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Al frente de la recién inaugurada Galería de las Colecciones Reales, el «proyecto museístico más importante de España en décadas», según Patrimonio Nacional, está la santanderina Leticia Ruiz Gómez. Doctora en Historia del Arte, especialista en restauración y anteriormente la jefa del departamento de Pintura ... Española del Renacimiento en el Museo del Prado. Ruiz accedió a la dirección de las Colecciones Reales en 2020, tras un reñido concurso público. Su misión era poner en marcha un proyecto museístico que acumulaba ya diversos retrasos, y que finalmente pudo abrirse al público el pasado 29 de junio. Todo un acontecimiento cultural que ha acaparado la atención mediática nacional y ha congregado a un gran número de visitantes.
La Galería expone más de 650 obras, desde pintura, tapices o escultura hasta piezas de arte decorativo y joyería, carruajes, armas o instrumentos musicales, seleccionadas de un fondo de las más de 160.000 piezas pertenecientes a los fondos de la Corona que en la II República pasaron a ser de titularidad pública y asumió Patrimonio Nacional.
Con una inversión total de 172 millones de euros, el nuevo museo se asienta en un edificio de tres alturas, comunicadas por un sistema de rampas y ascensores, de 40.000 metros cuadrados, de granito, roble, cristal y hormigón, ideado los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla y edificado en la plaza de Armas del Palacio Nacional, en Madrid.
-La reclutaron para resucitar un proyecto que llevaba casi veinticinco años atascado. ¿No le pareció una misión imposible?
-Me pareció una misión difícil pero también apasionante y única. Conocía la institución porque había trabajado en ella en la década de los noventa, antes de ingresar en el Museo del Prado. Sabía de las dificultades, pero también de la potencia cultural de Patrimonio. Había mucho trabajo hecho y mi misión fue hacer viable el final del proyecto.
-Veinticinco años en poner en marcha un museo... han dejado corto lo del Escorial.
-Es un plazo que conviene explicar: hace veinticinco años el primer gobierno de Aznar recuperó la idea que ya tuvo la República y que paró la Guerra. Tras la decisión de hace veinticinco años, siendo presidente de Patrimonio Nacional el Duque de San Carlos, tan vinculado a Cantabria, se convocó el concurso para la realización del edificio que después de fallarse fue recurrido. Vuelta a empezar. Ganó en esta ocasión el estudio de Tuñón y Mansilla. La obra tenía sus complejidades técnicas y se necesitó negociar con el arzobispado de Madrid para intercambiar algunos terrenos colindantes. En 2015 se concluyó el edificio y en todo ese tiempo las distintas direcciones que se fueron sucediendo en Patrimonio Nacional fueron haciendo cambios con respecto al relato museológico. Después se hizo un concurso para la realización de la museografía y finalmente la pandemia y el confinamiento enredaron un poco más la recta final de los trabajos.
-Aún así, acceder a su puesto era un proceso muy complejo, mediante concurso público. ¿La competencia era dura?
-Sí, me consta que se presentaron algunos candidatos estupendos.
-Parece que funciona muy bien el equipo que forma con Ana de la Cueva y María Dolores Menéndez, la presidenta y la gerente de Patrimonio Nacional...
-Sí, un equipo muy femenino. También son mujeres nuestra jefa de Comunicación y la de Actos Oficiales y Culturales. Y asimismo en mi dirección, la de las Colecciones Reales, las mujeres son mayoría. Me parece que eso ha ayudado: menos egos y mucho sentido práctico. Pero contamos con un elenco formidable de eficientes compañeros que han hecho y hacen mucho trabajo para que todo salga bien.
-Del edificio destaca su practicidad y esa idea de trayecto en descenso, pero llevaba terminado casi una década; ¿hizo falta actualizarlo?
-El edificio es uno de los activos de la Galería: medido en sus materiales, pero estos sabiamente manejados. El espacio es elegante y luminoso y se adapta de forma mediada y discreta al espacio que ocupa, convirtiéndose en un espléndido cierre de la cornisa de Madrid. No se ha tocado nada; sólo se ha creado una estructura museográfica que sirviera de intermediaria entre el edificio y las diversas obras. De esa parte se ocupó el arquitecto Manuel Blanco para Empty, la empresa que ganó el concurso museográfico.
-Tan sólo lleva una semana abierto al público, pero ha sido todo un acontecimiento. ¿Qué balance hace de estos primeros días?
-Estamos emocionados con la acogida que está teniendo. La sensación que nos transmite el público es la de estar ante un espacio museístico único, que les sobrecoge sin intimidar, y que ha sobrepasado las expectativas iniciales de nuestros visitantes.
-Nos fijamos en los grandes nombres (Velázquez, Goya, El Greco, Caravaggio, Bernini o Mengs), pero hay mucho más. Y mucho más que pintura, además. Por ejemplo, una colección espectacular de tapices.
-Patrimonio Nacional posee la mejor colección de tapices del mundo y una de las más señeras armerías, en liza con la de Viena. Pero también valiosas colecciones de mobiliario, textiles, bordados, porcelanas, esculturas, platería, fotografía... La forma en que se exhiben las piezas que hemos escogido y las miradas transversales generadas ayudan a una contemplación nueva de todo ese inmenso legado.
-Se diría que en la monarquía española hubo dos grandes coleccionistas, uno por dinastía: Felipe IV y Carlos IV.
-En ambas dinastías ha habido mucho interés por dotar cada reinado de objetos y bienes artísticos de primer orden, comenzando por las últimas Trastámara. Isabel la Católica fue una mujer con criterios religiosos y dinásticos muy sólidos a la hora de escoger obras artísticas. Felipe II, por su formación humanista y por sus contactos familiares, fue un coleccionista de primer orden, lleno de variados intereses y curiosidad infinita. Con él quedaron trazadas las grandes líneas del coleccionismo posterior. Felipe IV asumió ese legado y mantuvo la pulsión coleccionista, erigiéndose en uno de los más grandes coleccionistas de Europa, especialmente por su pasión por la pintura. En la dinastía Borbón destaca efectivamente Carlos IV, pero no hay que olvidar figuras como Felipe V e Isabel Farnesio y asimismo Carlos III.
-¿Cuánto se ha quedado fuera? ¿Alguna pieza le dolió especialmente?
-Se han quedado fuera muchas cosas, pero nuestra idea es hacer que pasen muchas obras por la Galería, especialmente en los espacios dedicados a los Reales Patronatos: El Escorial y los conventos medievales de Tordesillas y Las Huelgas, o los madrileños de Descalzas Reales, Santa Isabel o La Encarnación.
-En un museo dirigido por usted no podía faltar El Greco...
-Sólo para empezar. 'La Adoración del nombre de Jesús o Alegoría de la Santa Liga', es una obra muy importante y estrechamente vinculada al Escorial. Me pareció que era importante empezar con ese greco en ese espacio; por lo que significa en todos los órdenes, pero volverá en un tiempo razonable al monasterio.
-Las columnas llaman la atención, pero el caballo sin jinete de Velázquez resulta una auténtica delicatessen...
-Cierto. Una pintura espléndida que quedó sin terminar a la muerte del pintor. Posee toda la belleza de la pintura de Velázquez, un hermoso caballo a la espera de jinete. Lo tuvo, porque durante un tiempo algún pintor de escaso mérito le colocó un Santiago que hacía imposible reconocer en ese lienzo la mano del sevillano. En los años cincuenta del pasado siglo se eliminó esa figura y se descubrió la obra original, incorporándose de inmediato al catálogo de Velázquez.
-Entre las piezas de la exposición temporal, el Mercedes Benz que Hitler regaló a Franco se lleva todos los flashes...
-Es una pieza importante; por su historia y también por ser un coche formidable por su técnica y diseño.
-La colección empieza a escasear a finales del XIX, y el siglo XX es testimonial. ¿Es un fondo cerrado?
-Se cierra con la marcha al exilio de Isabel II y la nacionalización de los bienes de la Corona. Un fenómeno que explica también el Museo del Prado. Las colecciones reales pasaron a ser de todos los españoles. Se siguen haciendo compras, por supuesto, pero ya no se costean con el bolsillo de los monarcas y siguiendo los gustos de estos. Ahora son los fondos y los profesionales del Estado los que velan por esas nuevas adquisiciones.
-¿Su pieza favorita? Y algo secreto que nos recomiende.
-Difícil, porque creo que la Galería es armónica y llena de piezas y espacios muy armónicos, pero tengo especial satisfacción por la recuperación del Monumento de Semana Santa del monasterio de La Encarnación. Una obra monumental que rescaté gracias al consejo de la conservadora de ese convento, Leticia Sánchez, y colocamos para un espacio muy especial de la Galería.
-¿Tuvo tentaciones de incluir 'La familia de Juan Carlos I' de Antonio López?
-Ninguna. Está expuesto en un espacio muy importante del Palacio Real, con gran visibilidad, pero en La Galería no tenía cabida en este momento.
-Cuando era una joven aprendiz de pintora en el estudio de Fernando G. Valdeón, ¿soñaba con llenar un museo con su obra o ya con dirigirlo?
-No, claro que no. Me divertí mucho en el estudio, dibujando para ingresar en la Escuela de Restauración de Madrid, y disfrutando mucho de unas clases con alumnos muy diferentes pero todos entrañables y de los que guardo gran recuerdo.
-¿Algún guiño a la tierruca? Se echó de menos algo de La Magdalena...
-De La Magdalena y de la tierruca se echan siempre muchas cosas de menos. Pero está siempre cerca.
-Lo que sí se aprecia es un cariño especial por la reina Victoria Eugenia.
-Desde luego. Cuanto más se conoce su figura, más se la aprecia. Creo que fue muy feliz en Santander, más cerca de su añorada Inglaterra. La hemos dedicado un pequeño espacio en la Galería que también será cambiante y lleno de reconocimiento a su persona.
-Con todo este ajetreo, en algún momento habrá echado de menos su anterior trabajo en el Prado...
-No he tenido tiempo de echar de menos el Prado, pero es que además me siento vinculada al Museo. Patrimonio Nacional y el Museo del Prado forman parte de las Colecciones Reales, y vivo con fluidez mi paso por ambas instituciones.
-Le acaban de conceder el premio Plaza Porticada; ¿se plantea un regreso a Cantabria?
-Vengo con frecuencia e imagino que en unos años pasaré más tiempo en Santander. Aquí viven mis hermanos, sigo frecuentando a mis amigas y amigos de la infancia y disfruto mucho de contemplar la bahía desde mi casa y pasear y 'excursionar' por la región.
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