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Símbolos imperiales cuelgan en la sala capitular de la Colegiata de Santillana del Mar. Lo hacen tomando la forma de casullas de delicados tejidos de seda en una exposición comisariada por el historiador Enrique Campuzano, que representa un viaje de los siglos XVI al XIX, ... y al reinado de dos dinastías, a Ming ( 1368-1644) y la Ching (1644-1912) y a la relación entre dos potencias, España y China.
En contexto; antes del siglo XVI la seda china llegaba a las costas del Mediterráneo a través de la Ruta de la Seda. Venecia se convirtió durante la baja Edad Media en el gran mercado de productos orientales y desde allí se distribuía a Valencia, Córdoba y Sevilla. En 1565 se inició el tráfico regular entre los extremos del globo, que se prolongaría durante 250 años.
El producto más codiciado que transportaban los galeones era la plata, que se convirtió en moneda en China. Entre los hispanos, los que dominaban la producción y mercado de este metal eran en su mayoría cántabros y en particular algunos linajes de Santillana del Mar con sus respectivas alianzas familiares y comerciales.
Manila era el centro comercial de Oriente con productos de lujo (marfiles, sedas, conchas, porcelanas) que atraían a los españoles y europeos. «Este es el motivo por el que en Cantabria y en particular en Santillana del Mar conservamos las esculturas de marfiles más grandes del mundo, las porcelanas bellísimas o las colecciones de seda que aquí presentamos», dice Campuzano.
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Cruces religiosos
Aún con la mezcla que representa ese cruce de religiones, como señala Campuzano, «los motivos que decoran los ornamentos litúrgicos suelen estar siempre relacionados con las creencias y ritos cristianos, la eucaristía sobre todo» . Ocurre, puesto que los grabados que llegaban desde España al entonces lejano oriente, junto con otros objetos litúrgicos, para dignificar el culto, representaban esas escenas.
Con el paso del tiempo, «van introduciéndose en los diseños temas propios del gusto de la población». La seda se teje dibujando flores, pájaros y algunos símbolos de la cultura autóctona, como las caracolas, los cuernos de la abundancia, el faisán o la montaña, si bien serán los símbolos cristianos «los que ocupan los lugares preferentes». Es el caso del anagrama de María, el monograma de Cristo, el corazón de Jesús ya en el siglo XIX, con cada orden religiosa aportando sus señas de identidad.
La peonía es la flor «más característica» de la cultura china. Su origen, explica Campuzano, parece estar en la mitología griega, en Paeon, médico de los dioses discípulo de Asclepio o Esculapio. Cuando el maestro tuvo celos de su alumno, Zeus le convirtió en esta flor. Si es roja es atributo del emperador y suele significar riqueza, prosperidad, respeto y pasión. Por el contrario las peonías azules significan el amor eterno o el amor inalcanzable. Los racimos de uvas están relacionados con la Eucaristía o con alguna orden religiosa, como el emblema que lleva una columna con el libro abierto del que surge una flor, «que se refiere al evangelio».
¿Suponía esta variedad de fe un problema? No. «La libertad de culto era respetada ya que en Filipinas convivían muchas religiones: taoísmo hinduismo, budismo, islamismo...sin enfrentamientos ni recelos», indica el historiador.
Pone como ejemplo el grupo de ornamentos de la propia Colegiata, relacionados con Santa Juliana, acompañada de la figura del demonio «entendido quizás como el dragón benéfico chino» y el árbol florido del cerezo. La única imagen visible es la propia Santa Juliana, señala, en los capillos de las capas pluviales, en el centro del humeral, o en el frontal de altar y en el dorso de las casullas.
El resto son elementos de la naturaleza, ramas y flores de distintos tipos, «aunque no suele faltar la peonía roja, símbolo de la riqueza, el honor, la eternidad, que concuerda con la iconografía cristiana y adaptando otras como el bambú, la flor de loto, la flor del ciruelo, del cerezo, muy extendida, a las que se van añadiendo valores o atributos cristianos».
La colección, de la que se muestran 17 de las 50 piezas, irá cambiando y se puede visitar con los horarios de la propia Colegiata (10.00 a 13.00 y de 16.00 a 18.30 horas).
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