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Durante siete años, el santanderino José María Lassalle (1966) vivió la política de este país desde un primer plano. En 2011 fue nombrado secretario de Estado de Cultura en el Gobierno de Mariano Rajoy y en 2016 de la Agenda Digital. En 2018 dejó la ... gestión pública y continuó su trabajo como profesor universitario, consultor privado, ensayista -su último libro 'Civilización artificial' (Arpa) es un referente- además de colaborar con varios medios de comunicación.
Este miércoles fue el protagonista de 'Cafés en el Escenario', iniciativa de El Diario Montañés en la que se analiza la situación cultural del país en una conferencia coloquio en el mismo escenario de la Sala Argenta del Palacio de Festivales, un encuentro, en el que reconoció que «nunca volvería a la política».
De aquel periodo, al que suma los años anteriores en los que trabajó como jefe de gabinete de Rajoy en la oposición, reconoció haber vivido «situaciones complicadas», pero también que le sirvió para hacerse una «cartografía de la cultura de este país a nivel conceptual e institucional» y, sobre todo, llegar a la conclusión de que «no ha cambiado nada. Deberíamos preguntarnos por qué y sobre todo qué obstáculos o problemas hacen que mantengamos prácticamente la misma cartografía cultural desde la Dictadura hasta ahora ya que la transición democrática lo único que hizo fue generar ciertas dinámicas de pluralismo cultural, pero la estructura que sigue en pie es la misma del franquismo, con Manuel Fraga como ministro», explicó durante el coloquio dirigido por Guillermo Balbona, redactor jefe de este periódico. Y es que, según afirmó, la idea de «España es diferente» que acuñó Fraga para dar un contenido cultural al turismo alrededor de la paella, los toros y el patrimonio histórico «de un modo u otro subsiste todavía» al igual que «la subordinación clientelar de la cultura a la política». Un clientelismo que, según dijo, es «fundamentalmente gremial».
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Lassalle reconoció que tras aceptar la Secretaría General en este área, aterrizó en el Ministerio con un diseño de política cultural que nunca se llegó a llevar a cabo del todo por distintas cuestiones relacionadas con la escasez de presupuestos y «la falta de comprensión política a la cultura». De todo este periodo, reconoce haber vivido situaciones «complicadas» relacionadas con la falta de independencia «por el automatismo de la política» y «complejas» desde el punto de vista personal que incluso llegaron a chocar su propia conciencia como la aprobación de la subida del IVA Cultural al 21%, «de la que algún día se sabrá los verdaderos motivos».
Aún así, cree que durante su etapa en el Ministerio se obtuvieron algunos logros «que no se han contado ni nadie ha reivindicado» como cambios en la Ley del Cine y el régimen de subvenciones, la aprobación del micromecenazgo o las leyes de Patrimonio Inmaterial y de Propiedad Intelectual entre otras. «Así que creo que tras estos años se han colmado mis apetitos en la política», afirmó.
En la actualidad, considera que España, como sociedad, necesita «una cierta serenidad emocional que nos permita juzgar los problemas de nuestro tiempo con otra mirada y con otra actitud» y eso le lleva a considerar que «la política debería ir durante un tiempo al rincón de pensar porque tendría que comprender que no podemos seguir instalados en conflictos de polarización que lo único que hacen es alimentar el desconcierto de la ciudadanía y justificar el malestar de esta con la política».
Y no evitó hacer una critica al Senado por acoger recientemente la VI cumbre de la Red Política de Valores, relacionada con la extrema derecha, «pues no tiene ninguna justificación institucional ya que esta cámara está pensada para los consensos y no para alojar lo marginal intelectualmente, ni el frikismo», dijo.
La nueva era tecnológica
En otro momento del coloquio, Lassalle reconoció que estamos entrando en una nueva era que será «tecnológica» y que estamos en un momento en el que hay que encontrar los organismos educativos necesarios para que la digitalización «no asfixie la dignidad humana». También consideró al hilo de la actualidad que «el gran problema de nuestro tiempo es que no sabemos escucharnos».
En lo que se refiere a las redes sociales se mostró partidario de su regulación. «Es muy fácil hacerlo», aunque eso aparentemente choque contra la libertad de expresión, «porque para que la libertad de expresión exista tiene que regularse». Para ello aboga por identificar los máximos y los mínimos «y tener el valor de defenderlos porque tras las redes sociales hay un gran modelo de negocio» que se enriquece con el odio. Por eso lamentó que la política «no tenga el valor, ni la épica civilizada de regular las redes».
Según manifestó ahora mismo el poder ya no está relacionado con lo financiero o con lo política: «El poder está en tener la hegemonía de los datos». Y ese poder, dijo, «también tiene que ser regulado»
Además cree que «hace falta empoderarnos críticamente contra la tecnología y esto implica la decisión personal» y lo ve imprescindible porque cree que la tecnología genera un ruido y «objetualiza al ser humano».
Cantabria y proyectos
Tras la publicación de varios ensayos, como 'Ciberleviatán: El colapso de la democracia liberal frente a la revolución digital' o 'El liberalismo herido', Lassalle ultima una próxima publicación que son sus diarios pues, tal y como reconoció, desde su época como profesor en la Universidad de Cantabria tiene por costumbre escribir casi cada noche sus reflexiones y que algunas de estas podrían ver la luz el próximo año 2025, además de un libro, que le llevará más tiempo, relacionado con el Museo del Prado.
Y antes de acabar su participación en este encuentro, también opinó sobre los grandes proyectos culturales que se inaugurarán próximamente en esta Comunidad, como la nueva sede del Mupac, Faro Santander o el Centro Asociado Reina Sofía-Archivo Lafuente. A este respecto, reconoció que históricamente Cantabria y Santander no han dado tanto protagonismo al gran valor cultural que posee «como al marco incomparable de la bahía. A este respecto me gustaría recordar que esta comunidad tiene que estar a la altura del gran patrimonio cultural que tiene detrás. Y no lo está».
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