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A Valentina Granados, como al resto de directores de festivales de música no se le ha escapado que en el FIS en esta edición ha habido más butacas vacías que antes de la pandemia. Aún no se han presentado las cifras definitivas de público, pero ... los datos que maneja muestran que si en 2019, 28.000 espectadores asistieron a alguno de los espectáculos programados, este año rondan los 22.000. «Nos va a costar recuperar aquella cifra, pero vamos camino de ello», afirma. Lo que sí tiene claro es que el Festival no deber perder los niveles de exigencia y calidad que le han dado el renombre que tiene y en ese aspecto está contenta con las críticas recibidas por el último programa.
–Las dos últimas ediciones del FIS estuvieron marcadas por la pandemia y sus restricciones. ¿Se puede decir que esta es la de la vuelta a la normalidad?
–En esta edición hemos podido hacer mucho más que en las dos pasadas, aunque ha sido complicada de armar porque cuando estábamos cerrándola todavía había olas de covid. En marzo se cayeron cosas que teníamos confirmadas y antes de presentar oficialmente el programa hubo que hacer más cambios de los habituales. Ha habido bastante incertidumbre, pero creo que ha quedado un programa coherente y de mucha calidad.
–¿Qué destacaría de lo que hemos visto hasta ahora?
–Es difícil porque cada concierto y espectáculo que hemos presentado tenía un motivo para estar aquí. Por el FIS este año han pasado artistas que se han entregado absolutamente y no es fácil escoger, pero tengo que reconocer que yo lo pasé muy bien con 'Las bodas de Fígaro' que era una apuesta que me preocupaba.
–¿Por qué?
–Porque significaba la vuelta de la lírica al FIS, pero no estábamos preparados para ofrecer una ópera escenificada en las condiciones que debe ofrecerlas un Festival como este. La apuesta pasaba por la máxima calidad artística con una oferta semiescenificada, más sencilla de montar, pero que no sabíamos como iba a ser recibida por el público. Finalmente ha salido muy bien. Esa semiescenificación y esas indicaciones teatrales estaban hechas con mucha inteligencia y con unos pocos elementos escenográficos se pudo seguir perfectamente la trama. Esto me demuestra que hay muchas fórmulas para hacer llegar la ópera al público de Santander sin necesidad de meternos en cuestiones que nos pueden llevar a ese endeudamiento brutal que había antes y que posiblemente fuese arrastrado por las producciones de ópera que se ofrecían. También puedo destacar de esta edición la gran respuesta del público a nuestro programa. Ha habido muchos días de aplausos entusiastas y cálidos.
–Muchos aplausos, pero el FIS no ha conseguido llenar la sala ¿Qué le pasa a los espectadores?
–En verdad, además del recital de Lang Lang, el Ballet Flamenco de Andalucía también llenó. Igual no lo parecía porque por cuestión de visibilidad hubo que dejar butacas vacías a los laterales. Pero se vendió todo. También podemos hablar de un lleno en el concierto de clausura. Aún así, es cierto que la respuesta del público ha sido baja aunque no inesperada. Evidentemente, en relación a la última edición, hemos subido en el número de público, pero este dato no es real porque tenemos que compararnos con la de 2019. Ese año tuvimos 28.000 espectadores y casi 14.000 en 2021. Pero es cierto que este año la cifra ha sido de 22.000.
–¿Conoce las razones?
–De momento es difícil dar con las razones exactas y es algo en lo que estamos trabajando todos los Festivales de España. Las salas han estado cerradas mucho tiempo y aquí en Cantabria el Palacio de Festivales, hasta junio, ha funcionando solo con el 70% del aforo. El Encuentro de Música y Academia y el FIS hemos sido los primeros en abrirlo al 100%. También hay que tener en cuenta las últimas oleadas de covid, la economía... Nos va a costar recuperar los niveles de ocupación que teníamos antes, aunque estamos más o menos en el margen de lo que está pasando en el resto de España.
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–¿Soluciones?
–Tenemos que estar pendientes de lo que pasa en los próximos meses, pero lo que no podemos hacer es bajar los niveles de calidad y exigencia. Hay tentaciones de hacer cosas que podrían estar muy bien como complemento, pero que no se pueden convertir en una programación cultural y el FIS no debería pensar en ellas. Los que trabajamos en esto tenemos un compromiso que es el de transmitir un patrimonio que hemos recibido y sí, tenemos que dar vueltas a qué se programa, cuándo, cómo... pero manteniendo este criterio de salvaguarda de ese legado al tiempo que tratamos de encontrar cosas nuevas.
–Hablemos de la sinergia con otros festivales como la Quincena Musical de San Sebastián. ¿Hasta que punto se ayudan?
–Defiendo mucho esta colaboración entre festivales y en el caso del FIS la más clara y evidente es con la Quincena de San Sebastián. Pero no se trata de que uno tire del otro. Patrick Alfaya –director de la Quincena– y yo hablamos continuamente y negociamos de forma conjunta con muchas orquestas. La colaboración es buena en todos los sentidos porque esto nos permite ahorrar cantidades importantes. También hay formaciones que no les compensa viajar a España para una única actuación y sí aceptan participar en los dos festivales. Así que a veces uno convence al otro y viceversa.
–¿En qué se distingue el FIS de otros festivales españoles?
– En los últimos años el FIS le está dando una importancia muy especial a la música antigua y a los Marcos Históricos, que se han convertido en el refugio de los grupos españoles de este tipo de música. Otra característica de este Festival es su público, que es muy especial, entendido y entusiasta. Los espectadores de Santander demuestran un gran respeto a los artistas con una concentración y respeto muy llamativa.
–El FIS da cuenta a un patronato compuesto por varias instituciones de Cantabria ¿Cómo se lidia con tantos patrones?
–Las principales instituciones de Cantabria y también el Ministerio de Cultura. Para nosotros es un privilegio que estén todos. Es un honor que refleja lo importante que es el Festival para la sociedad y para la cultura de Cantabria, así que solo podemos estar agradecidos.
–¿Cómo ve el futuro de la música clásica?
–Los que estamos en esto tenemos que trabajar para que sea esplendoroso. Es cierto que ahora mismo, en la sociedad en la que vivimos, no hay una presencia de la música clásica. Los talleres de acercamiento que organizamos en el FIS están teniendo un gran acogida y los Marcos Históricos son un buen camino también para ayudar a que la gente entre en ella.
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