Nando López
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Nando López
Alejandro Fernández González
Santander
Miércoles, 22 de noviembre 2023, 01:00
Nando López (1977), novelista, dramaturgo y profesor de Lengua Castellana y Literatura en Enseñanza Secundaria y Bachillerato se dio a conocer entre el gran público con su novela 'La edad de la ira' (2010), finalista en el Premio Nadal, que ha hecho de él uno ... de los escritores más populares entre el público adolescente y el ya no tanto. Desde entonces ha logrado una fidelización de lectores a la que pocos autores pueden acercarse. Estos días está en Santander para encontrarse en el IES José María Pereda con más de 750 alumnos de Cantabria. Esta tarde además, a las 19.00 horas, hablará de su última publicación, 'Los elegidos' (Destino), en la librería Gil.
-Publicó 'Los elegidos' el pasado mes de abril y ya va por la quinta edición. ¿Por qué esta novela?
-Nace de la necesidad de hablar de esa parte de nuestra historia que hay que abordar desde perspectivas que no han sido contadas con la suficiente intensidad, particularmente de la memoria histórica LGTB. También con la intención de reivindicar. Y, además, de mi propia reflexión como escritor, de la importancia de la cultura en nuestra sociedad y de la necesidad de que esta se posicione, tome partido, sea valiente y que, de alguna forma, sea consciente de su responsabilidad, de ahí que en la novela se hable tanto del concepto de 'tribu', entendida como comunidad.
-¿Qué quiere decir con ese concepto de tribu?
-Me refiero al conjunto de personas que luchan a favor de unos valores con la necesidad de romper los muros y barreras que otros pretenden imponer y que, tristemente en la actualidad, parecen resurgir con esa oleada neofascista que nos rodea y contra la que creo que desde la literatura también debemos plantar cara.
-¿Cómo llegó a los documentos y testimonios que forman parte de la novela?
-Ha sido un trabajo de siete años entre la investigación, la compilación de fuentes, la recopilación de testimonios y la escritura final. Unos testimonios llegaron a mí a través de lectores de mis libros, otros por vínculos familiares y personales, pero también ha habido mucho trabajo de hemeroteca. En cuanto a los documentos y la escucha directa de personas que me hablaron de esa persecución, me interesaba oír cómo me hablaban de la dureza a la que se iban enfrentado, pero también de su forma de resistir, de su lucha y su supervivencia. Los testimonios que recogí insistían en «pero hemos resistido, estamos aquí, fuimos más fuertes». Eso era lo que yo quería reivindicar, esa fortaleza frente al horror y la persecución del fascismo.
-¿Debemos recordar a nuestros antepasados, aquellos que lucharon por nuestros derechos y libertades, y debemos hacerlo «a plena luz, como un deber de amor», tomando las palabras del poeta Pablo Neruda?
-Un deber de amor y de dignidad democrática, de reconocimiento y de agradecimiento. Yo necesitaba hablar de las luchas que nos han precedido para que podamos disfrutar los derechos que tenemos porque contar esa lucha es una manera de tratar de restituir esa memoria. Y porque si no recordamos nuestras luchas, nos volvemos más frágiles. La defensa de las libertades exige conocer cuánto ha costado conquistarlas. Para mí era una manera de ofrecer una novela que, pese a su dureza, también alberga esperanza y luminosidad. A las personas que atravesaron ese momento, tanto a las que aún están como las que ya no están, debemos reconocerles ese agradecimiento ya que todo lo que lucharon no puede caer en el olvido.
-¿Y por qué esa necesidad de contarlo?
- Necesitamos contarlo y seguir luchándolo en nuestro activismo cotidiano. 'Los elegidos' es una historia de amor a esas generaciones que dieron y pusieron el cuerpo para que podamos defender estos derechos y disfrutarlos, de amor a la literatura y a la cultura para cambiar la realidad, pero también de amor entre sus dos protagonistas, de ese amor inclasificable, imposible de catalogar, entre Asun y Santos -personajes de la obra-, porque vivimos en una sociedad que nos encasilla en los afectos y que trata de etiquetarnos constantemente.
-Las escenas amorosas y sexuales tienen un valor muy importante en el libro. ¿Qué quería decir con esto?
-Era muy importante hablar de la vida sexual de los personajes desde tres ángulos. Por un lado, el sexo secreto, prohibido, peligroso que viven en espacios sórdidos, habitualmente públicos, que tiene que ver con la prohibición y la criminalización de la vida de las personas homosexuales desde la reforma de la Ley de vagos y maleantes en el 54. Por otro, quería hablar del sexo posible, del que se vive desde el cuidado, la intimidad y la confianza, el que les estaba negado en esa sociedad. Y el tercer tipo es el sexo que, sin ser explícito y sin llegar a lo que entendemos por convencional, es profundamente sensual, que es esa relación especial. Para mí era muy importante el elemento sexual en el libro, no solo para caracterizar a los personajes, sino para contar cómo era esa vida sexual en los márgenes pese a la prohibición y la persecución y cómo se desarrollaba en esos espacios íntimos y públicos.
Otro de los libros sobre los que habla estos días en Santander es 'Los durmientes'. ¿Cómo surgió?
- Quería escribir un thriller que pudiera resultar atractivo para lectores jóvenes y demostrarles que la literatura puede abordar temas serios y a la vez enganchar, interesar, emocionar... El segundo motivo es porque he recibido muchos testimonios de chicas que han vivido este tipo de agresiones y quería hablar de ello. Estamos ante un gravísimo problema, la presencia de la cultura de la violación. No creo en una literatura juvenil que no aborde estas realidades, que no las cuente de frente y de una manera clara, directa.
-¿Por qué en una obra que algunos consideran literatura juvenil aparecen conceptos tan importantes y que parecen más para adultos como el 'sexting' y el consentimiento?
- La verdadera literatura juvenil no debe obviar los temas que importan y que suceden y debe abordar temas considerados tabú o complejos. Tenemos una realidad que hemos de mirar de frente: Una adolescencia que empieza a consumir porno desde los 9 y 10 años de media; situaciones de abuso y agresión sexual entre menores con cifras alarmantes y todo eso requiere que la cultura se implique y abordemos estos temas también desde la ficción. Entender que una novela juvenil no debe abordar estos temas supone no entender qué es la verdadera literatura juvenil que, sin embargo se sumerge en todas esas cuestiones que queremos que sean parte del diálogo social y que abran los horizontes de las personas que la leen.
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