Borrar
Divos:«Lo más sorprendente es su conciencia de la fragilidad»
SOTILEZA

Divos:«Lo más sorprendente es su conciencia de la fragilidad»

Jesús Ruiz Mantilla presenta hoy su nuevo libro, una visión del mundo de la ópera a través de veinticinco de sus mejores voces

Jueves, 26 de enero 2023

El libro que esta tarde presenta el periodista y escritor Jesús Ruiz Mantilla (Santander, 1965) en el Ateneo, en un nuevo acto organizado por el Aula de Cultura de El Diario Montañés, empezó a escribirse hace veinticinco años y casi de forma inconsciente. Lleva por título 'Divos' (Galaxia Guttenberg) y no es otra cosa que un retrato colectivo de veinticinco de las mejores voces de la ópera contemporánea, fruto de las profusas crónicas, entrevistas y perfiles que el autor ha abordado durante su vida de periodista cultural. El libro entremezcla tres generaciones de divos, jóvenes e hijos de la posguerra española y europea, de Teresa Berganza a Pavarotti, Plácido Domingo y Josep Carreras o Felicity Lott, que protagonizaron la segunda mitad del siglo XX, a quienes comenzaron con fuerza a irrumpir en el XXI, o jovencísimos, como el contratenor Jakub Józef Orliński y maduros en plenas facultades, que van de Javier Camarena a Juan Diego Flórez y Cecilia Bartoli,... Otros, que han triunfado en el presente con mentalidades del pasado, como Angela Gheorghiu y Roberto Alagna.

Jesús Ruiz Mantilla
Imagen - Jesús Ruiz Mantilla

Cuando tras años de oficio profesional, Ruiz Mantilla pensó en escribir este libro no era consciente de todo el material del que disponía. En él se recogen 25 años de conversaciones, crónicas, entrevistas, cuestionarios telefónicos y muchos más presenciales, y aunque hay algún otro divo que no aparece en la obra, porque considera que el material que tenía no era lo suficientemente interesante como para que viera la luz, está convencido de que en el libro están todos los grandes nombres de la lírica del último cuarto de siglo. «Y hacer esta selección me ha hecho sentirme abrumado. Por un lado porque han pasado 25 años desde que empecé a hacer este trabajo y eso me ha hecho darme cuenta de que ya soy mayor y que llevo mucho tiempo trabajando en este campo, pero sobre todo me ha apabullado ver la cantidad de material que tengo. Puedo afirmar que de las grandes voces de la ópera en el mundo, prácticamente no me falta a nadie por entrevistar y, además, a algunas lo he hecho más de diez veces y las he conocido desde sus comienzos», asegura el periodista.

Voces de tres generaciones. Pinceladas expresadas en 'divos'

Sencillamente, la mejor
Cecilia Bartoli

Sencillamente, la mejor

La mezzosoprano (Roma, 1966) ha marcado época. Ha abierto brecha en el estudio de tesoros escondidos o en la forma de labrar una carrera de manera moderna, que muchos han imitado. Propuso otra forma de abordar en elbel canto a Rossini y a Bellini, sentó cátedra mozartiana y descubrió para un público amplio la ópera de Vivaldi.

De los arrabales a hacer historia
Juan Diego Flórez

De los arrabales a hacer historia

Su singularidad no radica solo en sus dotes técnicas o cualidades interpretativas, sino también por algo que solo él tiene y que lo distingue: la belleza de su color de voz. «Única, excepcional». No ha renegado ni de su condición ni de sus raíces. Luciano Pavarotti cuando le escuchó por primera vez lo designó, de alguna manera, su sucesor.

El gigante dramático
Jonas Kaufmann

El gigante dramático

La versatilidad de este tenor es tal que en Italialo han adoptado como a uno de los suyos. Hoy triunfa en una doble condición. Destaca como un cantante tan del norte como del sur. El poderío encima de un escenario, su magnetismo, su entrega emocional, su arrastre, hacen el resto: lo convierten en especial, en un fenómeno único.

La solidez humilde
Carlos Álvarez

La solidez humilde

«Soy cerebral, aunque después de tomar una decisión bien meditada me entrego». Así fue, también, como se lanzó al mundo de la ópera y la zarzuela. En la ópera «le das continuidad con la vocalidad a cada función que acometes». Enla zarzuela «debes cambiar de registro y, además, hablar, lo que implica un esfuerzo enorme y suplementario».

Después de tantas entrevistas, a Juan Diego Flórez, por ejemplo, más de diez en los últimos 20 años y otras tantas a Cecilia Bartoli o Javier Camarena, no cree que le haya quedado ninguna pregunta por hacer. «Mi objetivo, lo que busco siempre como periodista, es que el entrevistado me sorprenda. No suelo ir con una idea preconcebida y en estas conversaciones, en las que hemos tratado temas muy diversos, tengo que reconocer que todos estos personajes me han sorprendido cada vez que he hablado con ellos», insiste.

Aunque sí hay algo que tienen en común todos sus divos y que Ruiz Mantilla destaca: «Su conciencia de la fragilidad» y es que, pese a que sus seguidores, el mundo en general, les ve como «figuras casi míticas, indestructibles y hasta titanes» y como «portentos que viven en un mundo paradisiaco» ellos son muy conscientes de que su instrumento no es un aparato que se pueda cambiar por otro cuando se rompe. El suyo está en su garganta, que les puede fallar en cualquier momento y acabar con su carrera de un plumazo. «Todos están obsesionados con ello».

Voces de tres generaciones. Pinceladas expresadas en 'divos'

El contratenor exquisito
Phillippe Jaroussky

El contratenor exquisito

Una figura que, a su exquisita línea de canto, une una natural relación del arte con la vida. Es uno de los intérpretes más cotizadosdel momento: curioso, audaz y accesible, con un rol activo en la comunidad gay, entre la que ha sabido aglutinar multitud de adeptos. «Canto para defender cierto tipo de música. No por ego.»

Autenticidad y humillaciones
Ermonela Jaho

Autenticidad y humillaciones

La suya es una historia de voluntad y ambición, pero también de palos a mansalva y agujeros negros. Padeció la miseria del inmigrante y varios escupitajos a la dignidad. Sus armas no se basan en la técnica, sino en algo que va más allá: en la vida. «Para transmitir toda esa enciclopedia de emociones se necesita empeño y algo de secreta locura».

La audacia de la soprano runner
Lisette Oropesa

La audacia de la soprano runner

Tras convertirse en la primera mujer que había ofrecido un bis en solitario desde que elTeatro Real reabrió sus puertas en 1997, la soprano salió a correr por las calles de Madrid. ¿Divismo?. «Una cantante que tiene no solo voz e imán en el escenario sino también una presencia fuera. Yo me conformo con hacer bien mi trabajo».

Una soprano transparente
Sondra Radavonovsky

Una soprano transparente

«El divismo es un imán. El término está cambiando. Debemos quedarnos con lo positivo. No queremos al caprichoso que llega tarde, pero sí a alguien que se muestra generoso con su tiempo y con su arte. Representa una búsqueda de ser únicos, marchar al toque de nuestro propio tambor sin que debamos someternos a ciertas reglas».

Por eso, reconoce también el periodista, «la mayoría lo ha pasado muy mal durante la pandemia. Es muy interesante ver lo que decían antes y después de los meses del confinamiento por el covid. Muchos de ellos llegaron a tener una crisis de identidad y plantearse por qué estaban tanto tiempo viajando por el mundo sin ver crecer a sus hijos. Javier Camarena, por ejemplo, dejó de cantar durante casi tres meses y luego tuvo que ensayar mucho para volver a tener su voz a punto », señala.

Voces de tres generaciones. Pinceladas expresadas en 'divos'

Beligerancia y compromiso
Bárbara Hendricks

Beligerancia y compromiso

Encarna con fuerza la responsabilidad ética del artista que antes que otra cosa se siente ciudadano y se ve obligado a aportar otro valor más allá del meramente creativo. «Nuestra obligación consiste en reflejar lo que está escrito en las partituras, respetar la grandeza de quienes han escrito la música y no salir a enseñar nuestros modelitos».

Hundirse por el carácter
Angela Gheorghiu

Hundirse por el carácter

Se creyó muy a fondo esa ilusión de sentirse especial con aires de emperadora. «Soy diva. Eso es un hecho y me siento orgullosa de ello. Nací para eso. En mi familia, en mi país, no he sido otra cosa. Diva quiere decir alguien que es especial, que vive una vida especial, que no se reduce únicamente a una cantante, que llega a artista total».

Un lujo que España no supo digerir
Teresa Berganza

Un lujo que España no supo digerir

«Tan graciosa e impredecible, como rigurosa y seria para lo suyo. Gran testigo de su tiempo, con un radar realista hacia el pasado y buen ojo para el futuro. Se mostró siempre castiza y modernísima». Caso insólito de carrera duradera en la cumbre «sin que le hiciera sentirse presa de una grandeza o una parte decadente de una gloria pasada».

El último sueño del tenor
Luciano Pavarotti

El último sueño del tenor

«Muchos lo seguimos admirando en lo que supo hacerse valer pero también incluso en sus horas más bajas, como aquel único encuentro, que resultó crudo por el reflejo que tuve que transmitir de él en su triste ocaso». Se fiaba de la gente y se apasionaba por cualquiera. Su secreto fue demostrar que era capaz de transmitir todo aquello al público».

En este ejercicio de la sorpresa que ha supuesto recuperar todos estos trabajos periodísticos con los grandes divos de la ópera, el autor también se ha descubierto a él mismo. «Es curioso, porque de una forma completamente inconsciente a todos ellos les preguntaba por el divismo. Y no me he dado cuenta hasta que no he reunido todo el material que esa cuestión nunca faltaba en nuestras charlas». ¿Y lo mejor? «que ellos mismos iban cambiando su respuesta cada vez que les preguntaba. El divismo para ellos es un término mutante que va variando en función del estado de ánimo en el que se encuentran o el momento de la carrera en el que estén. En el caso de Bartoli, se percibe mucho, pero prácticamente les pasa a todos».

Plácido Domingo

Uno de los protagonistas del libro es Plácido Domingo, un nombre que en los últimos tres años ha sido denunciado por más de 20 compañeras y el Sindicato de Músicos de Ópera de Estados Unidos por acoso sexual. A Jesús Ruiz Mantilla lo que más le llama la atención de este escándalo es «el comportamiento tan infantil en la respuesta del tenor a todas esas acusaciones» y le da la sensación de que, «al igual que el Rey emérito» Domingo no acaba de ser consciente del mundo en el que vive. «A lo mejor es porque no se ha sabido rodear de gente que le ponga en su sitio. Pero tanto él como el monarca han demostrado no ser muy inteligentes en el sentido de que no han visto los cambios tan rápidos y tan sanos que se han producido. No saberlo ver es estar ciego o no tener capacidad intelectual para entenderlo».

En la ópera

Hacia el equilibrio escénico

Ana de la Robla

No es ningún descubrimiento afirmar que la ópera es un espectáculo total, lo que justifica su extraordinario éxito entre todas las clases sociales desde su mismo nacimiento. Hay ópera para elitistas (generalmente la ópera de épocas pretéritas, con sus arias de inspiración clásica, su iluminación tenue y sus danzas de aire galante) y ópera para caldear los ánimos de las clases populares (con coros imponentes y arias melosas o bien airosas como si estuvieran recorridas por un amplio sorbo de vino). Hay incluso óperas que satisfacen ambos criterios a la vez. Pero en todos los casos hay un elemento común, que es el de la amplitud sensorial que es capaz de tocar o conmover el espectáculo operístico. La ópera es música cantada, es música orquestal, es teatro, es escenografía. Es cierto que en tiempos anteriores la parte musical gozaba de mayor peso. Importaba mucho la interpretación desde el foso y asimismo el desempeño de los cantantes; no era infrecuente acudir a una ópera porque cantaba una soprano estrella o un tenor rutilante: en este sentido, puede decirse que, en una gran parte del mismo, el siglo XX ha sido sin duda el siglo de las voces. Las escenografías solían resolverse de un modo más o menos convencional, atentas a las indicaciones sugeridas por el libreto o por la ambientación lógica de la propia obra.Sin embargo, en las últimas décadas esta situación ha variado sustancialmente.

La proliferación de cantantes y de formaciones orquestales de calidad, un tanto alejados de un protagonismo exacerbado, ha abierto la puerta a una figura nueva, que además se beneficia del gusto contemporáneo del público por lo visual, por la interpretación del mensaje que la supremacía de la imagen aporta, muchas veces de forma paralela y no siempre conectada con el sentido real de la ópera. Esa figura es la del director de escena, cuya labor ha devenido en ocasiones autentica dictadura.

Durante aproximadamente treinta años el director escénico ha captado toda la atención de los montajes operísticos, despojándolos de su esencia y encareciendo extraordinariamente la oferta, de forma que resulta inaccesible si no es para grandes auditorios con avanzadas disponibilidades técnicas. Injusto sería afirmar esto sin apreciar también el reverso de la moneda: hay montajes con los que determinadas óperas alcanzan una dimensión mágica, quedando grabados en nuestros corazones para siempre. En la actualidad estamos atravesando un momento dulce en lo que a este asunto se refiere. Paradójicamente, las restricciones económicas que se han aplicado a raíz de la pandemia han recortado los delirios de muchos registas en tanto muchos auditorios optan por propuestas más asequibles y realistas. Por otro lado, el peso de la dirección musical es importante, no nos engañemos: muchos de los excesos escénicos cometidos en algunos coliseos se han producido porque el director musical de turno se ha plegado a un proyecto en el que el factor relevante era el crematístico. Pero es posible una solución alternativa: en Madrid he presenciado en tan solo dos meses un 'Orphée' de Glass-Cocteau (dirección escénica de Rafael Villalobos) y un 'Dido y Eneas' de Purcell (ídem de Blanca Li) espléndidos. Su secreto: el equilibrio.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Divos:«Lo más sorprendente es su conciencia de la fragilidad»