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Comillas y el modernismo conjugan una de esas ecuaciones fundamentales e indisolubles que pueda presentar una arquitectura y su entorno. En este caso, edificaciones, detalles, emplazamientos e intervenciones en edificios emblemáticos constituyen el ecosistema del vínculo estrecho entre la villa cántabra y el arquitecto ... y político Lluís Domènech i Montaner. En el año que ahora comienza se celebrará el Centenario del arquitecto de Barcelona, uno de los más notables arquitectos modernistas, junto con Gaudí, del que se conservan en Comillas «seis obras fundamentales para su propia evolución estética, anteriores a las que realizara en Cataluña y que son fruto de su contrato con el II Marqués de Comillas, Claudio López Brú, desde 1889 a 1903», según subraya el historiador del arte Enrique Campuzano, director de la Sede en Comillas de la Fundación Lluis Doménech i Montaner. Antes de la pandemia precisamente se celebró la muestra 'La cerámica modernista de Domènech i Montaner' en el Centro Cultural El Espolón.
Uno de los aspectos más significativos del modernismo fue la recuperación de los Oficios Artísticos: forja, vidrieras, estucos,... «perdidos por la paulatina introducción de la industrialización». Pero dentro de las denominadas artes decorativas, la que alcanzó una mayor representación fue la cerámica, que tuvo sus mejores artífices en Gaudí y en Domènech i Montaner.
Según destaca Campuzano, también director del Museo Diocesano, Domènech es quien más se esforzó en recobrar la mayoría de esos oficios, -a la par que el inglés Williams Morris, creador de los talleres Arts and Crafts-, cuando en 1890 creó en Barcelona un taller dedicado a diseñar y construir obras destinadas a la decoración de los grandes monumentos que se estaban construyendo en Comillas: Seminario Pontificio, el Palacio de Sobrellano, o el cementerio de la villa. Entre esos oficios destacó la cerámica que Domènech se encargó de recuperar».
En esta pasada década se han sucedido diversas muestras de carácter didáctico con el fin de divulgar la importancia de la huella de Domènech en Comillas, que en el aniversario de 2023 estará aun más presente. En este sentido, Campuzano avanza que esta celebración se desarrollará a lo largo del año con numerosas actividades programadas por el ayuntamiento de la villa, la parroquia de San Cristóbal , la propia Fundación Doménech y la participación del Gobierno regional que, sin duda, «supondrá una gran revalorización de la obra del gran arquitecto modernista, autor de dos grandes monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad, como son el Palau de la Música catalana y el Hospital de Sant Pau, Recinto Modernista, a los que podrían añadirse los que proyectó en Comillas.
Además destaca, a la hora del inventario de intervenciones de Doménech y Montaner, en la región la sede de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Santander, de la que fue presidente el II Marqués de Comillas, actual sede y Centro Cultural de la Fundación Caja Cantabria. Seis edificaciones completan lo que Campuzano denomina «el paisaje cultural de nuestra villa, aportando una fisonomía característica que la eleva al rango de Conjunto Monumental y que se deben en gran medida a la intervención de Doménech». Otro aspecto relevante, a su juicio, es que la estancia del arquitecto catalán en Comillas «le proporcionaba el contacto con la cultura europea y exótica africana», dado que su habitual alojamiento era la Finca de la Rabia, propiedad de un ingeniero inglés. «Allí Domènech podía admirar un jardín con ruinas románticas que contenía plantas y flores africanas y asiáticas, que satisfacía una de las aficiones de nuestro arquitecto gran aficionado a la botánica y que seguramente aportó sus ideas y consejos para el citado jardín histórico, aún conservado y dignamente mantenido por la familia Oriol Ibarra».
En este Centenario el propio Enrique Campuzano recuerda la compilación de su obra más esencial en Comillas encabezada por la conclusión de las obras del Seminario Mayor en 1892 (Universidad Pontificia desde 1905). En la finalización decorativa de la obra de la capilla mayor, Doménech integra todas las artes, en lo que se ha dado en llamar la obra de arte total –escenografía de escultura, pintura, mosaico, mármoles, muebles y vitrales, en la que también la música ocupará un puesto ineludible y transcendente. Asimismo, la finalización del Palacio de Sobrellano (1889-1893,) «con su mobiliario y decoración interior, sus carpinterías y vidrieras, sus claraboyas y techos traslúcidos y sobre todo su integración en el entorno, que recuerda paisajes medievales, parques, jardines, plataformas, murallas, terrazas, así como la mejora de las comunicaciones en su interior a través de una escalera de caracol y otra de servicio». La intervención en la Capilla-Panteón aneja (1892-1903) fue también decisiva, «aportando la ubicación de los monumentales sepulcros». La remodelación del Cementerio parroquial (1893), en el recinto de la antigua iglesia gótica, se considera uno de los hitos fundamentales europeos en la restauración de monumentos antiguos. Doménech integra la arquitectura en el paisaje a través de una muralla perimetral escalonada. El monumento al I Marqués. (1890). Los monumentos urbanos, puestos en boga por la nueva burguesía durante el XIX, para destacar las virtudes morales de prohombres del lugar, adquieren nueva dimensión con este monumento. Y la fuente de los tres caños (1899), en la plaza de los arzobispos, el contrapunto del monumento anterior, al situarse en el centro de la villa.
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