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La simple ecuación adquirir, acumular y poseer no siempre se traduce en una colección. Es preciso un sello, esos pasos firmes y coherentes que marcan una trayectoria y revelan una mirada sobre el mundo desde el arte. Desde Cantabria, durante cerca de veintitrés años de ... bagaje, se ha edificado la Colección Kells. Entre silencios, pausas, regularidad en la apuesta y diálogo, mucho diálogo, ha emergido un vínculo con el mundo del arte que desde 1996 y cerca de cuatrocientas obras y piezas después, ha asomado a la luz pública como un iceberg de arte contemporáneo en el que gusto y pasión han forjado unos fondos de gran sintonía, reflejo y representación de la evolución artística durante esas más de dos décadas. Si a Juan Manuel Elizalde y Choli Fuentes se les pregunta qué definición hacen de su Colección recurren a lo obvio: «Ecléctica, plural y diversa», abarcando una amplia perspectiva creativa aunque preodomine la pintura. Pero lo cierto es que pasión, sentido y sensibilidad han conformado los pilares que sostienen esta incursión emergente en el arte, y que vertebran una manera de moverse en el mercado.
No obstante, la relación directa con los artistas, sus estudios y el diálogo con todos los componentes de la cadena del arte priman en este itinerario que va más allá de lo cronológico y de las tendencias y modas. Un profesional les señaló que un recorrido por los fondos de la Colección Kells desprendía una acusada querencia por «el lenguaje y la comunicación», algo de lo que no solo no reniegan, sino que se trata de una categorización en la que se reconocen.
Juan Manuel Elizalde. Economista por las universidades de Valladolid y la State University of New York. Es director y propietario de Kells College, empresa dedicada a la Inmersión Lingüística por todo el mundo y una de las pioneras del sector en España, y de la irlandesa Dalmac Language
Choli Fuentes. Filóloga inglesa. Tras una larga carrera dedicada a la docencia entre Salamanca, su ciudad natal, Valladolid y Santander, desde hace más de 20 años, ejerce como directora adjunta de Kells College y Dalmac Language.
La colección ha ido urdiendo sus mimbres con paciente mirada, especial acercamiento a jóvenes emergentes y sin olvidar nunca los espacios creativos, el galerismo y las citas con el arte de la comunidad. La pareja de coleccionistas que han forjado Kells –nombre adoptado de la firma ligada a su empresa de formación– no tenía planteada ninguna hoja de ruta pública. Pero primero llegó el Premio «A» del Coleccionismo de la Fundación ARCO, que la veterana feria internacional dio a conocer el pasado mes de febrero. Una distinción con la que los galeristas de manera unánime reconocían su labor.
Y después se celebra 'Human+Landscape', la selectiva y exitosa muestra integrada en la sección oficial del Festival PHotoEspaña en Santander que ha supuesto el debut público de la Colección Kells a través de una pequeña pero representativa parte de sus fondos de fotografía. Además se suceden los préstamos para muestras monográficas, colectivas o proyectos, caso reciente del Museo Artium. También Kells otorga premios y distinciones en ferias como Drawing, que dirige la santanderina Mónica Alvarez Careaga, Estampa o ahora Valencia.
En los años noventa se dan los pasos fundacionales de un proyecto que nace íntimo, familiar, doméstico, de gusto por el arte y cercanía y que se ha acabado convirtiendo en ejempo de coleccionismo singular, con más de cuatrocientas obras y piezas que reflejan la evolución. Un viaje de ese coleccionismo pequeño destinado al entorno más privado y que crece hasta integrar el paisaje creativo actual.
Para Elizalde y Fuentes 1996 se erige en fecha oficial de constitución de unos fondos que empezaron a forjarse en el roce cultural, en la curiosidad y en el interés que despertaba el mundo del arte santanderino. «Fue entonces cuando podríamos decir que comenzó nuestra inmersión en el mundo del arte.
Hasta entonces la fotografía, la narrativa, el ensayo, la música y las experiencias internacionales a través de los viajes por trabajo habían enriquecido y colmado nuestras inquietudes culturales». En aquellos años el interés común se focaliza en artistas y obras de arte moderno, principalmente en el lenguaje de la pintura y la escultura de la segunda mitad del siglo XX. A título de ejemplo citan a Feito, Saura, Clavé, Sempere, Genovés o Baltasar Lobo. En paralelo el arte cántabro, de Orallo a Esteban de la Foz, tuvo también una presencia creciente en la colección. Las exposiciones y subastas que organizaba Manuel Docal fueron una referencia y una guía inicial en el camino sin retorno de la colección.
De aquellos principios, más tímidos pero no menos seguros, al presente: Los nuevos procesos ocupan hoy en día un lugar especial dentro de la Colección Kells. Y en este primer contacto público Kells se ha abierto mostrando esta selección de obras con temáticas como «el territorio, el paisaje, el espacio y la interacción (o manipulación, a veces) que el ser humano y los propios artistas llevan a cabo en estos contextos». Las narrativas creadas en esas obras poseen una interpretación personal del entorno y la arquitectura, pero también de la presencia del yo como individuo.
Nombres como Richard Mosse, Miguel Ángel Tornero, Michael Najjar, Elina Brotherus, Carlos Irijalba o Nicolás Grospierre han configurado estos fondos de una colección formada en su mayor parte por «obras de arte moderno de la segunda mitad del siglo XX». En esta ocasión, sus creaciones dialogan en el espacio portuario con otros trabajos más intimistas de otros fotógrafos como Esther Ferrer, Chema Madoz o Françoise Butcher.
Otra fecha emblemática en este periplo se asoma a 2004 cuando la Colección Kells dirige su atención a obras y procesos creativos contemporáneos, incluidos los objetos de carácter, mediante la adquisición de la primera obra. En ese momento «comenzamos a adentrarnos, con ese mismo interés, en el apasionante mundo del arte contemporáneo. Nos resulta emocionante recordar que las dos primeras obras que formaron parte de nuestra colección fueron también óleos, de los artistas Bosco Sodi y Alexis Harding». Desde entonces, según calificación propia de ambos propietarios, la colección vive «en continuo proceso, en constante tensión…, con aportaciones tanto de fotografía, por la cual sentimos una especial atracción (como se certifica en el palacete), como de escultura, de vídeo, objetos e instalaciones. Así entendemos nosotros el coleccionismo, como «un intenso viaje de aprendizaje y emociones». De hecho las adquisiciones y contactos con el arte suelen acomodarse a los viajes de trabajo, de tal modo que ferias, galeristas o artistas del país de turno formen parte de la agenda profesional.
Desde entonces, la Colección Kells está sumida en un continuo proceso de crecimiento a través de la incorporación de nuevos lenguajes como la fotografía, por la cual sienten una especial pasión.
Así como por el vídeo, video-instalación, instalación, archivos y objetos de carácter que se suman como medios de expresión. Juan Manuel Elizalde y Choli Fuentes construyen el proyecto a través ya de esas cuatrocientas obras, vertebradas a partir de un carácter ecléctico, reflejo de sus intereses y de los temas por los que sienten un especial afecto y sensibilidad: «el lenguaje y la comunicación» en sus diversos campos ocupa una parte importante.
La Colección Kells tiene muy en cuenta, tanto a artistas emergentes como Juan López, Kepa Garraza, Guillermo Mora, Blanca Gracia, Clara Sánchez, Santi Giralda, Nacho Martín Silva, Miguel Angel Tornero, Carlos Irijalba, June Crespo, Sergio Prego o David Bestúe, como a aquellos que se encuentran en pleno proceso de investigación estética y desarrollo formal.
Esta línea atiende a creadores nacionales de larga trayectoria como Juan Uslé, Carmen Calvo, Esther Ferrer, Angela de la Cruz, Jordi Teixidor, Antonio Ballester o Bernardí Roig e internacionales, como Richard Mosse, Dora Longo Bahia, Gustav Kramer, Liliana Porter, Sandra Gamarra, Francois Bucher, Tony Ousler, Carlos Bunga, Carlos Garaicoa o María Loboda.
Pero donde este ejercicio de coleccionismo ha asentado su sello más personal ha sido en el trato diario con artistas y galeristas.
«Ha sido quizá nuestro permanente contacto con ellos, junto con nuestro propio gusto y nuestra visión personal de las distintas disciplinas, lo que ha ido estructurando esta pasión la cual sentimos, en la actualidad, igual de viva que desde el primer momento en que, hace ya más de un par de décadas, nos sumergimos en esta enriquecedora andadura». A Juan Manuel Elizalde y Choli Fuentes les gusta «tener una relación muy cercana con los galeristas en sus espacios y en nuestras visitas a todas las ferias que nuestro tiempo nos permite y conocer a sus artistas, visitar sus estudios y hablar con ellos de su trabajo, ¡algo que nos apasiona!
Para nosotros, esta es una gran aportación que nos ayuda a enriquecer nuestra mirada a sus obras y a aprender con ellos».
Y consideran que «no hay nada más emocionante que sentir que un artista, en numerosas ocasiones desconocido para ti, en algún momento ha creado una obra con la que tú te vas a encontrar y con la que vas a vivir una relación íntima y personal y que tanto te va a aportar».
Con el crecimiento y consolidación de la Colección la lógica de espacio tiempo se va imponiendo.
Actualmente los coleccionistas mantienen los fondos en un espacio de la periferia de Santander que prefieren mantener en secreto aunque cuenta con una pequeña exhibición representativa de la colección que puede visitarse de manera privada. Aunque catalogada, la colección será radiografiada próximamente por un profesional del mundo del arte que llevará a cabo un estudio de los fondos.
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