Roberto Orallo y Okuda

Artistas

Dos generaciones y una misma libertad

- ¿Como era el profesor Roberto Orallo ?

-Okuda: Ha sido uno de los pocos profesores de pintura que me aprobó porque después en la Facultad de Bellas Artes suspendí pintura todo el rato, supongo que porque me centré en otros materiales que no son los típicos académicos. Estudié Bachillerato de Artes en el Santa Clara y saqué un nueve y pico en Selectividad gracias a las asignaturas de arte. Y dicho esto, Orallo era un profesor que daba mucha paz y tranquilidad y, sobre todo, era uno de esos con los que nunca tenías ganas de que acabaran las clases.

-¿Cómo era el alumno Okuda?

- Orallo: Era un alumno sobresaliente, tal y como se puede ver por su trayectoria pero ya desde el instituto se veía que era un artista que iba a destacar. No sé que simiente le han dado sus padres, pero les salió una figura y se veía desde el principio.

-¿El maestro ha aprendido algo de su alumno?

-Orallo: Sí, sobre todo la humildad. Es una persona que, pese a la fama que tiene en todo el mundo, no deja de manifestar el gran cariño que tiene hacia el ser humano tanto en persona como en sus obras y voy a contar un recuerdo que me emociona. Siempre le he seguido aunque hubo un momento en que dejamos de vernos y cuando expuso aquí en Santander, en el Palacete del Embarcadero, en el catálogo escribió expresamente su agradecimiento a su profesor Roberto Orallo. Eso lo hace muy poca gente y lo digo yo que he tenido muchos alumnos. De verdad, que se acuerden de uno en un momento como ese y en un sitio tan emblemático, me pareció algo de una gran humildad. (Interrumpe Okuda: Hago muy pocas cosas en Santander, así que en mi primera cosa importante a nivel institucional no podía dejar de acordarme de él).

-¿Y el alumno qué cosas aprendió de su profesor?

-Okuda: Yo tenía muy claro mi camino, pero es cierto que durante el trayecto vas absorbiendo cosas de gente como él, sobre todo, que el valor está en uno mismo y que hay que buscar dentro de uno para poder dar algo al mundo. También que para ser artista lo primero que tienes, que necesitas, es tener tu propia identidad... Y eso, desde esa tranquilidad que siempre transmite Orallo, con ese estilo y esa forma de ser.

-¿Cómo calificaría el artista Okuda la obra de Orallo?

-Es una obra poética, que simboliza el amor, que absorbe y se inspira en el lugar en el que vive, Cantabria. En definitiva: poesía visual. Otra cosa que transmite es que menos es más. Es muy difícil con tan poco hacer tanto porque yo necesito meter ciento y pico colores y millones de figuras en mis obras, en algunas he llegado a meter hasta 3.000 triángulos. Me he empezado a sentir cómodo con la línea en la pandemia porque hasta ese momento necesitaba meter color sobre color. La obra de Orallo es justo lo contrario y creo que es mucho más difícil que lo que hago yo y que en la sencillez está la magia.

-¿El maestro como calificaría la obra del alumno?

-Orallo: Es única. Parte de un perspectivismo, de una geometría profunda espacial y de un colorido impresionante. De hecho está en todo el mundo y es reconocible.

-Es cierto que su obra es muy diferente, pero ambos tienen una cosa en común: el mural. El primero que se hizo en Santander fue el que pintó Orallo en el Rhin y que aún permanece. ¿Que significa para ambos este tipo de expresión?

-Orallo: Precisamente con motivo de esta exposición he recordado que cuando yo hice ese mural, Óscar tenía 7 años y fijaros las vueltas que da la vida. Yo no sé si esa obra influyó en él o no, pero ahora es uno de los mejores muralistas del mundo. Cuando él llegó al Santa Clara en el año 96 o 97 me llamaron de Televisión Española para que opinara de los grafiteros. Recuerdo que les dije que la obra en la calle es necesaria y que tiene que ser libre y única. Les puse el ejemplo de Basquiat en Nueva York. Casualmente en aquella época el padre de Óscar estaba día sí y día no sacando a su hijo de la comisaría porque le habían detenido por hacer grafitis.

-Okuda: El mural de Orallo en el Rhin era una de las pocas referencias que había en Cantabria cuando yo empecé. Siempre digo que yo nunca tuve mucha obra para inspirarme. Y desde luego yo conocí ese mural mucho antes de conocer a Roberto. Siempre ha formado parte de mi entorno. Recuerdo que en aquellos años, y hablamos del 95 o 96 porque yo me fui a Madrid en el 99, coger mis botes de espray y hacer grafitis en las calles de Santander era la mejor y mayor forma que yo tenía de expresar la libertad.

-Ahora Óscar San Miguel es un artista reconocido internacionalmente. ¿Echa de menos el espray?

-Okuda: No porque sigue siendo la base de mi trabajo y la herramienta que, como entonces, me ancla a la libertad. Ahora pinto edificios gigantes pero con la misma técnica que seguía en mis inicios así que me sigo sintiendo igual de libre o incluso más. Entonces yo pintaba cosas pequeñas que no cambiaban tanto las ciudades o los entornos como las que hago ahora. Además tengo que confesar que cuando estoy en grúa a 25 pisos de altura viendo los paisajes desde esa altura... me siento igual libre que entonces. Es cierto que aquella era otra libertad entre lo legal y lo ilegal y la de ahora es más sensorial porque me siento muy cerca de las nubes.

-La libertad es también bandera de Orallo, tanto en su obra como en sus escritos y reivindicaciones personales.

- Orallo: Siempre he creído en el ser humano que es el que me ha transmitido todo y eso, una vez que lo asimilo, lo traduzco a una forma de ser que es la mía. De hecho he escuchado un expresión que me encanta y me llena de orgullo que es el estilo orallano.

-Okuda: Hablando de esto, a parte de que nos une lo del mural, creo que ambos tenemos en común un gran existencialismo en las obras.

-Además los dos tienen un estilos muy reconocible. ¿Cómo lo han logrado?

-Okuda: Lo más importante desde mi punto de vista es que los artistas tengan su propia seña, su propia identidad. Eso y que hagan sentir, que su obra transmita algo y no te deje indiferente. Pero, sobre todo, es importantísimo tener tu propia identidad que es algo básico para captar la atención y para impactar.

-¿Qué obra nos enseñan en Balta Gallery?

-Okuda: Para mí es muy importante el espacio expositivo y normalmente en este tipo de salas y en muestras colectivas utilizo obra que ya tengo. Aquí, por ejemplo, traigo dos bordados, porque los hacen mi madre y mi hermana y me hace ilusión hacerlas partícipes ya que ambas son importantes para mí. Luego también hay dos giocondas, bueno, mi interpretación de la gioconda que de alguna manera es un recuerdo a mi época académica y que me une a Orallo.

-Orallo: Yo también muestro obra que ya tenía como mi homenaje a Marcel Prütz y su obra 'En busca del tiempo perdido'. Otra obra que expongo es un juego de espejos y que titulé 'Negro y blanco'.

-Por último, les pediría que desde sus distintas generaciones hagan un retrato del arte contemporáneo en la actualidad.

- Okuda: En mi caso estoy aprovechando las herramientas que me da el momento que estoy viviendo. Pertenezco a la generación en la que se ha producido el cambio del mundo físico al mundo más virtual. En los 90 yo no tenía ni móvil y ahora tengo 407.000 seguidores en Instagram. Y la mayoría de los proyectos que hago me vienen de ahí, de las redes sociales porque en la actualidad existe un abanico mayor de posibilidades. Antes el artista necesitaba un galerista, comisarios... Ahora mismo, aprovechando esas herramientas no se necesitan. Estamos en un momento en el que el artista está por encima del mercado del arte y, vale, entiendo que es necesario para vivir pero tiene cosas que no me gustan porque nosotros somos artistas al final. Por otro lado, estas herramientas permiten llegar a la internacionalización de una manera más rápida.

-Orallo: Visto como ha pasado el siglo XX, creo que se ha perdido lo que podríamos llamar el artista manual. Coincido con Okuda en que ahora hay otras herramientas para captar imágenes y trabajar y en estas dos o tres generaciones que nos separan creo que antes se pintaba más y que ahora, a veces mal asesorado por los galeristas, sobresale el individuo y se ha perdido el artista. En mi época, y no puedo dejar de recordar a grandes nombres como Manuel Arce, los galeristas nos arropaban más.