Isaac Marcet (Barcelona, 1981) no tenía ni 30 años cuando creó 'PlayGround', una revista digital de gran éxito cuyos contenidos iban de la tecnología a la música y la política. La publicación cerró cuando un cambio en los algoritmos redujo drásticamente su audiencia. A partir ... de ahí, su promotor se dedicó a realizar algunos 'podcast' relacionados con la política y el pensamiento en general. Hace unos meses publicó un libro que provoca al lector desde su mismo título: 'La Historia del futuro' (Ed. Plaza & Janés). Sus reflexiones, que parten en muchos casos de los mitos clásicos y la Historia antigua, tienen una dosis de amargura y pesimismo y giran en torno a un concepto distorsionado del tiempo. Hay también mucha crítica sobre lo que los humanos hemos hecho con el planeta y nuestras sociedades, que nos ha llevado hasta un punto en el que hemos creado unas máquinas que nos engañan. Sin embargo, siempre hay esperanza. Pero depende de muchos cambios. Cambios radicales.
- A usted no le gustó que el Papa cambiara el 'Padre nuestro' para cambiar lo del perdón de las deudas por el de las ofensas.
- Para contestarle tengo que referirme a la palabra 'futuro', que es un término del siglo XVI. Antes se usaban otros como 'devenir' y 'destino'. Se inventa pensando que vamos a ir adelante, siempre a mejor. Las grandes fábricas de futuro son el descubrimiento de América para los europeos, que supuso un subidón en el viejo continente; la invención del reloj mecánico, que hace que veamos el tiempo de una manera lineal, cuando no lo es; y un cambio radical en el concepto de deuda, que durante miles de años había sido algo controlado.
- La deuda. Dice en su libro que eso es lo que cambia todo.
- En Mesopotamia, al comienzo de cada año se perdonaban las deudas y todo comenzaba de nuevo. Con Lutero aparece otra visión que se enfrenta a la del cristianismo del sur de Europa: están la idea de trabajar para vivir y la de vivir para trabajar. En cuanto a la deuda, piense que hasta finales del Medievo la usura estaba perseguida. Cuando en los años ochenta del pasado siglo el Papa cambia el 'Padre nuestro' para pedir que se perdonen las ofensas lo hace en el contexto de un neoliberalismo promovido por Reagan y Thatcher. La economía lo controla todo, la especulación se adueña de todo.
Nadie al control
- El capitalismo crece a partir de un cambio filosófico y religioso enorme que nace con Lutero y la creación del dinero puso las bases de la especulación al alejar el concepto de cambio de la realidad física, asegura. El problema es qué hacemos ahora.
- Hay autores que sostienen que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. ¿Qué hacer? Soy pesimista. Creo que el dinero es la peor de las ficciones, pero las ficciones se pueden cambiar. El problema es que no hay nadie al control. Los grandes inversores ni siquiera saben muy bien en qué invierten porque los arrastran las máquinas. Se enteran luego, en la supervisión de las operaciones. Habrá que luchar contra una máquina que es a la vez un servidor físico y una forma de pensamiento. Las máquinas conjeturan, nos engañan con hechos aparentemente objetivos.
- ¿Y la política?
- La política forma parte del problema porque también está automatizada. Se sabe que lo que impacta es la polémica, la polarización. Y se sigue por ahí. La política está contaminada por la forma binaria y falsa de ver la realidad. Pienso que hay que volver a la economía del hogar, que es la real. Qué puedo gastar y qué no, puedo traer un niño al mundo o no. Esa economía del hogar la puedes ver; la otra, no.
Ideologías
«Derecha e izquierda en el fondo piensan que el mundo es capitalismo y todo depende de en qué lado estás»
- El concepto de tiempo está cambiando. Y nos aterra el final, la muerte.
- La única forma de luchar contra el caos real es poder pensar. Hemos abolido el espacio y el tiempo se ha transformado de tal manera que ahora el tiempo productivo es cada vez más largo. Ya no hay ocio, todo es negocio. Y el tiempo se ha vuelto así más pequeño. Nos hemos enchufado a un tiempo en el que producimos continuamente.
- Esa abolición del tiempo y el espacio se une a la desaparición de muchas referencias físicas. Un metro ya no es la longitud de una barra de platino guardada en un museo.
- Todo tiene consecuencias. La pulverización del tiempo hace que trabajemos todo el rato. En la Antigüedad decían que la única forma de liberarse era romper el tiempo. El problema es cómo se hace.
- ¿Y la creación de avatares, de personajes con nuestros atributos? Podemos morir físicamente y seguir viviendo en otra dimensión. ¿Futuro o eternidad?
- Eso es lo contrario a eternidad. Todo es futuro y la forma de entenderlo es lo que define cualquier otra cosa. Esos avatares son un ejemplo mórbido de un 'ahora' que corre a la velocidad del rayo. El avatar es un infierno, estás fijado en un instante.
- Los marxistas concluyeron que el catolicismo es una religión conservadora porque lo fía todo a la recompensa en el cielo, lo que merma el interés de conseguir justicia en la Tierra. ¿Podría suceder lo mismo con esa vida en el ámbito digital?
- El avatar es un 'no lugar', cuando lo que hay que hacer es regresar a un lugar en el que hallar la paz. El avatar te lleva a una utopía. Marx supo ver los engranajes peligrosos de la máquina que es el capitalismo pero lo que hizo fue aumentar su poder, llevándola a todo el mundo y no solo a la burguesía. Irónicamente, la utopía acaba destruyendo el mundo que quiere mejorar. Marx acertó en el diagnóstico pero se equivocó en la solución. Los primeros cristianos eran comunistas en el buen sentido del término, pues lo compartían todo. El problema llega cuando aspiramos a que algo pueda conseguirse mañana porque el paraíso está aquí y ahora, y lo hemos negado. Si el tiempo no existe, si no es más que una percepción, estamos ante un punto de vista más que otra cosa.
Debate
«La política está contaminada por una forma binaria y falsa de ver la realidad»
- Una frase provocadora del libro: los grandes marxistas de hoy son los jefes de las grandes empresas porque son los únicos que piensan que la economía mueve el mundo. Explíquela.
- Tanto la derecha como la izquierda en el fondo piensan igual: que el mundo es capitalismo y todo depende de en qué lado estás. Unos tienen la idea de que unos pocos controlan el mundo y otros la de que han de ser unos muchos. Pero comparten la misma visión extractiva. ¿Solución? Acabar con el sistema de partidos que comenzó hace dos siglos y volver a una política que trascienda una visión que busca solo multiplicar los bienes de la Tierra, cuando eso es imposible.
- ¿Estamos ante la primera ocasión de la Historia en que el futuro no se presenta ante nosotros como un tiempo mejor?
- No hay debate sobre eso. El 95% de la gente cree que el futuro es negro. La mayoría de los jóvenes, algo así como un 70%, piensa que nuestra civilización se va a acabar. Es lógico: los jóvenes están cada vez más asfixiados. La palabra 'apocalipsis' significa la caída del velo. No puedes desatar fuerzas que no vas a poder controlar. Debemos ser conscientes de que vivimos en un mundo con límites. Sufriremos mucho, pero puede ser una oportunidad: la de volver a un mundo con límites para hallar ahí la salvación. Los sabios de la Antigüedad decían que todo tiene un límite y ahí se encuentra la libertad. La libertad siempre fue una paradoja. La libertad es conocer tus límites y con lo que te han dado poder volar.
Encuentro entre ciudadanos
- Ese pesimismo sobre el futuro también alcanza lo moral. Hoy las democracias parecen más amenazadas que hace 50 años.
- No puede haber encuentro entre ciudadanos, que eso es la política, si el lenguaje utilizado no respeta una moral. Hemos pasado de un lenguaje simbólico a uno alegórico y ahora estamos vaciándolo de significado. De ahí el caos. Cuando el lenguaje no es más que una cáscara comienza la implosión. Cuando no sabes si un vídeo es real o no, si algo que has visto en las redes está fuera de contexto y por eso lo cancelan… La verdad ahora es el lenguaje y este no es más que una imitación. Como decía Borges, cuando el mapa engulle el territorio, hemos llegado a ese punto de implosión. Los humanos deberíamos tomar una decisión crucial: decrecimiento, otro sistema económico, un tiempo circular, perdonar la deuda, pasar a un lenguaje con significados. Hay que desandar el camino y volver al centro, donde los opuestos se fusionan, el lugar del equilibrio. Nuestra Ítaca.
- Los ataques a las máquinas del siglo XIX recuerdan el rechazo actual a los avances de la genética y de la IA. ¿Tenemos más temor a la ciencia y la técnica que en generaciones anteriores?
- La ciencia es una aproximación que intenta acercarse a la verdad. Es como un reloj: qué mide. No el tiempo real. Todo verdadero científico es en realidad un místico. Sabe que la verdad es enorme y solo podrá acercarse a ella. La ciencia actual, por otra parte, es sinónimo de tecnología y esta no es neutra, persigue un objetivo concreto. La tecnología digital, por ejemplo, busca suplantar todo lo analógico y sustituirlo por un mundo de unos y ceros.
Esperanza
«Tenemos la oportunidad de volver a un mundo con límites y hallar ahí la solución»
- En su libro habla mucho de la utopía. Es hermosa, es necesaria como planteamiento intelectual… ¿pero por qué las mayores tragedias de nuestra Historia se deben a los intentos de algunos iluminados de llevarlas a la práctica?
- Siempre se habla de los dos grandes totalitarismos del siglo XX, movidos por pensamientos utópicos, y del drama que ambos causaron. Pero junto al comunismo y el nazismo hubo una tercera utopía en la que pocas veces se repara: fue la del capitalismo asociado al liberalismo. Y esa nos ha llevado a un baño de sangre en una guerra cruel de todos contra todos y contra los recursos naturales.
- ¿Es tan mala como las otras dos?
- Puede que sea la peor de las tres porque nos hizo creer que era un planteamiento pragmático. El peor mal es decir que ya no existe el mal. Por eso lo que hay que hacer es salir de esta tercera utopía porque el liberalismo y el capitalismo también han sido una utopía sangrienta. Hay que desandar el camino, no en busca del pasado, que es imposible, sino en busca del origen.
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