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El artista japonés Shimabuku (1969, Kobe) reconoce que uno de esos deseos imposibles que le encantaría poder cumplir es el de volar, el de surcar los cielos y contemplar desde ellos los paisajes que recorre. Por eso, cuando en uno de sus viajes a China ... encontró en un mercado callejero una cometa con forma de pez tuvo claro que una forma de hacerlo sería construyendo una de ellas con su figura. Así nació en el año 2006 el que es uno de sus proyectos artísticos más celebrados 'Flying Me (Volarme)', para el que se utilizó un autorretrato del artista a tamaño real y dibujado en una cometa que vuela silenciosamente por un cielo azul.
Shimabuku que el próximo día 5 de octubre inaugura una exposición en el Centro Botín de Santander, 'Pulpo, cítrico, humano (Octopus, Citrus, Human)', le da ahora una visión cántabra a ese proyecto y es que, una de las piezas que expondrá en esa muestra, de la que ya ha dicho es una de mas más importantes de su trayectoria, está compuesta de cien cometas, con otras tantas figuras humanas, que otros tantos cántabros realizan estos días en las aulas del Centro. Para ello, el creador japonés ha viajado hasta Santander con su asistente, Masayo Matsuda, y cuenta con un grupo de artistas locales: Mina K (Marina Alonso), Asier Puntiverio, Juan Carlos Rodríguez y Marta Vallador para 'ayudar' a todos esos voluntarios a dibujar sus propias cometas que, en la mañana del próximo domingo, se volarán en el exterior del Centro. Y es que la pieza, tal y como señala, consiste en la creación de las cometas a imagen y semejanza de sus constructores, que luego se distribuirán por la sala de exposiciones mientras dure la muestra, y se acompañará de un vídeo con esa acción colectiva del domingo en la que cada uno volará su propia figura.
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Begoña Guerrica-Echevarria, directora del Departamento de Arte del Centro Botín, explica que esta acción, que se desarrolla desde el pasado sábado, no es de modo alguno uno de los talleres que se imparten habitualmente en el edificio de Renzo Piano. Se trata dice participar en el proceso de creación de una obra de arte que, como, tal se expondrá y que se está realizando con profesionalidad, seriedad y rigor.
Y con ese mismo respeto, las cien personas que se han apuntado para hacer su propia cometa, acuden desde el pasado sábado al Centro. «Y no dejan de sorprenderse cuando comprueban que es mucho más fácil de lo que parece y que además la propuesta no deja de ser una forma de jugar», explica. Un juego artístico.
Así se lo tomaron ayer Maite Fernández y su hija Yaiza Meneses. Ambas llegaron al Centro Botín con muchas expectativas y con ganas de hacer alguna actividad juntas. Al llegar, como el resto de los participantes, fueron recibidas por el coordinador de Arte y Creatividad del Centro, Manuel Diego Sánchez, que les explicó, junto al resto de los participantes que llegaron en dos turnos -unos a las diez y otros a las once-, en qué consistía el trabajo. Así, a la llegada, Masayo Matsuda les hace una foto de cuerpo entero, que luego se proyecta a tamaño natural, en una de las paredes. Y ahí comienzan los primeros trazos de la obra, pues se coloca encima un papel y, a modo de calcomanía, se va dibujando esa silueta. El segundo paso se hace ya encima de una mesa y consiste en colorearla. Para ello cada artista se toma su tiempo. Algunos utilizan los mismos colores de la ropa que llevan puesta en esa misma foto y otros dejan volar su imaginación.
En todo momento están ayudados por los artistas locales que finalmente son los que concluyen la cometa, recortando esas figuras y colocando unos palos de bambú a modo de estructura que Shimabuku ha traído a Santander desde su estudio en Japón. «Estoy muy contento de cómo está quedando la obra. La gente ha entendido muy bien el concepto y ya estamos deseando todos verlas volar el domingo», explicaba ayer el artista a El Diario Montañés.
Para Marta Valledor, una de esas creadoras cántabras que trabaja en la obra, la experiencia también está resultando fantástica, «sobre todo por la posibilidad de conocer más de cerca a Shimabuku, un artista muy normal, cercano, y con un gran sentido del humor. Ya solo por poder compartir con él esta experiencia y conversar sobre su forma de vivir el arte merece la pena».
Tras la exposición, que permanecerá en el Centro Botín hasta el mes de marzo de 2025, cada uno de los participantes podrá recoger su cometa y llevársela a su casa y el artista- que además de mostrar algunas de sus obras más significativas también prepara otra pieza única, inspirada en la bahía de Santander- se habrá acercado un poco más a su anhelo de volar.
Las cometas que esta semana se crean en el Centro Botín de la mano de Shimabuku se echarán a volar este domingo de de 11.00 a 14.00 horas, en los exteriores del edificio. El propio artista lo grabará en video para incluirlo en la muestra que se inaugurará en octubre, pero esta la única actividad que se ha programado para esta semana ya que el sábado, a las 18.00 horas, se podrá disfrutar de la muestra 'Partitura', de la artista suiza Silvia Bächli, a través de la música, la danza y el movimiento. Gracias a Mymadder, la compañía creada por los coreógrafos independientes Manuel Martín y Rebeca García, los participantes escucharán en la plaza cubierta del Centro la música que acompaña el proceso creativo de Bächli. Y, para todo aquel que quiera profundizar en esta muestra, el viernes a las 18.30 horas tendrá lugar la actividad 'Bailar el color', dirigida por la bailarina y coreógrafa Julia Zac, en la que los participantes tendrán que moverse por la sala para «comprender y disfrutar más y mejor de esta exposición llena de color».
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