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La vista está cansada, pero la perspectiva necesita seguir siendo amplia. La incidencia, las gráficas, los datos, la frialdad numérica son un velo estadístico, el logaritmo y la cifra. Detrás está la mirada sobre lo insólito, la crónica de un tiempo nuevo, los gestos ... de la incertidumbre, los resquicios de la esperanza y, sobre todo, una sucesión de relatos humanos que han ido reflejando un presente convulso inmerso en la extrañeza.
Nombrar a la pandemia, asumida ya como un estado instalado en la cotidiano, es poner rostro, retratar hechos, mostrar historias, revelar el nuevo mundo que ha irrumpido desde lo insólito. Para ello, la fotografía se ha convertido en el álbum transparente, en el espejo de una época y en el foco necesario para desvelar las aristas, rincones, estancias y personas de una realidad que en apenas un año ha cambiado la vida diaria. La exposición inaugurada ayer en las salas de la Fundación Caja Cantabria, en su sede de Tantín, fruto de una selección representativa, plantea un trayecto, un fragmento ordenado de esa ingente y torrencial crónica gráfica que los fotoperiodistas , reporteros, redactores gráficos profesionales de Cantabria han edificado desde que surgiera el coronavirus hace más de diez meses. Las imágenes reunidas en el Casyc, en su mayoría en color, están ligadas al derecho a la información, a la mirada que nace de la necesidad de contar –publicadas en los medios de comunicación, una gran parte de ellas en El Diario–, las cuales vistas en este itinerario expositivo conforman un testimonio imprescindible de vivencias, pero también de emociones y de sensaciones. En el espacio de la Fundación, en otro más de esos afortunados montajes que han caracterizado el ya largo vínculo de la entidad con la fotografía, caben escenas de supervivencia y de dolor, de solidaridad, de lo extraño mutado en un diario de lo inédito, más gestos, miradas, situaciones azarosas, o reflejos de esa rutina de esfuerzo y superación.
Los doce integrantes de la Asociación Profesional de Fotoperiodistas Cántabros (APFC), con el apoyo de la Fundación, dedican su exposición anual a esta obligada panorámica centrada en una imagen global fragmentada por la fragilidad y lo vulnerable. Juan Muñiz, director general de la Fundación, junto a algunos integrantes de la asociación inauguraron la muestra en un acto en el que estuvieron presentes el presidente del Parlamento de Cantabria, Joaquín Gómez, y la directora general de Acción Cultural, Gema Agudo.
Exposición: La Asociación Profesional de Fotoperiodistas Cántabros y la Fundación Caja Cantabria presentan una muestra de imágenes de los iconos informativos en torno al covid en nuestra región de marzo a diciembre de 2020
Denuncia: «Se ha hurtado a los profesionales la capacidad de ejercer el derecho a la libre información, al igual que en Cantabria, donde los fotoperiodistas hemos sido sistemáticamente vetados en el acceso a instalaciones sanitarias».
Pérdida: Los profesionales han sufrido «incomprensión e injusticia». Las imágenes no tomadas «suponen una pérdida irreparable en nuestra memoria colectiva. En esta pandemia hemos perdido, además de vidas, libertades».
En la muestra pueden verse imágenes de Javier Rosendo, Alberto Aja, Celedonio, Roberto Ruiz, Javier Cotera, Luis Palomeque, Sane –todos ellos vinculados a El Diario–, junto con Juan Serrano, Juanjo Santamaría, Joaquín Gómez Sastre, Pedro Puente Hoyos y Esteban Cobo. La exposición celebra la dimensión del acontecimiento global y, a su vez, sirve de denuncia y lamento colectivo, solidario, frente a quienes han tratado de ocultar la realidad. «Una crisis ocultada, robada de las conciencias, velada intencionadamente por los poderes públicos, las instituciones políticas obstinadas en transmitir su mensaje, –y solamente el suyo–, hurtando a los profesionales la capacidad de ejercer el derecho a la libre información». Esteban Cobo, en nombre del colectivo, reivindicó el derecho a la información y lamentó que siga existiendo el veto por parte de las autoridades sanitarias cántabras, en contra de lo que sucede en muchas otras comunidades autónomas. «Hemos sido sistemáticamente vetados en el acceso a instalaciones sanitarias. Estas imágenes no tomadas suponen una pérdida irreparable en nuestra memoria colectiva».
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