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Manuela Carmena (Madrid, 1944) es conocida por múltiples facetas de su vida: «Me ha dado tiempo a hacer muchas cosas. He sido abogada, jueza y alcaldesa de la preciosa ciudad de Madrid». Además, escribe y piensa en «los que vienen», esas niñas y niños que ... se sorprenderán con su último libro destinado a ellos. Una persona activa, comprometida, alegre, reflexiva y esperanzadora. Conoce mucho Cantabria, donde ha pasado muchos veranos laredanos, y cree que la imaginación es una fuente de felicidad y cambio. En una entrevista tempranera -«me encanta madrugar, se hace la vida más larga»- nos habló del mundo y de Clara Campoamor.
-¿Por qué escribe para niñas y para niños? ¿Por qué un libro sobre Clara Campoamor?
-Fue una propuesta de la editorial, que estaba muy interesada en introducir a mujeres que hayan tenido retos en su vida. Me propusieron escribir sobre Clara Campoamor. Al principio yo les hablo de Concepción Arenal, pero me dicen que no, que prefieren a Clara.
-Tiene muchas coincidencias con Clara Campoamor: las dos sois abogadas, las dos habéis estado en el mundo de la política. ¿Qué te gustó de ella?
-Me gustaron muchísimas cosas. Me pareció que fue una niña que muy pronto comienza a disfrutar aprendiendo, una niña lectora. La procedencia de su familia -su madre modista, su padre contable- influye en algo que tiene muy claro: quiere ser independiente. Ella tuvo una voluntad clarísima de cambiar el mundo de las mujeres. Buscó la política para cambiar, no la política para medrar; eso es lo que le hace tan moderna e interesante.
-Las anécdotas del libro de Clara, ¿son reales?
-No, son inventadas. Son como una licencia que yo me permito. El loro de la pastelería existe. Es la pastelería de mi abuela, en la plaza de La Fuentecilla, y el loro es real. No sé si Clara lo vivió o no. Pienso que mi abuela y mi madre pudieron coincidir con ella. Me ha parecido importante contar cosas que pasaban en el Madrid de entonces y que Clara Campoamor pudo ver y conocer.
POLÍTICA
EJEMPLO PARA LOS JÓVENES
-Dos de las páginas centrales del libro son el debate en el Congreso de 1931 por el voto femenino entre Victoria Kent y Clara. Creo que fue un momento importante para las mujeres.
-Muy importante. Ella pagó prenda, como si dijéramos, porque de alguna manera se le achacaba el que la izquierda hubiera perdido las elecciones del '33. Pienso que los partidos políticos buscaban y buscan únicamente unos objetivos a corto plazo. Cuando contemplas el progreso de la historia te das cuenta de que lo realmente trascendente son los avances, aunque sean a largo plazo e impliquen derrotas momentáneas. Cuando desde la política se va solamente al cortoplacismo, se pierden de vista los objetivos realmente estratégicos para mejorar la Humanidad. La política no quería hacer cosas entonces ni las quiere ahora.
-¿Qué valores de Campoamor destacaría para los jóvenes?
-El afán de aprender y de ser independiente. Ella disfruta aprendiendo, quiere ser independiente y útil. ¿Y cuál es la manera de ser útil? Cambiar el mundo para cambiar los derechos de tantas mujeres que no los tenían.
-¿Por qué piensa que las cosas pueden ser diferentes?
-Pues porque lo he vivido. Si no lo hubiera vivido no lo sabría. Pero lo sé. Una de mis mayores satisfacciones en la vida es haber llegado a determinados trabajos y decir «esto no está bien», «esto hay que cambiarlo». Una de mis grandes experiencias es cuando llego a la judicatura. En aquel momento se vivía toda una serie de pequeñas y grandes corrupciones, si no se pagaba no te salían los pleitos, el mundo que se llamaba «de las astillas». Llegué allí y dije: «Esto se ha acabado». Hubo mucha gente que colaboró conmigo. Y se acabó. El tener en un momento determinado una participación en la vida política me ha hecho estar más convencida de que se puede cambiar. Es decir, se puede luchar contra la contaminación, se pueden tomar decisiones para luchar contra la desigualdad y la pobreza, se puede avanzar.
-Los cuentos ¿enseñan un mundo mejor?
-Sí. Creo que la imaginación es una especie de instrumento extraordinario para el cambio del mundo. Solamente se puede cambiar el mundo cuando lo podemos imaginar distinto y mejor. Me parece importante que en toda la formación de los niños, y de la gente a lo largo de toda la vida, se cultive mucho la imaginación, porque no solamente es una fuente de felicidad sino también una herramienta para construir el mundo futuro.
-¿Cómo explicaría a las niñas y niños qué es ser alcaldesa?
-Las ciudades necesitan un director de orquesta. No es un jefe, es simplemente la persona que interpreta la música. La música la hacen los ciudadanos. Los ciudadanos cuando se reúnen y votan en las elecciones, digamos que hacen la música, hacen la partitura. Pero para que esa música suene es necesaria una orquesta y para que esa orquesta funcione es necesario un director de orquesta. Los alcaldes, las alcaldesas, son los directores de esa orquesta, que sin ellos no funciona.
-¿Cómo ve el panorama político actual?
-Estamos en un momento en que debemos cuidar una institución que es muy importante: la democracia. Es la institución que partiendo de que todos somos iguales nos permite establecer cuáles son las mejores soluciones para nuestra ciudad, para nuestro país, para nuestra profesión. No me gusta tanto hablar de defenderla, porque la palabra defensa siempre tiene que ver algo con lo bélico, con lo militar. Ha sido larga la lucha por la democracia y ahora que la tenemos, lo que hay que hacer es cuidarla lo mismo que cuidamos nuestra casa, los amigos, los hijos... La democracia necesita en estos momentos muchos cuidados porque está muy desgarrada y hay que coserla.
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