-k4WG-U230897210437yiF-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
-k4WG-U230897210437yiF-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
La pesadilla contemporánea, frente a lo que creíamos a pie juntillas, resulta que no es despertar una mañana convertido en una cucaracha gigante, ni quedar ... atrapado en la cadena de montaje de una fábrica, como en 'Tiempos modernos'. ¡Qué va! Lo que realmente teme el hombre posmoderno –o al menos los varones de mediana edad casados en gananciales– es que tu pareja te abandone, te lo quite todo y acabes realquilado en Parla, cocinando en un camping-gas y malviviendo con el treinta por ciento de tu sueldo.
O sea, que ni Franz Kafka, ni Charles Chaplin: quien de verdad explora, y explota, los miedos del mundo actual es Jordi Galceran, quien en 2011 firmó una comedia modélica, 'El crédito', que desde 2013 lleva representándose en catalán y en castellano con éxito ininterrumpido, y que incluso fue llevada a la pequeña pantalla hace dos años, y por cuyo cartel se ha ido alternando los nombres de grandes de la escena como Carlos Hipólito, Jordi Bosch, Luis Merlo o Pere Ponce, este último en la versión televisiva.
Esta pieza de Galceran demuestra, pues, por qué el crítico Marcos Ordóñez lo coronó como «el rey de la comedia negra», aunque en este caso se trate más bien de una comedia 'financiera'. Y es que parece imposible hacer literatura en la oficina de un banco, pero el dramaturgo consigue sacar petróleo de una escena tan anodina como la de un director de sucursal denegando un crédito personal a un cliente poco solvente. Por cierto, un tal Antonio Vicente, quien sospechamos que no tiene nada que ver con el divertidísimo locutor de RNE.
No obstante, en apenas cinco minutos el primer giro dramático desbarata de pronto el aparente costumbrismo: «o me prestas tres mil euros, o me acuesto con tu mujer», le suelta el desesperado prestatario. Negociación, que no amenaza. Y, a partir de ahí, todo es una espiral de golpes de ingenio y enredo creciente, que termina… En fin, mejor que lo vean.
Y, si puede ser, con la puesta en escena que llegó a Torrelavega, dirigida por Raquel Pérez. Tan solo dos actores evolucionan durante poco menos de hora y media por un único decorado, la oficina bancaria, pero no se echa nada en falta. Milagros de la economía teatral… o de un guion muy bien construido, vamos. Y apuntalado por dos actores que, y esto sí que es un prodigio, consiguen hacer suyo un texto con tanto recorrido a sus espaldas.
Armando del Río comienza muy creíble en su papel de bancario, pero cuando el argumento deriva hacia la locura saca lo mejor de sí. Un gran actor que pasa del registro formal al desesperado, en una transición perfecta.
Aunque, eso sí, el gancho principal de esta versión era Pablo Carbonell, todo un ídolo generacional para quienes crecimos con 'La bola de cristal', los grandes éxitos de Toreros Muertos o sus canutazos irreverentes en 'Caiga quien caiga'. Su presencia casi garantiza la sonrisa en el público, y tal vez por eso arrancó extraordinariamente contenido. De hecho, solo se soltaría en la escena más delirante, casi al estilo de Groucho y Chico Marx.
Lo que pretende Carbonell, en cambio, es tirar de recursos interpretativos y perfilar un personaje fantasioso y excéntrico, con alguna autorreferencia irónica –«es un músico, no te puedes fiar de él»– y mucho humor filológico. Y realmente lo borda, como demostró la ovación cosechada –por cierto, los actores se quedan 'congelados' durante los aplausos– en un teatro cómodo y con mucho encanto pero que claramente se queda pequeño. Vista la lucha encarnizada por conseguir entradas, ¿no sería mejor programar dos sesiones?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.