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El colosito en llamas

El verdadero incendio del MAS se originó en una actuación mal planificada, aplazada, demorada, nunca vinculada a la reforma integral que la cantera de creadores, las nuevas tendencias y la inquietud cultural de una comunidad demanda

Guillermo Balbona

Santander

Lunes, 4 de diciembre 2017

Antes de la llama ya existía el incendio. Lamentable el suceso; grave lo que pudo suponer el siniestro y triste ese aire de inevitabilidad que ha rodeado el clímax accidental y psicótico de una ciudad que desde 1941 siempre parece arder por dentro. El MAS ( ... Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria) nombre pretencioso, rimbombante y largo, demasiado largo, es una institución de escaparate moderno, pasarela contemporánea y sombra del ‘bellas artes’ que debió ser. Son muchos los que, con intereses unos y con alevosía otros, han concebido el museo santanderino (y cántabro) como un cortijo para señoritos decimonónicos, mientras los siervos de la gleba cultural visitaban el museo como asistentes inesperados a una experiencia religiosa. Si los responsables de la cosa hubiesen escuchado los comentarios de los ciudadanos la mañana del pasado lunes día 20 se les subirían los coloretes y tendrían que llamar a los bomberos de la moral pública y gestora. No se trata solo del retraso secular, la sensación de chiringuito provinciano que ha desprendido el MAS en demasiadas ocasiones. El absurdo e innecesario cambio de denominación, los juegos malabares con la colección permanente, los discutibles trueques con los fondos, el constante empeño en mostrarse como lo que no es, han acumulado leña en la chimenea localista, siempre de espaldas a una proyección e integración verdaderos en la ciudad de la que forma parte.

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