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El escritor cántabro Mariano Fernández Urresti (Santander, 1965) siente especial predilección por los grandes enigmas de la historia. En sus ensayos y novelas rebusca «en la trastienda de los personajes históricos» y por sus manos han pasado Bécquer, Agatha Christie, Cristobal Colón o Jesús de ... Nazaret y Sherlock Holmes, «el más fantástico de todos», declara. Acaba de ganar el premio literario Jaén de Novela por 'La maldición de Charles Dickens', un hombre «que creía en fantasmas y pensaba que estaba en contacto con los espíritus», indica. Su novela intenta desvelar uno de los enigmas más grandes de la literatura, ¿qué fue de Edwin Drood?, un personaje sobre el que Dickens escribía cuando se murió y dejó la historia sin acabar.
–Enhorabuena por el premio a su novela 'La maldición de Charles Dickens', ¿cómo ha sido?
–Trabajo con la agencia literaria Silvia Bastos, que fue quien envió la novela al certamen. Estoy muy contento. Es el segundo premio literario que gano, el primero fue por el ensayo 'La España expulsada' sobre la expulsión de los judíos.
–Empecemos por el inicio, ¿por qué empezó a escribir?
–Siempre me gustó escribir pero fue durante unas conferencias sobre enigmas históricos que entablé amistad con una serie de autores y ahí empezó todo. Eran Iker Jiménez, Lorenzo Fernández y Javier Sierra. Y lo que había sido una mera afición se convirtió en algo serio y surgió 'Los templarios y la palabra perdida'. Desde entonces he escrito más de una veintena de libros.
–Y por qué los enigmas históricos, ¿qué le atrae?
–Estudié Historia Contemporánea en la Universidad de Cantabria. Es esa historia más heterodoxa, la que siempre me ha seducido. Hay personajes históricos con una trastienda muy jugosa en la que normalmente se repara poco y no se menciona en los manuales de historia.
–¿Cuánto tiempo tarda en escribir un libro?
–Unos dos años. Suelo viajar a los lugares donde vivieron los personajes y busco escenarios. En esta última novela tuve el asesoramiento del cineasta Pedro Telechea que me orientó sobre cómo el rodaje.
–¿Qué cuenta sobre Dickens en esta última novela?
–Charles Dickens falleció cuando escribía 'El misterio de Edwin Drood'. Era una novela de doce entregas y murió cuando iba por la mitad. Es uno de los enigmas más importantes de la literatura mundial porque se han hecho mil especulaciones. El protagonista desaparece o es asesinado, nunca se supo. Se han buscado finales alternativos, incluso se acudió a mediums. Desarrollo la trama en el siglo XIX y al mismo tiempo, en el siglo XXI, en Comillas, se filma una película sobre el misterio de Edwin Drood y el actor protagonista también desaparece. Las dos tramas van a la par y Comillas tiene una gran importancia en la novela, igual que el segundo Marqués de Comillas, que juega un papel estelar. Mezcla novela negra, gótica e intriga y un mundo al que Dickens tenía un gran cariño, el de los espíritus. Dickens creía en fantasmas y creía que estaba en contacto con alguno de ellos.
–¿Qué le ha llamado más la atención de Dickens como escritor y persona?
–Fue una autoridad en la literatura. Tuvo una infancia dura y vivió como algunos de sus personajes, David Copperfiel y Oliver Twist. Estaba convencido de la existencia de espíritus y la posibilidad de comunicarse con ellos. Creía también en la hipnosis y sus poderes curativos y, paralelamente, fue un hombre muy familiar, pese a que su matrimonio acabó como el rosario de la aurora. Tuvo una relación con una amante, larga y cobarde porque nunca la presentó en sociedad. Era imperfecto y eso me encanta porque yo también lo soy.
–¿Cuál es el personaje histórico que más llama su atención?
–Sherlock Holmes. Es fantástico. Los protagonistas de mis novelas tienen una rebotica que la historia olvida. Julio Verne perteneció a una sociedad secreta; Agatha Christie desapareció durante 11 días y nunca se supo que había pasado; las rimas de Becquer no son las originales, que se perdieron y las tuvo que reconstruir de memoria. Son episodios reales que me permiten construir novelas.
–¿Cómo elige a sus personajes?
–Me tienen que seducir porque vivo dos años con ellos. Son personajes imperfectos y atormentados. No hay nada más aburrido que la perfección.
–¿Cuál es su próximo proyecto?
–Tengo una idea ambientada en monasterios en la Edad Media.
–¿Qué ha aprendido de los libros?
–Me han enseñado a conocerme un poco más. He comprobado que muchos personajes idealizados de la historia, no son perfectos. El ser humano es divinamente imperfecto y eso me ha permitido en cierta medida perdonarme a mí mismo.
–¿Y a usted que le gusta leer?
–Me gusta escribir los libros que me gusta leer. Me gusta el género negro más que otros. También tengo cierta predilección por la época victoriana del siglo XIX. Y me encanta Drácula, aunque mi personaje literario por antonomasia es Sherlock Holmes.
–¿Qué ingredientes debe tener una buena novela?
–Si lo supiera tendría mucho más éxito (ríe). Todo gira alrededor del bien, del mal y el amor.
–¿Qué tiene el género negro que no tienen otros?
–Encuentro pocos escenarios más seductores que leer en una habitación tranquila una novela negra.
–Terminemos con una reflexión, ¿por qué escribe?
–Porque durante el proceso de escritura las cosas suceden como a mí me gusta.
–¿Nunca un personaje de su novela le arrastró a un sitio al que no quería ir?
–Sin duda. Tengo un pequeño antihéroe, un tipo odioso, Miguel Capellán, que es periodista entregado a la búsqueda de misterios y a veces me conduce a lugares donde no pensaba ir. Es un tipo odioso y antipático, un reflejo de la realidad.
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