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Blanca Marsillach (Barcelona, 1966) reconoce que le tiene un gran cariño a Santander. «En esta ciudad vivió mi hermana Cristina muchos años y venía mucho ... a verla», asegura. «También a mi padre (Adolfo Marsillach) le gustaba actuar aquí». Hace años que esta actriz dirige su propia compañía dedicada fundamentalmente a proyectos teatrales pedagógicos. Uno de estos le trajo el viernes hasta la capital de Cantabria, un recital de poesía clásica que lleva por título 'Entre versos y Marsillach' que estaba protagonizado por usuarios del Centro de Mayores de Camargo y patrocinado por 'la Caixa'. Pero ella, tal y como desvela a este periódico tiene ganas de volver a la primera línea del teatro.
-En Santander ha concluido el proyecto que su compañía ha llevado por toda España con 'la Caixa'. ¿Qué tiene ahora entre manos?
-Empezamos ya un proyecto muy bonito sobre el acoso escolar. María González se ha encargado de hacer los ejercicios de participación y una serie de talleres basados en la comunicación completa porque creemos que la violencia de género empieza a una edad adolescente y queremos abordarlo con muchísima seriedad. También estamos trabajando con los más pequeños y para ellos hemos creado un personaje que es un coche I3BMW eléctrico para concienciarlos sobre la movilidad sostenible y lo importante que es ser un conductor responsable. Hemos ideado una aventura maravillosa de un niño que quiere cuidar el planeta tierra. Con canciones, karaoke, e interactuando con el público.
- Parece que ha orientado su carrera a llevar el teatro a la educación y a talleres pedagógicos. ¿No echa de menos los escenarios o los estrenos en la Gran Vía?
-Son dos cosas muy distintas y sí, lo echo de menos y me encantaría volver a un gran teatro. Lo que pasa es que una cosa es querer y otra que las cosas se den para ello. Si no ha sucedido de momento será porque tengo que esperar.
-El teatro se ha abierto mucho, ¿se ve en alguno de esos nuevos espacios inusuales en los que se actúa a pocos metros del espectador?
-Claro. Lo maravilloso del teatro es que sólo se necesita una persona en el escenario y un espectador para que se produzca esa magia.
-¿Qué personaje le gustaría representar?
-A mí me encante Tennessee Williams. Siempre será uno de mis dramaturgos favoritos, pero también me encantaría participar en una comedia disparatadísima aunque no sé si me atrevería a hacerla. Mi padre siempre decía que yo tenía una vis cómica fuera de lo normal, pero parece que no la he sabido sacar.
-¿Qué cree que diría Adolfo Marsillach de la crisis que está viviendo actualmente el teatro?
-Toda la vida he escuchado en casa que el teatro está en crisis y mi padre más que nadie conocía los entresijos de la superviviencia de esta profesión, desde la dictadura, con la censura, a la Transición, con la libertad de expresión. Él se adelantó treinta años a la visión del panorama actual del teatro en España. Nunca le escuché decir que estuviera de bonanza.
-¿Y usted estaría de acuerdo?
-Siempre hay que ver la parte positiva de las cosas y esta crisis nos ha traído un teatro más vanguardista, como los microteatros y otras salas alternativas. La gente no deja de hacer cosas y a veces los malos momentos y la necesidad despiertan la parte creativa, nos hace más ingeniosos. De repente se nos ocurren recursos que si nos hubieran venido dados a lo mejor no nos permitirían ser tan asertivos.
-El proyecto que le ha traído a Santander está destinado a ayudar a las personas mayores a través del teatro, pero también es un homenaje a su padre Adolfo Marsillach. ¿Cómo lo ha vivido?
-Con mucha emoción porque me ha permitido ver a Adolfo Marsillach como padre y también como hombre de teatro. Es un recital de poemas que él dirigió en 1997 y que deja entrever sus sentimientos. Su forma de vivir el verso no deja de ser la forma en la que el vivió su vida. Si a eso lo unes que la gente que participa en estos recitales son mayores y coetáneos a mi padre, pues resulta doblemente emocionante. Porque me ha permitido ver que los mayores se emocionan a su vez con los poemas que hablan de amor, desamor, erotismo, vida, agravios, vida, muerte y dudas del ser humano.
-¿En qué beneficia este tipo de espectáculos a los mayores?
-Les ayuda a ejercitar la memoria y también a enfrentarse a un escenario a dirigirse a un público sin que les tiemble la voz a pasar las páginas con elegancia.... Se les ha exigido que sean actores profesionales y no lo son. Mónica Buiza y yo ensayamos esta obra durante un mes antes de ponerla en marcha y ellos solo han tenido cuatro días. Han hecho suyos los versos y los han comprendido en un tiempo récord, lo cual es un esfuerzo titánico.
-¿Qué le dicen todas esas personas de su padre?
-Se emocionan muchísimo hablando de él y me dicen que le recuerdan de sus papeles en 'Estudio 1' y cuando hizo 'La señora García se confiesa' o 'Sócrates'. Para ellos es un ídolo y a mí me encanta.
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