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'El cuento del bizcocho' incluye la lectura de un cuento y un taller creati- vo cada mes en los ocho municipios. DM
Cuentos que iluminan vidas

Cuentos que iluminan vidas

Lectura. La iniciativa 'Ocho bibliotecas y un bizcocho', de varios centros públicos de Cantabria, los convierte en auténticos focos culturales

Lunes, 7 de septiembre 2020, 07:17

Que la vida tiene mucho de cuento -a veces chino, otras de hadas-, es algo que vamos descubriendo sobre la marcha, a base de golpes y destellos, de sinsabores y experiencias. Por eso es bueno familiarizarse cuanto antes con ese carácter cósmico -todo cabe, todo puede ser, hasta lo imposible- de la existencia. Si ese aprendizaje se produce de una forma entretenida, amable, luminosa, divertida y enriquecedora, mucho mejor. Vivir es viajar, y como en todo viaje tener un mapa ahorra muchos disgustos, peligros e incertidumbres, y permite vivir la experiencia con muchas más garantías de éxito. En ese viaje único, irrepetible e irreversible, pocos mapas hay mejores que los que esconden los libros, siempre plagados de itinerarios y miradas ajenos que se vuelven propios, de vivencias externas que se interiorizan.

Por eso los niños deben leer, aunque los planes de estudio cada vez se empeñen más en lo contrario, y por eso la asociación 'Ocho bibliotecas y un bizcocho', compuesta por centros de distintos municipios de la región e impulsada por sus responsables, en su mayoría mujeres, llevan desde 2013 trabajando concienzudamente para fomentar la afición lectora a través de los cuentos entre los pequeños y los jóvenes de sus respectivas zonas. Lo hacen con la devoción y el entusiasmo de aquellos a quienes les apasiona su trabajo y tienen fe en lo que hacen, y ese compromiso tiene premio: el que recibieron en la última edición de la Feria del Libro de Santander por parte del colectivo Libreros Asociados de Cantabria.

'Ocho bibliotecas y un bizcocho' es un proyecto impulsado por de la bibliotecas de Polanco (María Santamaría), Santa María de Cayón (María Díez), Mazcuerras (Pilar González), Cabezón de la Sal (Ana Lilia Saro y Alfredo Balbás), Unquera-Val de San Vicente (Mónica Gutiérrez), Comillas (Almudena Ruiz) y Bárcena de Cicero (María Eugenia Molleda), que comenzó su andadura a raíz de la celebración de un congreso nacional de bibliotecas públicas.

EL PROYECTO

  • Participantes: Bibliotecas de Cabezón de la Sal, Unquera-Val de San Vicente, Polanco, Santa María de Cayón, Comillas, Mazcuerras y Bárcena de Cicero.

  • Objetivos: Fomentar la lectura y convertir las bibliotecas en centros sociales y culturales .

  • Premio: Del colectivo Libreros Asociados de Cantabria por la iniciativa 'Ocho bibliotecas y un bizcocho'.

Pilar González, responsable del centro de Mazcuerras, explica que «todas trabajamos en el medio el rural, en ayuntamientos pequeños, y nos pareció buena idea el colaborar entre nosotras. Estábamos un poco aisladas y a partir de esta colaboración fueron surgiendo ideas que nos han unido y permitido potenciar nuestra oferta de actividades». Porque lo que empezó siendo una actividad de lectura mensual, 'El cuento del bizcocho', no solo se ha convertido en una propuesta que los niños y sus padres esperan cada mes con ganas e ilusión, sino que a raíz de ella sus organizadores ha ido ampliando su oferta cultural hasta contar ya con clubes de lectura infantiles y juveniles, organizando rutas literarias por Cantabria y diferentes ciudades españolas siguiendo el rastro de escritores como Machado o Unamuno, organizando conferencias de autores, presentación de libros e incluso conciertos.

Cuentos y bizcochos

El punto de partida de esta pequeña-gran revolución lectora fue el ciclo de lecturas de cuentos para niños que todas las bibliotecas realizaban. «Se genera una ambientación del tema que toca ese año y se definen los cuentos que va a escoger cada centro. Giran en torno a diferentes temáticas como oficios antiguos y contemporáneos, cuentos clásicos, animales y naturaleza, etc. El encuentro con los niños una vez al mes da dinamismo a la biblioteca, que cambia con la ambientación y se hace mas atractiva para ellos», explica Anal Lilia, responsable de la biblioteca de Cabezón de la Sal. «Son actividades para niños de entre cuatro y siete años que incluyen primero la lectura del cuento y después un taller creativo». Al mes siguiente, la propuesta de cada biblioteca viaja hasta otra de ellas en una rotación que abarca todo el curso y permite optimizar recursos y enriquecer la actividad de cada centro.

Representantes del colectivo de bibliotecas posan tras recibir el premio de los libreros cántabros. DM

Con el paso de los años y ante la buena aceptación de este ciclo, la propia actividad creció y fue evolucionando. Por un lado, «la respuesta ha sido siempre muy buena, los niños y sus padres ya están esperando el cuento y el montaje del siguiente mes, tienen quieren saber de dónde viene, quién lo ha hecho... Ya es una tradición y siempre tenemos las sesiones competas, en nuestro caso ya tenemos dos grupos porque no cabían en una sola sesión», afirma María Díez, responsable de la biblioteca de Santa María de Cayón. Por otro, «Los mayores querían seguir viniendo y crearon hace cuatro años los clubes infantiles de lectura, que ya son también juveniles», señala Ana Lila. Y de ahí a los adultos, que también han encontrado en estos centros una fuente de ocio cultural y enriquecimiento personal.

De fondo late una concepción amplia y diversa de las bibliotecas que trasciende, aunque parte y se cimienta en la lectura, las trasciende con creces: «Gracias a este tipo de iniciativas mucha gente ya ve las bibliotecas de los pueblos como un lugar de encuentro. Mucha gente que a veces se encuentra sola viene aquí y acaba creándose una red, en los clubes de lectura han surgido amistades de gente de aquí de toda la vida que no se conocía y que ahora son íntimos», destaca María Díez. «Uno de los problemas de la España Vacía es que la gente, además de los motivos económicos, se va por la falta de propuestas. Si ofreciésemos más cosas a nivel cultural la gente tendría otro motivo para quedarse. En el ámbito rural estamos muy vacíos de cultura y las bibliotecas podemos actuar como agentes culturales», señala Pilar González, responsable de la biblioteca de Mazcuerras. «Creemos en una biblioteca abierta en la que todo propuesta cultural es bienvenida, no ponemos límites a todo lo que podemos meter en la biblioteca. Queremos ser un elemento integrador y el eje vertebral de la cultura en el municipio», concluye. Los hechos les dan toda la razón.

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