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efe
Martes, 4 de septiembre 2018, 18:33
Ecologista, pacifista, defensora de los derechos humanos y protofeminista, Concepción Arenal fue todo eso en el siglo XIX, aunque de ella solo se recuerdan «unas cuantas frases», dice a Efe Anna Caballé, que ha rescatado en una biografía a esta pensadora que «intuía» el futuro.
«Odia el delito y compadece al delincuente» es quizá la frase más conocida de Concepción Arenal (Ferrol, 1820 - Vigo, 1893), una mujer con un «pensamiento impresionante» que ha quedado «oscurecida por la indiferencia general» y reducida a un puñado de consignas, a pesar de haber sido pionera del posterior movimiento feminista en España y de la Filosofía del derecho.
«Yo creo que estamos en deuda con ella. Esta mujer merece que la sociedad española reconozca lo que hizo y el valor que tuvo», comenta Anna Cabellé (Hospitalet de Llobregat, Barcelona, 1954), escritora y crítica literaria que ha recorrido multitud de archivos y conocido a los descendientes de Arenal para juntar las escurridizas piezas del puzle de la trayectoria de la pensadora.
El resultado de esta investigación, que inició en enero de 2014, es 'Concepción Arenal. La caminante y su sombra', una biografía editada por Taurus dentro de la colección 'Españoles eminentes, en la que por primera vez se reúne la vida de una mujer, la de una eminencia intelectual profundamente desconocida.
Arenal dedicó su vida a la defensa de la mujer y los más desfavorecidos, a la reforma penal y la causa obrera, pero en vida le pesó un «prejuicio de genio» que con el tiempo ha hecho que su figura se perdiera en el olvido.
Ni siquiera las Administraciones han mantenido en pie las casas por las que fue pasando, en Madrid, en su refugio en Potes, donde un colegio lleva su nombre, o en el solariego Pazo de los Núñez, donde fallecería el 4 de febrero de 1893 sin que apenas nadie se interesase por esta mujer a la que veneraban en Europa.
«Se produce la contradicción de que todas las ciudades españolas tienen calles, hospitales, escuelas que se llaman Concepción Arenal, pero vas por la calle y le preguntas a alguien, o a un profesor universitario, y nadie la ha leído», se lamenta Caballé, profesora titular de Literatura Española y responsable de la Unidad de Estudios Biográficos de la Universidad de Barcelona.
Esa paradoja es fruto, explica la escritora, de una «falta de respeto por nuestro pasado y nuestra memoria», aunque en los últimos años la «presión del feminismo hace que la sociedad tenga que evolucionar rápidamente» y se reescriba la historia de las mujeres.
«He querido demostrar que es una mujer con un pensamiento impresionante», añade Caballé sobre Arenal, una pensadora que quiso combatir la sociedad de su tiempo «desde el punto de vista moral» a través de una reforma de las costumbres y a la que le movía una gran vocación intelectual y compasiva, pero con el hándicap de ser mujer.
Por ello y por sus vestimentas, marcadas casi siempre por el uso de pantalones, algo insólito en el siglo XIX, a Arenal se le trataba como una «anomalía», porque «su inteligencia era la de un varón pero en un cuerpo femenino».
«Vive en un estado de tensión permanente entre unos sentimientos íntimos poderosos muy intensos y la necesidad de plegarse a una sociedad que la encuentra demasiado fuerte como mujer«, comenta Caballé sobre esta eminencia marcada por la prematura muerte de su padre y la de su esposo.
Su biografía se podría dividir en dos épocas muy marcadas: una juventud nerviosa, sensible y arrogante, con dificultades para encontrar el equilibro entre la razón y el temperamento, y una madurez donde la escritora, pensadora y activista se atrevería a grandes cosas.
«Lo que más me ha llamado la atención ha sido la profundidad de su pensamiento, porque no me lo esperaba. Me ha seducido mucho. Y la modernidad de sus pensamientos. Es una mujer que intuye el futuro, comprende por dónde irán las cosas. Tiene todos los ítems que hoy admiramos en una persona», apostilla Caballé.
«Defiende -continúa la escritora- el ecologismo, el pacifismo, va contra los toros, cree que la sociedad no puede fomentar la industria de una forma indiscriminada, y es una protofeminista que defenderá los derechos humanos de los presos, de los niños. En lo único que no era adelantada a su tiempo era su visión de la sexualidad».
Reconoce que le costó «hincar el diente» a una mujer apasionante pero «escurridiza». «Se llama Concha, y con el tiempo genera una concha, un caparazón, para protegerse», concluye Caballé sobre la pensadora gallega.
Arenal llegará, con todas sus sombras y sacada de su hermetismo, el día 6 de septiembre a las librerías para compartir colección con personajes como Miguel de Unamuno o José Ortega y Gasset. Y pronto se unirá a esta colección de la Fundación March otra pensadora, Emilia Pardo Bazán.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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