«Concha Espina no ganó el Nobel de Literatura porque en la RAE eran unos misóginos»

«Después de mis padres para mí ha sido la persona más importante de mi vida, porque me crié con ella hasta los 21 años», recuerda la periodista, quien explica que pasaron la Guerra Civil «en Luzmela, donde nos pilló de veraneo, y a partir de ahí fue ella quien se ocupó de mi enseñanza». El vínculo entre ambas surgió de esa cercanía y de la particular visión de la vida y del mundo que Concha Espina transmitió a su nieta: «Nunca me enseñó a hacer punto ni pudimos jugar al parchís, porque la pobre estaba ciega, pero me enseñó a vivir». Lejos de la figura redentora de una escritora capaz de trascender su época y contexto social, Paloma Sainz de la Maza dibuja un retrato cercano y personal de su abuela: «Era muy dulce, pero cuando ella decía una cosa se hacía, sin violencia y sin levantar la voz», señala, para añadir que Concha Espina «era una mujer dulce pero de armas tomar, porque si no, no hubiera hecho lo que hizo». Fue una persona de ideas claras y valores definidos que nunca se dejó arrastrar por el eco social de su éxito, como recuerda su descendiente: «Era una persona muy normal, que en su hogar era en primer lugar una madre de familia». Una sencillez que la autora demostraba de forma innata cuando la ocasión que se lo permitía: «Recuerdo que cuando éramos pequeñas le hacían homenajes constantemente, a los que iban ministros a ponerle condecoraciones, y que para nosotros era algo muy natural».

Si tener buenos maestros en la vida es fundamental, poder acceder a una personalidad de la talla de la autora cántabra fue un regalo para su nieta, para quien fue un ejemplo en las principales facetas de la vida: «Nos enseñó en todo, en la responsabilidad, en los estudios, en el trabajo, en la responsabilidad doméstica... A afrontar bien el día a día, ese en el que ahora los niños cogen la maquinita y se olvidan de todo. En casa no había maquinita, pero las cosas se hacían y se hacían muy bien». Por ello, Sainz de la Maza no duda en definir a su abuela como «una mujer muy placentera, con la que la convivencia era sumamente fácil».

Si en su día a día Concha Espina se mostró como una persona sencilla y cercana, «donde realmente reflejó su hondura fue en sus obras, más que en su vida diaria». Esa profundidad de espíritu también quedó reflejada, según explica su nieta, «en su dedicación al más débil, al más pobre, al más necesitado», resalta. La convivencia familiar durante aquellos veraneos será uno de los ejes de la ponencia de la periodista, aunque como buena profesional es celosa de su información: «Si te cuento el veraneo me chafas tres folios y eso sí que no», manifiesta entre risas.

Otro de los episodios más destacados será el de las nominaciones de la autora al Nobel de Literatura, al que optó en cuatro ocasiones, perdiendo una de ellas por un único voto. A este respecto, Paloma Sainz de la Maza destaca que «lo del Nobel fue por un voto de la Real Academia Española, que eran unos misóginos y unos machistas». Su nieta también destaca que la autora ganó dos veces el Premio Nacional de Literatura y fue nombrada por Alfonso XIII dama de la Orden de las Damas Nobles de la Reina María Luisa.