
Ver fotos
Secciones
Servicios
Destacamos
Ver fotos
MADA MARTÍNEZ
santander.
Domingo, 8 de enero 2023, 01:00
Puede que Ievgen Lagunov y Taras Titarenko no tengan un ballet predilecto, pero sí tienen claro qué les gustaría bailar cuando la guerra en ... Ucrania termine. Y quizá tampoco sepan -en realidad, nadie puede saberlo- cuándo finalizará la invasión rusa de su país, que se prolonga ya más de diez meses, pero ambos se muestran «positivos» y esperanzados con la idea de poder abrazar pronto a los amigos y familiares que les esperan allí.
Lagunov y Titarenko forman parte del Ballet de Kiev, que ayer, bajo la dirección de Ana Sophia Scheller, llevó a escena 'El lago de los cines' en el Palacio de Festivales de Santander y Cantabria. Con la actuación también se recaudaron fondos para financiar la labor de Unicef con Ucrania. La Sala Argenta se llenó para disfrutar de esta pieza clásica, cuya trama está atravesada por los hechizos, las promesas y el amor. «La audiencia española es cálida y acogedora», opinaba Lagunov, solista principal de la compañía, poco antes de la actuación. En realidad, el público de las ciudades donde recala el Ballet de Kiev, de gira por España desde hace ya unos meses, les acoge con un afecto extraordinario y lleva a los teatros banderas ucranianas para mostrarles su apoyo. Es así: uno de los grandes ballets de Europa, que lleva a escena obras clásicas como 'La bella durmiente', 'Giselle' o 'Carmen', es también embajador de excepción de un pueblo que sufre. Y quizá por eso, «queremos mostrar que la cultura ucraniana está viva, que seguimos viviendo, que la vida sigue», destacó Lagunov poco antes de convertirse en el príncipe Sigfredo.
Ver fotos
Viste una camiseta azulona con su nombre estampado en el pecho y se expresa en inglés con cierta timidez. Comenzó a bailar a los cinco años y a los diez empezó a formarse profesionalmente. En origen, lo hizo para seguir los pasos de un hermano mayor ya convertido en bailarín de ballet clásico, y también para cumplir el sueño de niñez de su madre. Sin embargo, en la adolescencia, Lagunov sintió «que estaba consiguiendo resultados gracias al trabajo duro. Y ahí comprendí que bailar era mi vida», revela.
La trayectoria de su compañero Taras Titarenko también empezó a forjarse a los cinco años, y después, con nueve, pasó a una escuela profesional. Bailar le procura libertad. «En el escenario te sientes libre, puedes hacer cosas que en la vida [cotidiana] no son posibles», explica el solista de la compañía, cuya elegancia ha sido muy aplaudida en esta gira española. Titarenko precisa que el ballet, en primer lugar, es interpretación, es actuación, y que por ello «en el escenario puedes buscarte a ti mismo cuando interpretas a diferentes personajes».
Quizá esa búsqueda, esa introspección funcione para él como un anclaje en estos tiempos convulsos. Cuando estalló la guerra, se encontraba ensayando 'El cascanueces'. Y el día antes de que Rusia comenzase la invasión, tuvo que viajar a Francia para interpretarlo. Taras tiene un recuerdo más o menos nítido de esos días oscuros. Ievgen, por contra, no. A este bailarín de 39 años, el comienzo de la guerra le pilló en Budapest, trabajando en la Ópera Nacional de Hungría, donde ha estado las últimas diez temporadas. «Fue un gran shock. Es difícil recordar», admite.
«No entiendes lo que pasa el primer día, la primera semana», añade Titarenko. Ante la conmoción, él decidió refugiarse en la danza.
¿Y puede el ballet ayudar a aliviar el dolor o la tristeza que causa la guerra? «Por supuesto», responde. Una representación de este tipo puede funcionar como un bálsamo, incluso inyectar una dosis de optimismo. «La gente va al ballet y ve a la gente ucraniana bailando, sonriendo en el escenario, eso da buena energía al público», dice Titarenko que este verano confía en volver a Ucrania para ver a su familia. Quizá entonces la guerra no haya acabado totalmente, pero el bailarín espera regresar en un contexto que «sea seguro para mi familia y para toda la gente».
¿Y qué le gustaría bailar cuando la guerra termine? Taras apenas lo piensa un segundo: «'Don Quijote'», responde sonriendo, porque se trata de una pieza que da «buena energía». Ante la misma pregunta, Lagunov piensa su contestación brevemente y elige 'Espartaco', la historia del esclavo que se rebeló contra el poder romano. «Creo que vamos a ganar la guerra. Soy positivo».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.