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La poeta Miren Agur Meabe, Premio Nacional 2021, primera autora en obtener este reconocimiento con una obra en euskera. Luis Michelena
«La cocina también puede ser una habitación propia»
Miren Agur Meabe - Poeta y escritora

«La cocina también puede ser una habitación propia»

Primera autora en ganar el Premio Nacional con una obra en euskera, el jueves visita la Biblioteca Central. «Hay una alianza entre la poesía y la que le da forma: si yo te respeto, tú me ayudas a crecer»

Guillermo Balbona

Santander

Domingo, 20 de febrero 2022, 07:24

«No existe método./ Tan solo resistir en el lindero/ sin pensar en eso que se añora./ Aceptar que la vida no dispone ningún plan para nosotros». Las palabras de Miren Agur Meabe, que el pasado año obtuvo el Premio Nacional de Poesía, son el latido que trata de responder a 'Cómo guardar ceniza en el pecho' (Bartleby editores), 'Nola gorde errautsa kolkoan', su quinto poemario.

El próximo jueves, día 24, la poeta, escritora y traductora protagoniza los Encuentros Literarios de la Biblioteca Central de Cantabria. En el acto, la primera poeta en obtener este reconocimiento con una obra en euskera, conversará con Ana G. Negrete y Raquel Conde. Infancia, aprendizajes, memoria atraviesan su escritura. Miren Agur Meabe (Lekeitio, 1962) autora de larga trayectoria, ya recibió el Premio de la Crítica en 2001 y 2011. Su novela 'Un ojo de cristal' fue traducida a varias lenguas .

-La vida, la poesía.. ¿Todo es una gran cicatriz?, como escribe en su poema sobre Mary Shelley.

-A veces todo es una gran cicatriz. El poema surgió en un viaje con mis amigas, en el que visitamos la bahía donde se ahogó Shelley, el compañero de Mary. En esa época yo estaba atravesando un momento tremendo de desamor y tenía la sensación de estar cosida a trozos, como la criatura Frankenstein. De ahí las referencias a los lóbulos cerebrales cercenados, las ojeras como pistas circenses, los pechos aplastados... formas del sufrimiento. Por eso planteo la pregunta de si la poesía tiene la capacidad de restituir la vida a la materia inerte, como poeta que era y como cuerpo muerto que me sentía. Ese texto contiene muchos símbolos, pero escogí la figura de Mary para criticar el amor romántico tóxico. Cuando el amado le dice a Mary que lo ame haciendo de secretaria para él, le está haciendo chantaje.

- ¿La voz poética siempre ruega a las palabras?

-No le queda otro remedio. Si la palabra le abandona, la poeta muere. Pero a cambio, la poeta tiene que aceptar su propio compromiso. En mi caso, como digo al final del libro, no alejarse de la tierra, no olvidarse de la historia ni del llavín de la fe, no dejar de mencionar su cuerpo, como mujer que ha luchado por adquirir mayores cotas de libertad... Se trata de una alianza entre la poesía y la voz que le da forma: si yo te respeto, tú me ayudas a crecer.

«Nos reconcilia con lo profundo humano y nos conecta con algo que sentimos como verdadero»

POESÍA Y CATARSIS

- Ha confesado que «antes era insegura, pero ahora me autotraduzco sin complejos». ¿Todo es una cuestión de libertad?

-En mis autotraducciones me doy todas las licencias que considero para mejorar el texto. Al fin y al cabo, traducir es reescribir con otra lente, no la lente de cerca, la de tu idioma y tu cultura, sino la lente de lejos, la del castellano y sus territorios. A veces hay que alejarse del original que para mí no es traicionarlo, por cuestiones de simbología, por ejemplo. Traducir tiene mucho de buscar alternativas.

-Un premio no cambia la escritura. Pero ¿siente el peso de una exigencia mayor, como si estuviera encadenada a una deuda moral con lo público?

-Es verdad, mi libro es el mismo con premio o sin premio. El premio me ha dado a conocer a un público exterior a Euskadi, ese público aficionado a la poesía que siempre está interesado por oír otras voces. No me gustaría parecer arrogante, pero la 4ª edición está a las puertas, y eso me enorgullece. Todos los premios funcionan como bombonas de oxígeno, desde los más humildes de los inicios hasta los más prestigiosos, todos animan para seguir en la autoexigencia. Porque sin autoexigencia y sin riesgo no hay resultado. Por otra parte, el premio ha acarreado multitud de actos públicos y entrevistas, y no puedo dar abasto con esa 'deuda'. Soy autónoma y estoy saturada, pero hay que resistir un tiempo... hasta que me haga el relevo la siguiente persona galardonada. ¡Ja, ja!

-¿Cómo define al euskera al moldearlo como lenguaje poético?

-Es un idioma como cualquier otro, aparte de sus interesantes y ricos rasgos filológicos.

-Transita otros géneros, ¿Se desnuda menos que en la poesía?

-Miren Agur Meabe siempre se desnuda. Es uno de los rasgos de mis escritura que mis lectores y lectoras aprecian. Por ejemplo, en mi novela 'Un ojo de cristal' hay sendas descripciones corporales y psicológicas que responden a un ejercicio de autoconocimiento y a una actualización de la propia imagen. Escribo con la sinceridad que me debo a mí misma y la comparto. A veces, el desnudo está retocado por un fotoshop que de no usarse causaría demasiado rubor a mí misma y a quien esté al otro lado del papel. Es el fotoshop del artificio literario.

-Esa tendencia a considerar a la poesía como sanadora, ¿no forma parte de la banalización que nos invade?

-Considerarla sanadora no tiene nada de banal si se ha vivido esa experiencia. La poesía es un vehículo de catarsis que nos reconcilia con lo profundo humano y nos conecta con algo que sentimos como bueno, bello y verdadero.

-¿Se ve dentro de un espacio generacional compartido, o eso lo deja para los investigadores?

-Hay que tener en cuenta que pertenezco a una cultura minoritaria con una lengua reprimida durante la dictadura de breve recorrido escrito, aunque nuestra literatura oral es riquísima. Cuando yo empecé a escribir, en nuestro sistema literario, mirando a la generación anterior, solo hay hombres narradores y una única mujer; a continuación venían los hombres poetas. La generación de 60 fue más fecunda y empezamos a aparecer también mujeres. Si tuviera que decir qué aportación he hecho en se panorama sería la búsqueda de la identidad, la consciencia del cuerpo de una mujer sujeto que explicita su deseo, la reflexión sobre el amor y la muerte, y la búsqueda formal.

-Hay una voz doméstica inherente a su poética. ¿Está empujada más por factores externos que por necesidad?

-Mi poesía, más que en este poemario en los dos anteriores, es muy cercana a lo cotidiano y está salpicada de referencias domésticas. ¿Por qué motivo? Porque mi yo biográfico y mi yo poético conforman una unidad, vida y escritura van cogidas de la mano y se apoyan la una en la otra. Hablar de la experiencia doméstica es expresar la dificultad de compaginar familia, vida laboral y creatividad, y al mismo tiempo, dignificar todo el conjunto. La cocina también puede ser una habitación propia.

-¿La poesía puede ser una escuela edcuativa frente a la barbarie?

-No sé qué grado de eficacia puede tener frente al macromundo, esa gran realidad que contiene tantas realidades. Sin embargo, puede polemizar sobre esas disfunciones y hablar a las conciencias. ¡Cómo va a cambiar la poesía el mundo en esta era de desarrollismo, devastación ecológica, hipericonización, inexistencia de ideales, etc... guiadas por el monstruo del capitalismo! Estamos infectados por el virus 3I: internaútica, impostura e insustancialidad, En la cuarta parte de mi libro, 'Tempo gusto', irónicamente hago una autocrítica a nuestro aletargamiento y lamento el regusto amargo que nos dejan tantas situaciones inhumanas.

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