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Dirigir un periódico nunca es tarea fácil. Hacerlo durante una dictadura, todavía menos. Sobre todo cuando uno es inteligente, honrado, íntegro y sincero, como le ocurrió a Miguel Delibes durante su etapa en El Norte de Castilla. Lo sabe bien Carlos Aganzo (Madrid, 1963), periodista, ... escritor, poeta y exdirector del centenario periódico castellano, que hoy a las 19.30 horas ofrecerá la conferencia 'Delibes periodista, la lucha contra la censura' en el Ateneo, dentro de las convocatorias del ciclo 'Homenaje a Miguel Delibes', impulsado por la institución cultural cántabra. Aganzo, que tuvo diferentes encuentros con el premio Cervantes, analizará no solo cómo afrontó éste la censura a lo largo de su trayectoria, sino que también hablará de las nuevas formas de censura, tema que trató con el propio Delibes.
-¿Cómo fue su relación con Miguel Delibes?
-Cuando llegué al Norte de Castilla él ya estaba retirado, pero tuve relación con él desde los años 60, cuando le hice una entrevista. En aquella ocasión llegué al periódico Ya, en el que trabajaba entonces, y resultó que no había grabado nada. Al día siguiente se portó muy bien conmigo, me guardó el secreto e incluso me invitó a comer. Después trabajé en Ávila y también le pedimos cosas para una revista con motivo de 'La sombra del ciprés es alargada'. Cuando me hicieron director de El Norte de Castilla tuve la oportunidad de entrevistarme con él muy poco antes de que muriera. Nos vimos en noviembre y se murió en marzo. De alguna forma, en aquella ocasión interpreté que me daba el testigo. Una vez más fue un encuentro muy grato, dentro de la serie en que le llegue a conocer fue muy emocionante.
-¿Cómo era él en la redacción del periódico?
-Miguel Delibes estuvo siempre vivo en El Norte de Castilla y a día de hoy sigue estándolo, en gran manera porque su espíritu y su manera de entender el periodismo, su modelo, su doble compromiso con la cultura y el periodismo, está absolutamente presente en el periódico. Es algo que tiene presente desde el primero hasta el último de sus redactores. Delibes ha sido sin duda el director más emblemático de un periódico con una historia muy larga, que marcó desde los años 50 hasta la actualidad.
Hora y lugar Hoy a las 19.30 horas en el Ateneo. Ponencia 'Delibes periodista, la lucha contra la censura'.
Protagonista Carlos Aganzo (Madrid, 1963). Periodista, poeta y, como Delibes, exdirector de El Norte de Castilla.
Temática Análisis de la lucha contra la censura de Delibes como periodista, que le costó el puesto de director.
-Como periodista, como escritor, como persona, fue un ser marcado por su inquebrantable integridad. ¿En qué medida afectó dicha integridad en su faceta profesional?
-Desde elpunto de vista perdió la batalla porque le costó el puesto de director de El Norte, pero desde ese mismo punto de vista todos los lectores de Delibes ganamos la batalla porque toda su fuerza, su energía, su denuncia y su manera de luchar contra la censura se trasladó a la novela. Ahí hay un libro, 'Las ratas', que es la obra en la que él empieza a decir en sus novelas lo que ya no le dejan decir en el periodismo. Como el decía, lo que hizo fue «cambiar de instrumento», y cuando no le dejaban tocar con un violín tocaba con un piano. Y lo hizo magistralmente.
-Como director del Norte durante la dictadura sufrió numerosas presiones. ¿Cuáles fueron los episodios más llamativos y cómo los afrontó?
-El principal episodio se dio por su defensa del campo, del campo castellano, que en aquel momento se está muriendo de sed y pobreza. A través del periódico él pide una solución al estilo del Plan Badajoz, reclama que el Gobierno se fije un poco más en Castilla. Ahí empezó el grueso de su pelea con el Ministerio. Esto coincide con la llegada de un nuevo ministro, que es Fraga, quien impulsa un 'experimento' que llaman «de apertura» de la prensa en España. Pero a Delibes le dabas la mano y te cogía el brazo entero, y nunca le pareció suficiente esa apertura y enfrentó al sistema consigo mismo decidiendo contar lo que querían contra. Ahí comenzó un largo periodo en el que ni Delibes ni los Ministerios, porque estaba el de Información y el de Agricultura, cedieron un milímetro. Muchos sábados era llamado a capítulo a Madrid y cuando volvía a Valladolid decía: «Bueno, parece que lo ges gusta la palabra 'sed', así que vamos a poner 'hambre'», o «no les gusta 'arrumbado' así que vamos a utilizar 'olvidado'». Al final siempre volvía a decir lo mismo y al final aquella pelea le costó el puesto.
NOVELAS
-Delibes también sufrió censura como escritor. ¿Cómo le afectó en esa faceta?
-Sí, claro, pero la censura literaria es muy distinta a la periodística. La periodística se ejercía al día y en El Norte tenemos varias historias sobre el tema, que también le costó el puesto a Cossío, antecesor de Delibes. Aquí han sido muy célebres 'los gatos de El Norte', que se incluían en los apartados que quitaba la censura para que el lector supiera que se había censurado, para que él se imaginara lo que ponía allí... Y seguramente para se imaginara cosas mucho peores a las que realmente ponía allí (risas). Sin embargo, la censura de la novela no voy a decir que era más laxa, porque en algunos casos hubo empecinamiento, pero sí diferente. Había que leerse el libro entero y, más allá de los temas sexuales, lo político pasaba de otra manera. No existía ese machaque diario que sufría lo que se decía en el periódico, que además tenía dos vertientes: lo que no se dejaba decir y lo que se tenía que decir obligatoriamente, lo que lógicamente Delibes nunca decía. Se recibían consignas a diario y en El Norte tenemos guardadas varias de ellas, algunas realmente buenas. A veces decía que había que titular a tres y enfocando el tema por aquí, otras que había que publicar dos o tres fotografías... Hay una preciosa sobre la muerte de Ortega que decía: «Se evitará en todo momento utilizar la palabra 'maestro'». En general, existía una censura férrea sobre los periódicos que en el caso de la literatura era más difusa, aunque también se daba. En el caso de Delibes hubo una edición entera de 'El príncipe destronado' en la que hubo que arrancar página a página un apartado porque hablaba de un general. Había censura pero eran episodios más puntuales, en cambio en la prensa era diaria y muy rigurosa, algo que acabó minando a Delibes.
NUEVAS CENSURAS
-Si Delibes volviese ahora a dirigir un periódico actual, ¿qué pensaría?
-Delibes hoy sería implacable con esas otras censuras absolutas, gigantescas, que tenemos los periodistas de los políticamente correcto. Él, que nunca fue políticamente correcto, que siempre llamó a las cosas por su nombre, hoy también tendría una gran dificultad para expresarse y decir lo que pensase. Y seguro que lo haría, como lo hizo en su momento, y tendría las recriminaciones de los Ministerios y del poder por no amoldarse a lo que le obligaban a hacer, por mantener su rebeldía. También hoy existen censuras de todo tipo, y un intelectual como Delibes, una persona con su capacidad de fondo no se iba a dejar engañar por esta libertad de terciopelo, de mentira, que tenemos hoy en día. Creo que hoy también sería indomeñable. En nuestro último encuentro hablamos precisamente de estas nuevas censuras, porque él decía que si fue difícil ejercer el periodismo en su época, no pensaba que la labor que a mí me tocaba cuando empezaba a dirigir el periódico fuera mucho más fácil. Ahora luchamos contra otro gigantes.
-En su caso tampoco fue una labor sencilla, entiendo.
-Dirigir un periódico es una de los elementos de alto riesgo más grandes que existen en la vida, por lo menos para las espaldas... (ríe). Claro que es complicado. Sobre todo porque antes estábamos hablando de la lucha contra una censura muy férrea pero muy burda, como fue la del régimen franquista, pero la censura de la democracia que vivimos se ha refinado mucho y es muy sutil. Es más fácil luchar contra lo burdo, contra la barbarie, que hacerlo contra las civilizadas tropa que ahora te están invadiendo por todos los lados. Es un ejercicio muy diferente. Ellos necesitaban de una gran astucia, pero les valía con luchar de frente, aunque luego sufrieran las represalias.
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