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Las ciudades y comunidades son sus habitantes y sus relaciones. Un vínculo que acaba por conformar sus señas de identidad. Pero en esa ecuación el ... factor clave que articula y vertebra espacios es su evolución arquitectónica, sus edificaciones singulares, esa cartografía que edifica un modo de vida. Un espejo de esta radiografía se ha plasmado ahora en una nueva publicación. Son cuarenta obras que reflejan claramente el «devenir de la arquitectura en cuatro décadas de la historia de Cantabria, marcadas por un primer momento terrible en una España ya asolada por la guerra».
En toda mirada atrás, compilación, álbum, estudio o análisis de la ciudad de Santander es inevitable la referencia al incendio de 1941, que supuso «una destrucción que cuesta imaginar al pasear por nuestras calles». Moisés Castro, decano del Colegio de Arquitectos, refiere que «solo con dificultad, gracias a los últimos esfuerzos de la ciudad por recrear e informar, a la población y a sus visitantes, de la extensión de aquella destrucción y de la forma previa de la capital, llega a entreverse, en base a vestigios y puntos significativos de desnivel o salvados del fuego, la ciudad anterior». Su reflexión sirve de preludio a la nueva obra seriada del colectivo profesional que preside: '40x40. Cuarenta años de arquitectura en Cantabria. 1942-1982'.
Cada década expresa su identidad: los cuarenta incluyen «el final del desarrollo balneario del Sardinero, la reconstrucción santanderina, incluyendo las Estaciones, el Barrio Pesquero, la Plaza Porticada y los desarrollos industriales previos que se extenderían en décadas siguientes»; en los cincuenta se suceden pequeños comercios en Santander, grandes y renovadores edificios religiosos, modernas viviendas en Torrelavega, edificios industriales magníficos asociados al desarrollo del puerto de Santander, el cine Capitol, el Náutico de Castro Urdiales. En estos años, como una joya, asoma la Casa Olano de José Antonio Coderch en Comillas.
Los sesenta muestran un nuevo crecimiento de Santander, hacia los ensanches de Maliaño y la zona del Sardinero, un cultivo floreciente de viviendas y edificios dotacionales con gran calidad que se extiende en los 70 hasta acabar dibujando la modernidad en Cantabria.
La dirección general de Patrimonio Cultural y Memoria Histórica de la Consejería de Cultura ha apoyado esta publicación con un objetivo claro: «Fomentar el conocimiento de la población de su arquitectura y su memoria». En realidad el libro es otro paso más en el trayecto de esta retrospectiva selectiva de la arquitectura en Cantabria, dado que estuvo precedida en 2018 por la obra que retrató el periodo 1983-2013. Ambas buscan aproximar las «claves para comprender una serie de obras representativas de la arquitectura de la comunidad y realizadas durante las décadas correspondientes». Una iniciativa del Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, que se estructura en categorías como edificios singulares, y cuyas obras son presentadas a través de fotografías, dibujos y textos explicativos. Juan Carlos Arnuncio Pastor, catedrático de Proyectos Arquitectónicos de la Escuela de Arquitectura de Madrid, es el encargado de trazar la radiografía introductoria de este nuevo estudio. El especialista parte de una premisa: «Que la arquitectura española -como la de todo Occidente- dibuja durante esos años un recorrido entre dos modos absolutamente diferentes de entenderse: el que va de una arquitectura que encontraba su razón de ser en leyes con vocación de universalidad (lo clásico no es sino un mecanismo inteligente para el control de la forma), a otra cuyo ámbito de legitimación se encontraría en cada obra».
Los jalones, no obstante, que definen el periodo de tiempo que alimenta este libro, a su juicio, son nítidos: «El final de la guerra civil y en Santander, además, el incendio de 1941, marcan el punto de partida». En su itinerario, que recorre el panorama de «unos años que la arquitectura cántabra iluminó con evidente dignidad», Arnuncio Pastor se detiene en diferentes connotaciones, tendencias y etapas: la modernidad, los poblados residenciales, la eclosión de lo moderno, el racionalismo, la Iglesia, la historia y las 'pequeñas' arquitecturas.
El Colegio de Arquitectos, con el patrocinio del Gobierno de Cantabria, a través de Cultura, vuelve a poner la mirada en la arquitectura de un periodo para reflejar así, a través de un número de obras, lo acontecido en ese momento. El espacio-tiempo que refleja la obra pasa por operaciones muy importantes como la construcción de las nuevas estaciones de ferrocarril, en los cuarenta, y la definición de rasgos particulares en los 50 como se aprecia en obras diversas, caso de «la propia Sede del Colegio de Arquitectos, algunos edificios de viviendas, también en pequeñas intervenciones como el comercio de La Novedad o en viviendas unifamiliares» como la citada casa Olano. También la publicación revela como rasgo curioso, en la década de los 60, el ejemplo de algunas órdenes religiosas que apoyan la entrada de la arquitectura moderna con magníficos ejemplos: la iglesia de la Virgen Grande de Torrelavega, «verso suelto», según Arnuncio; el Colegio de los Sagrados Corazones o el de la Paz en Torrelavega, «además de dos obras muy interesantes como la iglesia de Campuzano o la de Espinama, todas de este periodo».
Asimismo, en este periodo hay interesantes edificios de viviendas como los de La Hermida y otros magníficos ejemplos muy bien contextualizados en el preludio del libro y en las cuarenta reseñas particulares.
La Estación Marítima -que curiosamente será reinaugurada tras su ultima reforma este mes de marzo-, abre la década de los 70 a modo de «notable ejemplo del expresionismo organicista, obra a la que acompañan nuevos edificios de viviendas, cerrando la publicación una rehabilitación -la de la Torre de Don Borja de Santillana-, por la enorme trascendencia que va a tener desde entonces la nueva sensibilización hacia el patrimonio». En esencia, la obra pretende ser un paseo por la historia de la Arquitectura de Cantabria de 40 años a partir de otros tantos edificios. Tras los dos primeros volúmenes, es «deseo confesable» del Colegio de Arquitectos cerrar este paseo arquitectónico con las obras que definan el periodo de 1901 a 1941, «periodo que sin duda merece una atenta mirada».
Mientras, la entidad presentará hoy este segundo hito en su interés «por la difusión del patrimonio arquitectónico», en el Palacio de Festivales, en un acto con la asistencia del vicepresidente y consejero Pablo Zuloaga, y de Zoraida Hijosa, directora general de Patrimonio y Memoria Histórica.
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