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El director del Centro Pompidou, Bernard Blistène, y el profesor de la Universidad de Harvard, Benjamín Buchloh, alabaron ayer los «tesoros» del Archivo Lafuente durante el curso 'Archivo y Memoria' que se celebra en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Ambos desconocían de su existencia ... y tras visitarlo señalaron que «es soberbio» y «me dejó sin aliento» porque «alberga piezas imposibles de ver o conseguir en otro lugar del planeta».
Blistène reconoció ayer en su conferencia que «los archivos no abordan el pasado, sino el futuro» y ese es el verdadero sentido para que haya archivos en el seno de los museos. Señaló que desconocía de la existencia del Archivo Lafuente y lo calificó de «soberbio». «Es difícil reunir tanta obra de principios del siglo XX y para ello es clave la colaboración entre instituciones», añadió. A su juicio, los Archivos «tienen un papel más fuerte que nunca porque lidian con la verdad, ayudan a investigar y descubrir la verdad», señaló. Por eso, reconoció que es importante que hoy los museos expongan sus archivos. Explicó que la labor de seleccionar algunos elementos que componen un registro «lleva implícito el descarte de otros documentos. No sólo es un deseo de conservar, en ocasiones también de olvidar».
Bernard Blistène | Centro Pompidou
En su conferencia avanzó que la labor de catalogación no es tanto ordenar unos hechos que ya han sucedido como plantear preguntas de futuro. «Existe un impulso, un deseo irresistible, que nos empuja no sólo a conservar esas huellas, sino a interpretarlas», avanzó. Finalmente, explicó que el centro de investigación del Pompidou es accesible a estudiantes, críticos, artistas y familiares, algo que ayuda a los creadores a utilizar la información que obtienen en los archivos «para explorar nuevas obras». Por eso, insistió en que es necesario abrir estos catálogos a los artistas, «para que puedan tenerlos en cuenta y reconsiderar su propia obra».
El profesor Benjamin Buchloh también destacó la importancia de los archivos que «hoy en día tienen que diseminar tanta información como sea posible para que todo el mundo adquiera autodeterminación histórica». Y sobre el Archivo Lafuente indicó que desconocía de su existencia, pero «ha sido una auténtica sorpresa conocer que en España hay un archivo de una calidad tan grande, que hasta el momento sólo he visto algo similar en París y Nueva York». La visita al Archivo Lafuente «me dejó sin aliento» y lo que más le sorprendió es que «hay piezas raras que son prácticamente imposibles de ver o conseguir en el resto del planeta».
El director de la Fundación Antoni Tàpies, Carles Guerra, también intervino ayer en el curso donde abordó la relación que se establece entre documentación, archivos, creación artísticas y exposiciones. Guerra hizo un repaso por algunas de las muestras en las que actuó como comisario y que tuvieron como hilo conductor la recopilación de datos que precede a una obra determinada. Así, desveló que su exposición '1979. Un monumento a instantes radicales' tuvo como inspiración la novela 'La estética de la resistencia', del alemán Peter Weiss, y algunas de las pinturas, objetos o escenarios que se describían en ella. Guerra, quien describió el texto como «fatigante, exhaustivo y agotador», elogió el nivel de detalle con el que ilustra las imágenes o los acontecimientos históricos en la novela. Además, abordó la influencia de los archivos en la producción de la fotógrafa documentalista Susan Meiselas o del escritor, cineasta y fotógrafo Alan Sekula.
Benjamin Buchloh | Profesor de Harvard
Y ayer también intervino Mela Dávila, quien ha trabajado en instituciones como el Macba -Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona- o el Reina Sofía. Además ha colaborado como comisaria, asesora e investigadores con el Archivo Lafuente que definió como «el Archivo por antonomasia». En su ponencia reflexionó sobre cómo se estructura un Archivo, defendió su importancia dentro de los museos y planteó varios ejemplos sobre qué hacer ante una exposición con fondos documentales. El ejemplo que más interés despertó fue el del pintor expresionista alemán Emil Nolde, admirador del nazismo y antisemita. «Mantuvo una relación con Goebbels, pero a Hitler nunca le gustaron sus cuadros», explicó. Por este motivo, sus obras fueron prohibidas y el artista decidió entonces «manipular su biografía y presentarse como víctima del nazismo. Olvidar un pasado que ahora ha sido rescatado en una exposición en Berlín. ¿Es correcto ir contra la voluntad de un artista en una exposición?», planteó Dávila.
En el encuentro 'Archivo y memoria' han participado también el coleccionista y propietario del Archivo Lafuente, José María Lafuente y el director del Museo Nacional de Arte Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, quien ha sido el responsable de las jornadas.
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