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De niña, Lucía Lacarra (Zumaia, Guipúzcoa, 1975) soñaba con ser la última de la fila en una compañía de baile. Nunca deseó otra cosa que bailar algo que para ella «no es un trabajo. Es un gozo». Debutó a los 15 años como profesional en ... el Ballet de Víctor Ullate, luego pasó por los de Marsella, San Francisco, la Ópera de Munich... labrándose una carrera llena de éxitos y premios -el Nacional de España, entre otros- que hacen que se la considere una de las mejores de su generación. En 2020 decidió, junto a su pareja el también bailarín Matthew Golding, crear sus propios proyectos. El primero 'Fordlandia' (2020) les trajo al FIS en 2021; el segundo 'In the still of the night' lo mostrarán este sábado, a las 19.30 horas también en el Palacio de Festivales. Un espectáculo que define «como una historia de amor eterno con una buena dosis de suspense».
- 'In the still of the night' es una de las canciones más escuchadas de The Five Satins. ¿Es un tema especial para Matthew Golding y para usted?
-La música siempre es muy especial para nosotros y en este caso también. Buscábamos música de los años sesenta para darle un aire retro a las imágenes que se van a ver en pantalla como parte del espectáculo para hacer un efecto de flashback. Canciones que nos transportaran al pasado por una noche. Así que esta representa todo lo que se va a ver en el escenario: Un recorrido por la historia de una pareja durante una noche. Además de 'In the still of the night' se escucharán también 'Be My Baby' de The Ronettes o 'Unchaines Melody' de The Righteus Brothers...
-Esas canciones forman parte de la banda sonora de 'Dirty Dancing' y 'Ghost'. ¿Será por tanto un homenaje al cine?
-No es exactamente un homenaje al cine pero sí tiene mucho que ver con él. Cuando Matthew y yo empezamos a pensar en este trabajo queríamos contar una historia de una manera diferente a como se hace normalmente en el mundo de la danza. Nos apetecía más hacerlo como en las películas en las que no siempre se sigue un orden cronológico y hay finales sorpresa, cosa que no ocurre en la danza porque desde el inicio y por el título uno ya sabe si la obra acaba bien o mal. Nosotros queríamos hacer una historia en la que la gente no sepa exactamente lo que va a ocurrir hasta el final.
-Por su interpretación en este espectáculo le concedieron un premio Max. ¿Qué significó para usted este galardón?
-Fue muy especial porque estos dos últimos espectáculos con Matthew son para nosotros como nuestros bebés. Los hemos visto crecer desde la primera idea. Así que sí yo ya estaba encantada con la nominación para el Max de 'Fordlandia', volver a ser nominada y encima ganarlo con 'In the still of the night' fue súperemocionante. Es una sensación parecida al orgullo que siente un padre cuando le conceden un premio a su hijo.
-¿Es más fácil bailar una historia de amor con su pareja?
-En este caso sí. Lógicamente hemos metido mucho de nuestro ser en la historia. También 'Fordlandia' hablaba de nosotros , de cómo vivimos el confinamiento por separado y cómo fue el reencuentro. Esta vez queríamos mostrar nuestra idea de amor eterno, de amor verdadero y de como dos personas lo sujetan con todas sus fuerzas para que no desaparezca.
-Después de vivir durante muchos años en Alemania se ha instalado en España. ¿Cómo ha sido la vuelta?
-Unos meses antes de la pandemia me volví a empadronar en Zumaia porque aunque seguía trabajando en Alemania ya no necesitaba estar tanto allí y prefiero vivir en España, sobre todo, por mi hija. Quería que se escolarizara en Zumaia porque el hecho de que ella esté aquí con mi familia, con mi madre, me permite seguir viajando para trabajar con mucha más tranquilidad.
-Usted ha vuelto, pero la principal salida personal para los bailarines parece que sigue estando en el extranjero. ¿Ha cambiado en eso?
-No, en absoluto. Yo he vuelto porque ya he pasado por esa etapa. Me fui con 18 años a Marsella y he vivido en Estados Unidos y Alemania entre otros lugares. Ahora tengo la suerte de tener mis propios espectáculos lo que me permite vivir donde quiera aunque esté todo el día con la maleta en la mano. Pero, efectivamente, las cosas no han cambiado nada desde que me fui y si eres bailarín y quieres trabajar en una compañía lo más probable es que te tengas que ir fuera porque las opciones que hay en España siguen siendo las mismas de entonces por lo que la necesidad de salir sigue siendo la misma.
-¿Qué queda de aquella niña que soñaba con ser bailarina?
-Queda lo mismo. No me siento muy diferente. He mantenido esa pasión de entonces y me siento afortunada porque no ha habido un solo día en el que haya querido hacer otra cosa que no fuera bailar. Así que esa niña sigue siendo la misma. Es verdad que no me esperaba hacer todo lo que he hecho porque para mí llegar a ser la última de la fila de una compañía ya era un sueño. Así que estoy muy satisfecha. Pero me siento con la misma pasión y cuando me cojo a la barra sigo trabajando igual que entonces.
-¿Y cuando está en esa barra le pesan los años?
-En eso también tengo suerte porque más que mérito propio es cuestión de genética y de que tengo un cuerpo que está preparado para bailar. He tenido lesiones importantes y he llegado a bailar con un dedo roto durante un año, pero salvo eso, que ya pasó, no sufro dolores de espalda o de rodillas y creo que el día que los tenga se me quitará ese gozo que me produce bailar. Para mí bailar es disfrutar, es sentir, es vivir, la danza es algo que te hace disfrutar y no se si podría hacerlo si me supusiera un sufrimiento. Creo que pararé antes de eso.
-¿Cuál es su próximo proyecto?
-Estamos ya en plena creación de un tercer espectáculo que se va a llamar 'Lost letters' ('Cartas perdidas') y está basado en una exposición que vimos hace unos años en Washigton. Hemos mezclado la historia de todas estas cartas que se perdieron en diferentes guerras del pasado con una de amor que encontré en un libro y hemos creado una historia muy emocionante y muy bonita. Estamos haciendo la coreografía que, además tendrá una importante novedad.
-¿Cuál?
-Que en el escenario habrá ocho bailarines con nosotros. Tenemos muchas ganas bailar con jóvenes y mostrarles que en este trabajo se puede disfrutar mucho y subir contento al escenario. Haremos audiciones y estrenaremos en octubre en el Teatro Arriaga de Bilbao. Ojalá podemos viajar después al Palacio de Festivales.
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