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El género epistolar, hoy tan marginal o transformado en otras formas de comunicación ligadas a las nuevas tecnologías, la inmediatez y la celeridad, constituye el elemento común de las dos novedades editoriales que presenta este verano la Fundación Gerardo Diego. Por un lado, con carácter ... inédito tras ser rescatadas del olvido las 16 cartas del periodo 1927-1928, entre Fernando Villalón y Gerardo Diego, en edición, introducción y notas de Jacques Issotel. Y, por otro, bajo el epígrafe 'El tiempo y su espuma' la correspondencia personal de Juan Gil-Albert y Jaime Siles, en edición, introducción y notas de Manuel Valero Gómez.
La relación amistosa y literaria de Villalón y del poeta santanderino Gerardo Diego queda trazada a través de 16 cartas salvadas del olvido en esta publicación editada por Renacimiento. Los años 1927-1928 en que Villalón (Sevilla 1881 -Madrid 1930) y Diego (Santander 1896-Madrid 1987) cruzan las misivas que ofrece esta edición –en su totalidad inéditas–, ambos poetas viven situaciones a la vez parecidas y diversas. A los 46 años, Fernando Villalón acaba de vender sus últimos toros y se encamina a la ruina económica, mientras el poeta de 'Versos humanos' es, desde 1920, catedrático de Literatura Española en el Instituto Jovellanos de Gijón. Como si el fracaso profesional hubiera dinamitado su vocación literaria, Villalón publica en 1926 su primer libro: 'Andalucía La Baja'.
Cuando lo descubre, Gerardo Diego publica una reseña, a la vez crítica y elogiosa, y la publica en La Gaceta Literaria. Este texto en que el poeta anima al «poeta novel» es para Villalón un poderoso incentivo para seguir adelante y tomar conciencia de su talento poético.
El epistolario entre ambos, a pesar de su brevedad, «nos hace vivir desde dentro la relación amistosa y literaria de dos grandes poetas del 27, la eclosión de dos de las mejores revistas de la famosa generación –Carmen y Lola y Papel de Aleluya– y un momento clave de la poesía española del siglo XX». Villalón ha sido durante mucho tiempo un autor ignorado, o recluido en el suburbio anecdótico y amistoso de la generación del 27.
El mérito de su recuperación corresponde a su mejor conocedor, el profesor Jacques Issorel, que en 1985 dio a la imprenta la poesía inédita del autor, y dos años más tarde su obra reunida, ambos volúmenes en la editorial Trieste, que fundara Andrés Trapiello. A Villalón había dedicado Issorel su tesis de doctorado, publicada por la Universidad de Perpignan en 1988. Un poeta de publicación tardía, aunque desde su juventud estuvo vinculado a la vanguardia española. Fundó, en compañía de Adriano del Valle y Rogelio Buendía, la revista Papel de Aleluyas y entró en contacto con los poetas del 27 gracias a Ignacio Sánchez Mejías. Sus tres libros de poemas (Andalucía la Baja, La Toriada, Romances del 800) aparecieron sucesivamente en 1927, 1928 y 1929, poco antes de su prematura muerte.
Issorel (Marsella, 1941), catedrático honorario de la Universidad de Perpiñán Via Domitia, ha dedicado gran parte de su labor docente e investigadora a la poesía española. Entre sus trabajos, están varias ediciones de la poesía de Fernando Villalón.
Por otra parte, la Fundación santanderina, de la mano de Pre-Textos, edita 'El tiempo y su espuma. Correspondencia personal entre Juan Gil-Albert y Jaime Siles'. La obra reúne veintisiete cartas inéditas entre los dos poetas valencianos, así como varios apartados que documentan valiosos testimonios de su amistad.
Si bien la relación entre Gil-Albert y Siles se extiende entre el famoso encuentro de enero de 1970 hasta el fallecimiento del primero (1994), esta relación epistolar puede acotarse gracias al arco temporal que va desde 1970 hasta 1984. La publicación de esta correspondencia «puede representar un hito en sus respectivos historiales literarios, al mismo tiempo que arrojar luz sobre el panorama literario valenciano de la baja posguerra española», segúnlos editores.
Aquí entra en juego «la importancia del decanato de Juan Gil-Albert sobre el grupo valenciano y la funcionalidad historiográfica de su casa de Taquígrafo Martí, por donde pasarán Francisco Brines, Guillermo Carnero, Pedro J. de la Peña (el reinosano recientemente fallecido), Alfonso López Gradolí, Jenaro Talens, Siles o el propio César Simón. Así recorre este libro la correspondencia personal «como los sellos gastados de una intimidad franqueada por la nostalgia, un pasaje fundamental para entender las cenizas finiseculares de nuestra literatura reciente».
A pesar del «tiempo y su espuma», cuando «las pocas páginas escritas de mi vida» –citando una misiva de Siles– «no han sido ensuciadas por los años». A este lado, simplemente, «el Mediterráneo, la tradición clásica, André frente a Gide, los caballos galopando sobre la arena: la nada».
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