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Con solo dos años, cuando apenas hacía sombra sobre el suelo, Felisín, como lo llamaban, se subió al autobús que iba de su barrio, el Pesquero, hasta El Sardinero. Desde los últimos asientos fue viendo pasar la ciudad una vez tras otra hasta que el ... conductor se percató de que llevaba un pequeño polizón y lo llevó de vuelta con su desesperada familia, que ya no sabía dónde buscar. Desde entonces, Félix Álvarez, no ha dejado de repetir esa aventura. «Nunca planifico mi vida». Una vida que le ha llevado a ser informático, camarero, hostelero, humorista, actor, político y cantante, entre otras disciplinas. Y en todas, aprendió algo. Ahora está a punto de estrenar en Casyc el monólogo 'Un payaso en el congreso', cuyo primer pase será este viernes en el Teatro Casyc. En septiembre comenzará a representar en Madrid 'La cena de los idiotas' durante más de nueves meses y entre tanto, su banda, Poca Broma, va publicando canciones y dando conciertos, en una suerte de terapia que se ha convertido en algo más serio. «Me han ido llegando las oportunidades y me he ido subiendo a los distintos trenes que han pasado por mi estación», dice desde el Patio central del Parlamento, por donde hacía más de un año que no pasaba. Desde que se despidió de su etapa al frente de Ciudadanos en Cantabria. En un momento «convulso», con la aparición de Podemos y los problemas del independentismo, Álvarez se sentía «como todo el mundo, cabreado» y decidió dar un paso en una dirección inesperada.
«Me afilié a Ciudadanos de una manera casi testimonial». Eso significa, según sus palabras, que no había intención alguna por su parte de terminar formando parte de la estructura del partido como cabeza de cartel. Pero pasó.
En Madrid se «enteraron» de que estaba afiliado y cuando hubo que repetir las elecciones de 2016, tras no haber podido conformar un gobierno, el del Barrio Pesquero recibió la llamada de Albert Rivera y Fran Hervías, proponiéndole ser candidato por Cantabria en el Congreso de los Diputados. ¿Qué hizo? Hablar con su mujer, como en la mayoría de sus decisiones y, a continuación, dar el paso que le llevaría a «ser parte de la historia de mi país y conocer el intríngulis político desde dentro». Le picó la curiosidad, reconoce. En la moción de censura de Mariano Rajoy, al salir escoltado por la Policía cuando se rodeó el congreso y el día que se llevó un 'mecherazo' en la cabeza, cuando estuvo apoyando a los constitucionalistas en Cataluña o cuando se votó el 155. Delante de cada uno de esos momentos enuncia un «yo estuve allí».
Con perspectiva, Ciudadanos será un ejemplo de crecimiento y caída en tiempo real. A juicio del político cántabro «se tomaron malas decisiones». Reconoce a Rivera su «clarividencia» cuando en julio de 2019 «clavó exactamente lo que quería Pedro Sánchez», con aquella frase de «hay un plan y hay una banda». Se equivocó, eso sí, por cinco meses y después «no lo supo explicar». ¿La consecuencia? «Los ciudadanos españoles nos vieron como inútiles por no haber conseguido ese gobierno que no dependiera ni de los extremos ni de los independentistas y lo pagamos con la desaparición».
No se arrepiente. Fue una etapa que recuerda como maravillosa. Con la llegada a Cantabria, las cosas cambiaron. Aquí era el líder del partido, mucho más expuesto y visible, en una posición «casi de indefensión», con una fuerte proyección pública que pesaba mucho. «Cuanto más pequeño es el campo de batalla, más sangrientas son las peleas y aquí conocí lo que es la política interna de los partidos». Y es categórico: la odia y nunca se le dio bien. «Creo que fui un buen parlamentario, un buen político en el Congreso, pero un pésimo político a nivel orgánico».
¿Se hace más teatro en política o en los escenarios? «Desgraciadamente he llegado a la conclusión de que dejé el teatro de la comedia para meterme en el vodevil de la política». El sentido común, la pelea lógica, ha sido sustituida por el zasca: «la frase más bonita y redonda que cabe en un tuit», dejando la solución seria que resuelve la vida de los ciudadanos.
Cambiando de registro, sobre las tablas de Casyc, se siente en casa. Lo considera propio. Su teatro. A él ha llegado con cuatro espectáculos diferentes, aquí presentó su segundo monólogo y siempre que actúa en Santander es en esta casa. Reconoce sentir un cariño especial por el espacio «y por la gente que trabaja en él, que siempre me trata de una manera que seguramente no merezca, de maravilla».
Y volverá este viernes con 'Un payaso en el Congreso', un espectáculo en el que cuenta anécdotas como el día que atropelló a Echenique, cuando publicaron una foto suya durmiendo en la primera sesión, que «era falsa», matiza o tergiversaron una entrevista intercambiando preguntas y respuestas. La experiencia «de un tío que nació en El Pesquero, el hijo de Tolío y de la Luci, nieto de Cuca, La Patacámbaro, entrando en el hemiciclo».
Las sensaciones que ha acumulado en un escenario «no las he conseguido nunca». Estar enfrente del público y notar «que se ríe o que se emociona», o bien hacer ambas cosas, como trata de lograr en este último show, es algo que no ha igualado y considera impagable. Tras 30 años de carrera, mantiene el nerviosismo del principio. En septiembre, regresará a Madrid, donde pasará nueve meses interpretando 'La cena de los idiotas' en el teatro Muñoz Seca, de la mano de Josema Yuste, con quien recorrió toda España de sala en sala durante una década. El Félix actor es el personaje con el que más satisfecho se siente. «El reconocimiento del público te ayuda a mejorar y evolucionar».
Nunca se hubiera imaginado la posibilidad de terminar en un escenario contando su propia vida. «Hay gente que estudia y se prepara, pero a mí la vida me ha ido empujando». Decidió no planificar, porque, no haciéndolo, las cosas iban saliendo bien y viviendo experiencias que «ni remotamente habría imaginado». ¿Cómo iba a pensar eso el Locha, cuando ponía copas en el Paseo Zorrilla, el presidente de la peña Los fundadores que se disfrazaba de Indurain en la plaza de toros? «Jamás de los jamases».
Sus amigos le llaman 'El Leonardo Da Vinci del Pesquero', donde nació, aunque, aclara, «él sí lo hacía casi todo bien». No le gusta presumir, pero considera que le han ido las cosas bien. No es supersticioso y cree en la buena suerte. Y a juzgar por su recorrido vital, no le ha ido mal con las cartas que le ha repartido la vida. Seguro que habrá nueva jugada.
Si quiere comprar las entradas para acudir al monólogo 'Un payaso en el congreso' en el Casyc puede pinchar aquí.
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