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GUILLERMO BALBONA
SANTANDER.
Miércoles, 1 de junio 2022, 07:52
Un emigrante interior, un retornado a su tierra murciana desde la emigración familiar a Cataluña, se suma este jueves al ciclo sobre el extrañamiento, «expatriados, ... exiliados y apátridas», que este año afronta La Caverna de la luz. Es David Salcedo que enciende, mañana jueves, el escaparate de la calle del Sol.
El fotógrafo protagonista ha realizado el camino inverso de sus padres y de multitud de vecinos y familiares que abandonaron las duras tierras de Almería, Albacete, Murcia o tantas otras del campo español para buscar un futuro mejor en las industrias de Cataluña, que recogieron con los brazos abiertos esa ingente mano de obra barata y curtida en el trabajo, «cuyos hijos hoy no son hijos de esa tierra ni de la que salieron sus padres, algunas veces con ellos a cuestas».
Con su inseparable cámara en mano, a quien cariñosamente llama 'Cándida' -quizás un guiño a medio camino entre 'La cámara lúcida' de Roland Barthes y 'la fotografía cándida'de Enric Salomón-, o «en un afán quijotesco por humanizar a nuestros compañeros de viaje», revisita su pueblo natal (Caravaca de la Cruz, Muria) durante cinco días en mayo, desde el 2014 al 2019, para buscar «la esencia de su linaje, esas manifestaciones contradictorias de fe, de pertenencia, de patriotismo y de identidad», según refiere Javier Vila, artífice de La Caverna. Y con todo ello elabora un libro, titulado 'Fuchina', como el 'vino de la cruz' o bebida secreta y ancestral de las fiestas del pueblo. Y de esa obra procede esta «doble página» gráfica que alumbrará La Caverna de la Luz durante el mes de junio, «punto de celebrar el Solsticio que este año, un año más y probablemente el último, no podrá ser en la Calle del Sol, debido a la modorra municipal que tiene la cultura santanderina adormecida, cuando no muerta de inanición», subraya Vila en sus denuncia.
Rafa Badia, en un texto a propósito de la mirada de Salcedo, apunta que todos tenemos un pueblo al que volver. Un lugar que contiene la infancia, lo atávico, también la barbarie. Las imágenes digitales de Salcedo son personales y, a la vez, «continúan la tradición de los maestros españoles, como Cristóbal Hara o Carlos Pérez Siquier». Sus fotos «también transpiran el sol acumulado, el deslumbre de las paredes, el paisano con la resaca que se le avecina».
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