«La danza es un arte integrador que supera barreras étnicas y religiosas»

Mostrarse así, apostar por esta manera de vivir la danza, no le ha sido fácil a este coreógrafo que actualmente tiene su propia compañía «pese a que me encontré con muchas piedras en el camino», indica. «Siempre lo ha sido, pero tener una compañía de danza en España hoy por hoy es muy difícil. No hay estructuras culturales, institucionales que apoyen a las compañías que ya están consolidadas. Cuando la gente me pregunta qué tal y cuento todas las penalidades que estoy sufriendo para producir una obra no se lo pueden creer». Y es que, según explica, «lo que se vende es lo que sale en Instagram, lo bonito, el estreno, las fotos, los vídeos preciosos sí... pero detrás de todo eso hay una apuesta personal, de salud, energética, de un equipo... En fin, que es muy complicado y en muchas ocasiones no se ve».

Entre sus proyectos está la inauguración -ya se ha colocado la primera piedra y hay un compromiso financiero por parte de las administraciones- de un Centro de Danza en su tierra, Córdoba, bajo el nombre de La Normal. Un lugar muy especial para él que defiende «que la danza, la música y el arte en general deberían ser parte del currículo obligatorio para cualquier niño cuando entra al 'cole'». Y es que, sí algo tiene muy claro es que la clave para el futuro de las artes «está en la educación». La danza «les permitirá conocer su cuerpo y el de los demás, cosa que es muy importante porque a través de ello también aprenderán a cuidarlo y otro tipo de valores como la empatía, el trabajo en equipo, la sensibilidad, la compasión, la musicalidad... A través de la danza se superan barreras étnicas, religiosas, territoriales... Es un arte integrador que une a las personas».

Y aprovechando que un ministro, en este caso José Manuel Albares, de Asuntos Exteriores, inauguraba también ayer un curso en la UIMP se le pregunta a Ruz sí tiene algún mensaje para los políticos: «El de siempre, que el apoyo a la cultura y a la danza no sea puntual, que escuchen a los sectores, que no dejen que se vaya el talento porque no hay compañías estables. Les recordaría que solo hay dos compañías nacionales y ambas están en Madrid, y lo demás son proyectos de gente como yo que estamos como una cabra y que nos entrampamos vivos para crear arte de la nada porque no hay recursos reales. También que el Estatuto del Artista está sin acabar y que no puede ser que si un autónomo, un bailarín de nivel, un mes no factura tenga que ponerse a trabajar en una cafetería o donde sea para pagar su cuota... Les diría también que miren un poco a Francia...»