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Los espectadores del Teatro Concha Espina han elegido a Aitana Sánchez-Gijón (Roma, 1968) para recibir el Premio Duende Zahorí. Lo recogerá este sábado ... al termino de la función de 'Malvivir' la obra con la que se abre, a las 20.00 horas, una nueva edición del Festival de Invierno de Torrelavega. Emocionada por el reconocimiento del público y con un buen número de proyectos sobre la mesa, como la edición del audiolibro de 'La Regenta' o el eminente estreno de la película 'La Jefa', ópera prima de Fran Torres, entre otros, la actriz afirma estar emocionada porque el próximo mes de febrero podría recibir su primer Goya por su participación en 'Madres Paralelas' de Pedro Almodóvar.
-Este próximo sábado recibirá el premio que concede el público del Festival de Invierno. ¿Con una trayectoria tan laureada como la suya le sigue pareciendo motivador este tipo de reconocimientos?
-Por supuesto que sí. Sobre todo cuando viene de los espectadores y en unas circunstancias tan difíciles como las que estamos viviendo. Me emociona la voluntad del público de seguir acudiendo a las salas, de confiar en que son un sitio seguro y comprobar esa necesidad que tiene de seguir yendo al teatro. El aplauso siempre es muy gratificante, pero desde que vivimos esta situación es doblemente gratificante.
LA OBRA
-Hablemos de la obra y de su personaje, Elena Paz. ¿Cómo llegó hasta usted?
-A través de Marta Poveda. Somos muy amigas desde hace tiempo y hemos compartido escenario en otras ocasiones. Trabajó durante años en la Compañía Nacional de Teatro Clásico y ahora quería hacer algo relacionado con los textos clásicos. Ella, a su vez, es muy amiga de Álvaro Tato, el dramaturgo, y ahí surgió la idea. Me invitaron a unirme a la propuesta que bebe de las fuentes de las pícaras del Siglo de Oro y aquí estamos interpretando las dos a Elena de Paz y a los otros quince personajes que pueblan la función.
-¿Es difícil convencer al público del siglo XXI con textos escritos en el siglo XVII?
-En realidad el texto está escrito en el siglo XXI porque Álvaro Tato ha pergeñado la obra a través de textos como 'La niña de los embustes', 'La lozana andaluza' o 'La hija de Celestina' y algunas letrillas de Quevedo. Pero es un texto original suyo con palabras que se utilizaban en el Siglo de Oro, pero tamizadas para que el espectador del siglo XXI llegue directamente y conecte con la propuesta a través del texto y de la dirección de Yayo Cáceres, que hace un teatro muy vivo, muy musical, muy lúdico. Es un espectáculo en el que todas las pelotas están en el aire permanentemente, una obra que conecta de forma inmediata con el público.
-¿Cómo consiguen interpretar a tantos personajes en una misma función?
-Es agotador (ríe). Es una locura y no tenemos respiro. Somos dos actrices en el escenario junto a Bruno Tambascio, que interpreta la música y las canciones que ha compuesto Yayo Cáceres, pero la verdad es que el juego teatral transcurre entre Marta y yo y es como estar en un ring batiéndonos el cobre, no la una contra la otra en este caso, más bien la una con la otra. Es agotador, pero muy divertido. Es un trabajo muy físico con una parte de comedia muy loca.
-¿Cómo eran las mujeres pí- caras?
-Dentro de la picaresca tanto los hombres como las mujeres eran unos pobres desgraciados que se tenían que buscar la vida como podían y, sobre todo, tenían que agudizar el ingenio para salir adelante utilizando todo tipo de tretas como engaños, robos, suplantaciones... Las mujeres poseían otros componentes que no tenían los pícaros porque ellos por sí solos se las podían arreglar, pero para una mujer sola era mucho más difícil sobrevivir. Sufrían unos componentes sexuales que no padecían los hombres, como las violaciones. A nuestra Elena de Paz, por ejemplo, su propia madre la prostituye desde los 13 años y vende su virgo cosido y recosido, como ella misma explica en la obra, media docena de veces. Así empieza su peripecia, con esa peligrosidad añadida de ser pobre, de ser mujer y, en este caso, en el de abogar por su propia libertad e independencia.
- Su papel en 'Madres paralelas' de Almodóvar ha sido nominado para los Goya. Hacía mucho que no la veíamos en cine. ¿Cómo ha sido la vuelta?
-Por la puerta grande, la verdad. Es cierto que en estos últimos años he hecho poco cine y que alguien como Almodóvar me regale un personaje como el de Teresa es un bombón. Es uno de estos personajes secundarios de Almodóvar que se quedan en el imaginario y que sin salir en muchos minutos de metraje tiene una identidad muy potente. Para mí ha sido un orgullo participar en esa película y en mi caso, como es la primera vez que me nominan a un Goya, estoy especialmente ilusionada.
-Su personaje en esa película se define como una persona apolítica. ¿Le parece que hoy en día eso es un lujo o una irresponsabilidad?
-Lo que me preocupa es que cada vez haya más desafección hacia la política. Sobre todo entre las nuevas generaciones, que dan por sentada la democracia y carecen de memoria de dónde venimos las generaciones anteriores. Esta desafección y sentirse un poco escupidos por el sistema hace que no se sientan representados y al mismo tiempo genera posiciones individualistas y reaccionarias. Lo que me preocupa es que esto pueda desembocar, y de hecho ya ha desembocado, en la creación de partidos de ultraderecha. Esto es lo más peligroso de no sentir una vinculación con lo político.
Para Aitana Sánchez Gijón, las palabras del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, sobre su postura ante el nombramiento de Almudena Grandes como hija adoptiva de la ciudad son «indignantes». Se la pregunta si la declaración de que la escritora no merece tan reconocimiento es una nueva ofensa a la cultura: «Me parece que se retrata él solo. Es indignante y ofensivo aunque por suerte Almudena es tan indiscutiblemente grande que la altura moral, ética e intelectual de alguien que se posiciona de esa manera queda retratada por sí misma».
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