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«Revelábamos a todo correr, los secábamos un poco por encima con un pañuelo, que siempre rayaba, porque claro, trabajábamos a contrarreloj. Hacíamos la foto ahora y a la media hora tenía que estar en el periódico, entonces no era el digital. (...) Y si la noticia que cubríamos estaba lejos de la redacción, entonces revelábamos en los baños de los hoteles. Montábamos un laboratorio, se revelaba y se iba a la telefónica de cada ciudad y se hacía una telefoto de campaña. (...) A veces lo hacíamos en el coche, en una especie de cámara oscura portátil....». Las palabras del fotógrafo nonagenario José Luis Araúna detallan de forma significativa una manera de trabajar y una forma de vivir la fotografía de primera línea en el fotoperiodismo que fue abriéndose paso la pasada centuria. Su mirada tuvo su rito de iniciación junto a su padre, el también fotógrafo, Joaquín Araúna, y ambas trayectorias santanderinas, que abarcan desde los años veinte y hasta principios del XXI, son testimonios, reflejos, crónicas y documentos de la historia de la comunidad y su capital en particular.
De la crónica a la inmediatez. De lo documental a lo cotidiano. De los costumbristas a los acontecimientos populares y deportivos. De la herida y la cicatriz del incendio del 41 al Hospital Valdecilla. Del suceso al hecho insólito. El Centro de Documentacion de la Imagen de Santander rinde homenaje en abril a los fotógrafos Joaquín Araúna Agenjo (1903-1965) y su hijo José Luis Araúna González (1930) con una exposición y una publicación sobre su huella. Sus miradas, reunidas en un Fondo familiar, forman parte desde hace años del archivo del CDIS del Ayuntamiento de Santander. Su gestora, Manuela Alonso ha impulsado un nuevo proyecto expositivo en este 2021 que selecciona parte de ese fondo para su presentación pública en una exposición, que estará acompañada de un libro-catálogo sobre su huella gráfica.
«Existen muchas maneras de luchar contra la nada teniendo como referente la fotografía, y en concreto, la fotografía histórica, pero la más eficaz es velar por su conservación y difusión». Estas palabras de Alonso definen el objetivo de proyectos como este, a través de la entidad santanderina que custodia alrededor de trescientos mil objetos fotográficos. Un material que procede tanto de donaciones de particulares como de otros organismos que le han cedido su gestión.
La muestra, prevista para el próximo día 9 de abril, y la publicación están dedicadas a una de esas donaciones, el fondo de ambos fotógrafos de prensa y fotografía médica. En lo familiar, antes de ellos, José Araúna Gómez (1864-1960), tío de Joaquín, químico de profesión, colaboró ya como fotógrafo amateur en revistas ilustradas de ámbito nacional.
En los útimos tiempos se han sumado al CDIS cerca de una treintena de colecciones y fondos fotográficos, además de algunos archivos de fotógrafos destacados de la región, lo que se ha reflejado en un fondo adicional de 30.000 fotografías en diferentes soportes y técnicas. En la iconografía de las fotografías (negativos y positivos) donadas hay temáticas y microcosmos muy diferentes y sus autores también son diversos. Es el caso hace cinco años de la donación del 'Fondo Araúna'.
El punto de partida en 2015 se fragua desde el Ayuntamiento de Santander cuando se impulsó un proyecto para conmemorar el 75 aniversario del Incendio de 1941 que destruyó gran parte de la ciudad. José Luis Araúna donó entonces al CDIS los negativos que su padre tomó en dicha catástrofe. De hecho, su aportación fue fundamental, ya que a excepción del espléndido fondo fotográfico de Samot y las placas estereoscópicas de la Colección Víctor del Campo (CDIS), no se conocen apenas imágenes del siniestro.
Tras otras dos entregas sucesivas el Fondo Araúna depositado en el CDIS superaba ya las cinco mil fotografías (una parte del archivo familiar desapareció en una inundación).
El CDIS en estos años procedió a la limpieza, digitalización, preservación en materiales específicos, descripción archivística y reubicación e instalación en un espacio en condiciones medioambientales adecuadas. En estos trabajos han intervenido técnicos como María Valdeolivas, Guiomar Lavín, Raúl Hevia y Araceli Cavada. Valdeolivas catalogó el fondo y elaboró la guía y fruto de ello es su relato 'La mirada de los Araúna: medio siglo de historia de Cantabria en imágenes' incluido en el libro que ahora ve la luz.
Joaquín y José Luis compaginaron la fotografía médica en el hospital marqués de Valdecilla con la fotografía de prensa pues ejercieron como fotógrafos titulares de El Diario Montañés y La Gaceta del Norte, respectivamente. La mayor parte del trabajo de ambos se hizo con la famosa cámara Leica.
En el caso de Joaquín su labor profesional abarca el periodo entre 1944 y 1956, durante el cual compagina sus tareas en El Diario Montañés y en la Casa Salud Valdecilla. En esta década también destaca su trabajo fotográfico en el Incendio de Santander y la posterior reconstrucción de la ciudad. Asimismo el Centro de Estudios Montañeses le contrata en numerosas ocasiones durante los años cuarenta y cincuenta, colaborando activamente en la creación del Archivo de Arte Montañés.
En el caso de José Luis en 1946 inicia su trabajo profesional en la Casa Salud Valdecilla, en sustitución de su padre, pero no será hasta 1956 cuando oficialmente se haga con la titularidad. Allí se dedicará sobre todo a la fotografía científica (médica), pero también reflejará todos los acontecimientos y transformaciones vividas en el hospital desde ese momento y hasta su jubilación en 1997. Simultáneamente comienza su trabajo como fotógrafo de prensa. En La Gaceta del Norte permanecerá durante veinte años hasta su cierre en 1981. A la vez es corresponsal de la agencia denoticias Europa Press y también fue fotógrafo de la Hoja del Lunes de Santander y del periódico sindical Tajo.
Ambos coincidieron en el ejercicio de su profesión con otros reporteros gráficos, desde los hermanos Alejandro y Tomás Quintana (Samot), a Pablo Hojas Llama y Pablo Hojas Cruz (padre e hijo también) y Manuel Bustamante, histórico profesional de El Diario Montañés, entre otros. Como subraya Manuela Alonso, la saga Araúna dedicó su vida a «dejar testimonio, a revelar la actualidad a través de la cámara».
En paralelo a la muestra, la obra ahora editada, que reúne más de 150 imágenes de ambos fotógrafos, es fruto del diseñador cántabro afincado en Barcelona Daniel Rubio Araúna (Santander, 1986) donde desarrolla su labor profesional. Tras trabajar junto a Mario Eskenazi durante seis años, el bisnieto y nieto de los fotógrafos homenajeados, fundó en 2014 Arauna Studio. Gran parte de sus proyectos conectan el diseño gráfico con los espacios arquitectónicos. Ha trabajado para Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, o el propio Centro Botín. Su trabajo ha sido reconocido ya con premios internacionales como Art Directors Club de Estados Unido y Europa, Interior Design Magazine (Nueva York), Laus (Barcelona) o Bienal Iberoamericana de Diseño (Madrid).
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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