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Natalia de Froberville y Ramiro Gómez Samón, en una de las escena del espectáculo que se representa hoy. Ballet du capitole
«La danza clásica debe abandonar muchos clichés y mostrarse más cercana»

«La danza clásica debe abandonar muchos clichés y mostrarse más cercana»

El cubano interpreta esta noche el rol de Albrecht en 'Giselle', la obra que el Ballet du Capitole de Toulouse ofrece esta noche en el Palacio de Festivales Ramiro Gómez Samón Bailarín

ROSA M. RUIZ

SANTANDER.

Viernes, 31 de enero 2020, 15:23

El Ballet du Capitole de Toulouse ofrecerá esta noche en el Palacio de Festivales la que es, sin duda, una de las obras cumbres del ballet romántico: 'Giselle'. Con una arriesgada coreografía, a cargo de Kader Belarbi, la dramática historia de amor entre el duque Albrecht y la joven Giselle está protagonizada por Ramiro Gómez Samón y por Natalia de Froberville. El bailarín cubano, que lleva en la compañía francesa desde el año 2015, espera que la versión que esta noche se presenta en la sala Argenta guste tanto como sorprenda al público santanderino.

-Su personaje en 'Giselle' es Albrecht, uno de los roles más destacados para cualquier bailarín clásico. ¿Qué puede destacar del personaje?

EL ESPECTÁCULO

  • uProtagonistas Ballet du Capitole de Toulouse. Dirección y coreografía de Kader Belarbi. Con Natalia de Froberville y Ramiro Gómez Samón como bailarines solistas.

  • uPrograma 'Giselle' Ballet en dos actos sobre libreto de Théophile Gautier y Jules-Henri Vernoy de Saint-Georges, basado en Heinrich Heine.

  • uEscenario y horario Sala Argenta. Hoy. A las 20.30 horas.

-Efectivamente 'Giselle' es el ballet romántico por excelencia y Albrecht es un duque que se hace pasar por aldeano porque le gusta mucho la joven campesina Giselle. Kalder Belarbi ha hecho una versión mucho más realista que la original. La obra tiene dos actos, en el primero, más terrenal, Albrecht y Giselle se enamoran, aunque ella, que está delicada de salud se siente traicionada y muere y, en la segunda, más sobrenatural, la acción se desarrolla en un lugar donde los espíritus de las novias abandonadas se vengan de los hombres. Pues bien, la principal novedad en esta adaptación es que el primer acto es mucho más contemporáneo para evitar los clichés de la danza más clásica.

LAS FRASES«El coreógrafo ha hecho una puesta en escena y una adaptación más moderna que la original» «Debemos conseguir que se sepa lo que hacemos en el escenario sin que se lea el programa de mano» «A los que ahora empiezan les diría que usen la cabeza y aprendan a pensar por sí solos»

-¿Cómo es entonces ese primer acto?

-Mucho más ameno que la versión original, las danzas son bastante más terrenales y el vestuario es muy vivo y muy rico. Belarbi ha querido hacer una contraposición muy marcada entre el primer y el segundo acto y lo logra con una coreografía más contemporánea y realista en la que las mujeres, por ejemplo, están a media punta. También se incide, a propósito, en el trabajo que realizan los campesinos. En el segundo acto, sin embargo, no hay apenas ningún cambio. Espero que el público de Santander aprecie que esta 'Giselle' no se parece a otras.

-El suyo es uno de los personajes más deseados. ¿En sus inicios soñaba con representar este rol?

-Tuve la oportunidad de representarlo cuando tenía 19 años y ya en 2015 cuando entré como solista en esta compañía hice otros personajes de 'Giselle'. Esto me vino muy bien porque me permitió enriquecerme y corregir defectos. Me hizo muchísima ilusión cuando empecé a bailar este Albrecht estando ya un poco más maduro porque es un personaje que, sobre todo en el segundo acto, no necesita moverse tanto en el escenario y sí mostrar al público la carga emotiva tan grande que tiene. Algo que es muy difícil. El gran trabajo para un intérprete es lograrlo. En el segundo acto el bailarín no debe moverse mucho para no distraer a los espectadores de la trama y mostrar todo ese dramatismo moviendo sólo un dedo o una mano. Con pequeños gestos. A mí esto me parece lo mágico de este duque enamorado.

-Antes de llegar esta compañía francesa, en 2015, formaba parte del Ballet de Johannesburgo. ¿Cómo recuerda esa etapa?

-Yo estudié en la Escuela Cubana en mi país y luego estuve tres años en Sudáfrica. Conservo muy buenos recuerdos de esa época porque adquirí muchas tablas. Allí hice de todo, desde estar en el cuerpo de baile a ser solista y ahí también es donde bailé por primera vez este Albrecht. Ahora veo que era un poco temprano y que menos mal que la primera bailarina me ayudó mucho.

-Cuba cuenta con algunos de los bailarines más grandes del mundo. ¿A usted de dónde le viene la vocación?

-De pequeño no me interesaba nada bailar. Fui gimnasta desde los cinco hasta los diez años y llegué a la Escuela de Danza por casualidades de la vida. Yo vivía en la Habana Vieja y fue mi madre la que tuvo la brillante idea de que probara. Ella creía que yo tenía condiciones y en ese momento estaban abriendo cerca de casa una nueva sede de la Escuela. La hice caso y probé. Tenía las condiciones y también tenía disciplina, pero tengo que confesar que no me apasionaba tanto. Estaba acostumbrado a la gimnasia artística con muchos saltos y giros en el parqué y pasar de eso a estar tantas horas delante de una barra en el estudio fue difícil. Pero después me apasioné porque vi que la danza masculina es muy poderosa.

-¿Entonces olvidó la gimnasia?

-En cierta forma los bailarines somos deportistas de alto rendimiento sólo que en nuestro trabajo le añadimos la afinación del arte.

-¿Es más fácil dedicarse a la danza si se nace en Cuba?

-Es muy curioso lo que pasa con la danza en mi país. Es cierto que los bailarines tenemos una gran reputación, pero ya en el ámbito doméstico, sobre todo en las zonas más modestas de la ciudad, la danza era un tema tabú y las bromas de los amigos continuas. Yo tuve la suerte de contar con el apoyo de mi familia y soy muy feliz de haberles podido devolver a nivel económico aquella confianza.

-¿Ha cambiado mucho el mundo del ballet clásico desde que usted empezó a bailar?

-La danza clásica por fin está evolucionando, pero es necesario que aún lo haga más porque no es fácil llegar a las nuevas generaciones. Los jóvenes tienen ahora muchas opciones de ocio y de entre ellas la que suelen dejar un poco de lado es la de la danza. Por eso es muy importante la labor que están haciendo los coreógrafos ahora de modernizar la danza, incluso el ballet clásico. Es bueno eliminar ciertos clichés, mostrarnos un poco más reales para que la gente entienda lo que estamos ofreciendo y que el público no tenga que leerse el programa de mano para saber lo que pasa en el escenario. En el espectáculo que hoy vamos a ofrecer en Santander hay mucho de esto.

-Hablaba antes de disciplina. ¿Los bailarines de danza clásica se exigen más que los de contemporánea?

- Para nada, aunque mucha gente así lo cree. De entrada para destacar cualquier manifestación física requiere una gran disciplina. El trabajo que hace la gente de contemporánea es tremendo y nosotros mismos en este ballet cuando hacemos algo contemporáneo ensayamos más que con las obras clásicas. Dar esa sensación de relajado en el escenario es muy costoso, incluso el trabajo muscular es mayor el de ellos.

-¿Se atrevería a dar un consejo a los jóvenes que están empezando?

-Que usen la cabeza, que sean disciplinados y obedientes, pero que aprendan a pensar por sí solos. Es importante que sepan buscar un significado a las cosas que hacen para que aprendan a amarlas.

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