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El diálogo fructífero, quizás inesperado, abre a través del dibujo un puente entre siglos, artistas y espacios. A pesar de la distancia cronológica, ambos artistas coinciden y destacan por haber trabajado el dibujo como un fin en sí mismo y haberlo llevado a nuevos niveles, dotándolo de unas características innovadoras y extrapolándolo a otros ámbitos de su obra. Esa distancia entre un artista figurativo de finales del XIX y un creador «abstracto y conceptual» del XXI, aquí enfrentados. Son: Georges Seurat y Richard Serra. El Museo Guggenheim Bilbao presenta este verano 'Serra/Seurat. Dibujos', una exposición que reúne una selección de 22 dibujos del maestro de finales del XIX Georges Seurat, que a su vez dialogan con los dibujos de Richard Serra, gran admirador del anterior y, sin duda, uno de los artistas más relevantes de nuestros días.
En concreto los suyos son dibujos de la serie 'Ramble', creada en 2015. Aunque más conocido por su escultura, Serra reconoce que los dibujos son «el espacio más directo y consciente» en el que puede trabajar. «Es una de las pocas circunstancias en la que puedo entender la fuente de mi trabajo». Lucía Aguirre, comisaria, sentencia que «la obra de Serra no se puede entender sin sus dibujos».
Los dibujos de Seurat fueron muy valorados por artistas de su época como Maximilien Luce, Vincent Van Gogh, o Paul Signac, quien en 1899 los describe como «los dibujos de pintor más bellos que existen», y siguieron siéndolo por parte de artistas posteriores como Henri Matisse, Pablo Picasso, Henry Moore, Bridget Riley o el propio Richard Serra.
Seurat fue capaz, con medios muy simples, de hacer surgir formas de la oscuridad del conté sobre el papel blanco. Esto es a lo que se refería Serra al decir «el peso del dibujo se deriva no solo del número de capas de pintura, sino principalmente de la forma particular del dibujo. Es obvio –desde el Cristo de Mantegna hasta las manzanas de Cézanne– que las formas pueden implicar peso, masa y volumen».
En los dibujos de Seurat tiene especial importancia el soporte que utiliza, el papel. En la mayoría de las ocasiones elige un papel francés hecho a mano, el Michallet, que se caracteriza por sus irregularidades, su textura pesada y sus ondulaciones o crestas, casi imperceptibles a la vista, pero no para la barra de conté que desliza sobre su superficie. Más allá de su destreza técnica en la ejecución, podría decirse que Seurat «siente» el papel y lo dota de vida, dejando que absorba la cantidad de crayón justa para crear las luces, volúmenes y contrastes que hacen que pueda considerarse uno de los maestros del dibujo.
Este conocimiento del material que distingue a los grandes artistas lo descubre Richard Serra ya en su etapa de estudiante junto a Josef Albers, expresándolo con estas palabras: «Una vez que se entendía la lección básica de que el procedimiento estaba dictado por el material, uno también se daba cuenta de que el material imponía su propia forma a la forma».
En este caso, Richard Serra ve pronto que la escultura no se somete solo a la talla, el modelado o la fundición, sino que los materiales tienen gran influencia en la experiencia espacial que generan. También dota al dibujo de una trascendencia y, más allá de servirle como medio para otros fines, lo convierte en un lenguaje autónomo y va sometiéndolo a nuevas técnicas, formatos y materiales. En sus dibujos 'Ramble', serie que inicia en 2015, Serra, al igual que Seurat, se recrea en los materiales, como el papel japonés hecho a mano cuyo proceso de fabricación hace que las fibras generen diferentes «accidentes» y cada hoja sea distinta a los demás. Así, ningún Ramble es igual a otro, tanto por la manera en que el artista incide sobre el papel como por el modo en el que este reacciona.
En los dibujos de Seurat tiene especial importancia el papel hecho a mano que utiliza, al que 'dota de vida' dejando que absorba la cantidad de conté justa para crear las luces, volúmenes y contrastes que le convierten en uno de los maestros del dibujo. Un 'artista de artistas', admirado como dibujante por muchos de ellos, cuyos dibujos son objeto de culto para creadores y coleccionistas de todo el mundo.
En lo que se refiere a la técnica de sus dibujos 'Ramble' Serra aplica el crayón litográfico con dos métodos diferentes, uno de transferencia y otro de marcado directo sobre la hoja. En el primero, el grado de presión determina el mayor o menor grado de la transferencia y, por lo tanto, lo que en unas obras parece una ligera bruma, en otras se convierte en una masa oscura y borrosa.
Por su parte, la aplicación directa permite que la cantidad de material graso empleado sobre el papel sea más controlable y genere un resultado muy diferente y fascinante en todos sus matices. Serra crea estas obras «en una escala ponderada, si bien no se resiste a dotarlas de cierta monumentalidad al disponer 33 de los dibujos 'Ramble' más pequeños en una retícula definida por tres bandas de once». Con esta configuración, el artista comparte con el espectador el proceso seguido para realizarlas, llevándole a percibir los efectos que cada impresión genera sobre los papeles únicos.
En el dibujo y la pintura de Seurat pueden parecer mundos separados, pero su profundo conocimiento del color, que aplica fragmentado en sus lienzos, se refleja antes en sus dibujos en blanco y negro.
Como el color no deja de ser un efecto de la luz, conocer a fondo las gradaciones y combinaciones cromáticas sirve para, en ausencia de color, iluminar la máxima oscuridad del negro.
n la exposición puede apreciarse la evolución de los dibujos de Seurat tras su paso por la escuela de Lehmann y su posterior abandono de la misma y, con ello, de la senda 'tradicional'. Atrás quedan también los dibujos que realiza, algunos con lápices de colores, durante el servicio militar, en los conocidos cuadernos de Brest, que suponen el camino hacia la ruptura definitiva del artista con el academicismo y el inicio de su lenguaje maduro. Los pequeños dibujos, probablemente también procedentes de un cuaderno, 'Pareja sentada' (Couple Asiss, ca. 1881) y 'En mangas de camisa' (En bras de chemise, ca. 1881) evidencian sus intentos de ruptura con el delineado tradicional, mediante un sombreado rayado diagonal, enmarcado por breves líneas entrecortadas.
El dibujo de Seurat evoluciona en su etapa de madurez de forma vertiginosa, como atestiguan no solo los paisajes en blanco y negro de esta época, de una modernidad impresionista, sino también las figuras tumbadas, sentadas o paseando por un camino en una noche clara. Seurat sigue experimentando y trabajando sobre el papel hasta al final de su breve trayectoria, lo que se manifiesta claramente en su pintura. De Seurat, sin perder la oportunidad de crear claroscuros y ocupar toda la superficie del papel destaca'La vela blanca' (Le voile blanche, 1890), uno de sus últimos dibujos, «en el que la luz emana de una pequeña vela que domina la composición, para la que el artista francés no escatima en detalles y emplea hasta el último rincón del papel», algo que conecta con los dibujos Ramble de Richard Serra, en un diálogo estimulante.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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