, un éxito a nivel de recaudación, pero sobre todo, «un gran logro que cada fin de semana desde hace seis años atrae a los niños al teatro. Para ellos supone una gran experiencia y, para nosotros generar un público crítico y con criterio, tal y como viene demostrando desde hace dos años al elegir, por medio de una votación el Premio Canica a la mejor compañía».
El buen diálogo con las instituciones locales y regionales; el formar parte activa de un barrio «que nos ha recibido con los brazos abiertos y con el que colaboramos en múltiples proyectos» y sobre todo, el trabajo «para hacer de puente o bisagra entre lo local, nacional e internacional y los artistas», son otras de las cuestiones que podrían resumir estos diez años de actividad. «En cierta forma nos hemos convertido en un polo de atracción que genera actividad cultural desde esta esquinita del mundo y eso nos hace sentirnos muy satisfechos», reconoce Cristian Londoño.
De cara al futuro, una nueva idea les ronda por la cabeza a estos dos artistas y está relacionada con el espacio físico. «Nuestro Café de las Artes se está quedando pequeño y vamos a tener que buscar más sitio», sugieren.
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