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Eduardo Noriega (Santander, 1973) asegura estar viviendo «una época clave, determinante y feliz» de su vida. Ayer comenzó a rodar una nueva serie en Canarias para Disney+ y esta tarde, a las 19.00 horas, recibirá en el Paraninfo de La Magdalena, el Premio UIMP ... a la Cinematografía, un galardón que le emociona por sus vínculos con esa universidad y por entrar en un listado, los galardonados en otras ediciones, a los que admira y respeta. El próximo mes de septiembre se cumplirán treinta años de su primera película en el cine y asegura sentirse un afortunado, pues «no podría hacer otra cosa en la vida que trabajar como actor».
-La UIMP premia su trayectoria que, según nos indican desde la propia universidad, se compone de 42 largometrajes, 9 cortos, 6 propuestas publicitarias y 4 series documentales. ¿Tenía conciencia de ese número?
-Los números no los tengo claros porque cada vez que los intento contar me salen más. De hecho creo que en esa lista faltan las series de ficción, pero lo que sí te puedo decir es que, a veces, si me cuesta quedarme dormido, intento memorizar las películas que he hecho y siempre me duermo antes de acabar.
-¿Que significa para usted la UIMP?
-La UIMP me ha acompañado toda la vida y considero un honor que me entreguen este premio, por ser vecina mía y parte de mí. Además, si compruebo la lista de premiados antes que yo con nombres como Isabel Coixet, José Sacristán, Gracia Querejeta o el año pasado Alejandro Amenábar y mucho más atrás Marisa Paredes, Carlos Saura, Garci o Gutiérrez Aragón... Me siento más honrado aún porque todos ellos tienen grandes carrerones y no creo estar al mismo nivel.
-En sus 30 años de trayectoria ha interpretado todo tipo de papeles si bien parece que destacan los protagonistas más malvados. ¿Le tirán más este tipo de personajes a la hora aceptar trabajar en una película?
-No creo que ningún actor tenga la capacidad de elegir qué tipos de personajes quiere hacer. En mi caso, me llegan propuestas que me pueden resultar más o menos interesantes también por el director, los compañeros de reparto o incluso el tema que trata la película y a veces te toca hacer de malo y otras de bueno. Sí es verdad que me di a conocer con 'Tesis' y un personaje que aparentemente era un chico bueno que acaba siendo un malvado y que ha marcado un poco mi carrera en cuanto a que he recibido muchas propuestas en esa líne; pero procuro hacer todo tipo de papeles dentro de las posibilidades que tenemos los actores. Por suerte, he hecho todos los géneros y también bastante comedia, aunque creo que todavía la tengo que desarrollar más.
-Dio sus primeros pasos en la Escuela del Palacio de Festivales y se fue a Madrid para estudiar arte dramático. ¿Le costó convencer a sus padres?
-No, pero déjame decirte algo antes. La primera vez que me subí a un escenario fue con el grupo de esa Escuela, en el Palacio, y con una obra de Lorca. Pero recuerdo especialmente cuando hice allí mismo de extra en un recital de Alfredo Kraus. Me pusieron en el fondo de escenario a dar palmas, bueno más bien a simular que daba palmas, y te aseguro que cuando el público de la Sala Argenta ovacionó a Alfredo Kraus, sentí que esos aplausos eran para mí también, aunque estaba en la última fila y nadie me veía. Ahí di mis primeros pasos como actor y luego sí, me fui a Madrid a la Resad (Real Escuela de Arte Dramático) y no me costó convencer a mis padres porque siempre me habían dicho que podría elegir los estudios que quisiera, siempre y cuando acabase COU y aprobase Selectividad.
-Y eligió arte dramático.
-Así es y fue una gran sorpresa para mi madre, que no se lo esperaba, pero incluso me acompañó a Madrid a buscar un piso donde alojarme. Por suerte, en el primer curso conocí a Amenábar, Carlos Montero y Mateo Gil, que ahora son tres nombres consagrados, que entonces estudiaban Imagen y Sonido y hacían cortometrajes. Con ellos empecé mi otra gran formación, la práctica. Así que desde mis primeros momentos en Madrid empecé a trabajar y afortunadamente nunca he dejado de hacerlo. Ni tampoco de formarme.
-Su primer largometraje fue 'Historias del Kronen' con Montxo Armendáriz. ¿Cómo llegó a esa película?
-En septiembre va a hacer justo treinta años. Estaba todavía estudiando y haciendo cortometrajes cuando Puy Oria hizo un casting en la Escuela para un pequeño papel en una película de Armendáriz y me seleccionaron. Estaba en Santander celebrando mi cumpleaños cuando me llamaron para decirme que querían verme en Madrid y no me lo podía creer. Estaba convencido de que mis amigos me estaban tomando el pelo porque justo, la noche anterior, habíamos estado hablando de esa novela, 'Historias del Kronen' de José Ángel Mañas y de que de ella saldría una buena película. Estaba tan convencido de que era uno de mis amigos el que me estaba gastando una broma, que hasta cuando iba en el autobús a Madrid seguía convencido de que no era verdad.
-Y a continuación llega 'Tesis' su primer papel como protagonista, un filme por el que 28 años después le siguen preguntando y que marcó un hito en la historia del cine.
-Me siguen preguntado por 'Tesis' y en todos los lugares del mundo a los que viajo siempre acaba acercándose alguien a decirme que se dedica al cine porque vio esa película. Es un filme que perdura, que trasciende, que sigue enganchando y que se considera un ejemplo en todas las escuelas de cine del mundo. Estoy muy orgulloso de esa película que fue muy importante en mi carrera. Como lo fue para el cine español y lo sigue siendo Amenábar.
-Luego ya vinieron otras películas como 'Abre los ojos', 'Cha cha chá', 'Nadie conoce a nadie'... pero decide ir a trabajar a Francia, Estados Unidos, Latinoamérica... ¿Qué le llevó a hacer las maletas?
-La primera película que hice fuera de España fue en Argentina, en 1999, y se titulaba 'Plata quemada'. Es verdad, iba temeroso y resultó una experiencia fabulosa. Luego trabajé en España con gente muy internacional como Guillermo del Toro, en 'El espinazo del diablo', y pronto empezaron a llamarme de Francia que, con el tiempo, se ha convertido en un aliado mío y un país en el que no he dejado de trabajar. Precisamente estos días se ha estrenado mi última película allí: 'Paradis, Paris' de la cineasta Marjane Satrapi.
-Siempre ha admirado la industria del cine francesa. ¿Por qué?
-Francia cuida mucho lo suyo en general y su cultura en particular. Es un país que considera el cine como un bien muy preciado y que tiene unas leyes de protección que España debería replicar.
-Ha trabajado con Arnold Schwarzenegger, Sigourney Weaver, Sam Shepard... ¿Se le han caído muchos mitos?
-Al revés. He comprobado eso de que cuanto más grande es una persona, más humilde se siente. Obviamente no todo el mundo es como tú quieres que sea, pero esos que me has nombrado y otros que he conocido son muy profesionales en el set y unos apasionados de este oficio.
-Llega a recoger el premio directamente de Canarias donde está trabajando. ¿Qué rueda ahora?
-He empezado a rodar hoy (por ayer lunes) y llevo trabajando en tres producciones seguidas, cosa que tampoco es muy habitual, pero que ha coincidido así. Acabé, entre Teruel y Zaragoza, 'El árbol y el ruiseñor', una película de terror, en la que yo también he trabajado en la producción con Miguel Ángel Lamata. A continuación, he hecho 'Parecido a un asesinato', basada en la novela de Juan Bolea, y que ha dirigido Antonio Henández y que hemos rodado en Zaragoza y en el Pirineo oscense. Y, nada más acabar, he venido a Canarias para iniciar una nueva producción, que se llama 'La increíble historia de Julia Pastrana', una serie de AF Films para Disney+, que dirige Rafa Lara y que cuenta la historia de una mujer mexicana del siglo XIX que sufría hipertricosis, una enfermedad que hacía que la saliese pelo por todo el cuerpo.
-Aparte de todos estos trabajos que ha recordado, ¿que han significado a nivel vital estos 30 años de carrera?
-Sin duda son los años de la madurez, no solo como actor, también como persona. Cuando empecé, con 20 años, todavía era un niño, y ahora ya tengo 50 y estoy viviendo una época clave, determinante y feliz de mi vida.
-¿Se ha arrepentido alguna vez de haber elegido este oficio?
-Nunca. No podría imaginar mi vida de otra forma. Este oficio me ha dado muchas alegrías y siento que es un placer poder trabajar en algo que me apasiona, que sigo investigando y para lo que me sigo formando, pero también es verdad que, dentro de que yo soy un privilegiado, este es un mundo con mucha incertidumbre en el que nunca sabes donde vas a estar, ya no diría el año que viene, sino el mes que viene.
-¿En España se tiene buena consideración de los actores?
-Yo creo que sí, no tan buena como en Francia que directamente se los venera, pero sí. Es verdad en que hemos vivido una época en la que se criticaba mucho a los actores porque muchos se han manifestado políticamente, cosa que yo nunca he entendido porque a mí no me interesa la ideología de ningún artista, sino su arte.
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