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Dar a conocer, ayudar a comprender y a disfrutar del ingente patrimonio de arte rupestre que hay en Cantabria es el objetivo fundamental de la obra de teatro infantil 'Crake (cuando el mundo era un niño)', una propuesta escénica de la compañía cántabra Hilo Producciones, ... dirigida por el actor y dramaturgo asturiano Sandro Cordero (Cudillero, 1971) junto a Roca Suárez. Cordero es también protagonista junto a Laura Orduña de un montaje que combina interpretación y proyecciones audiovisuales para generar una original experiencia escénica de la que disfrutarán tanto los adultos como los más pequeños.
-De la prehistoria al presente, idea y vuelta en 50 minutos. Menudo reto, ¿no? ¿Cómo resumiría el contenido de 'Crake (cuando el mundo era un niño)'?
-La obra comienza con la presentación de un Cromañón hoy en día y después contamos la historia de ese hombre en su época. Es parte de la magia del teatro, que permite este tipo de cosas. Solo hace falta un segundo, un cambio de luces y ya estamos en la prehistoria. También cuenta mucho la imaginación de los padres y de los niños, que es fundamental para cualquier obra. Es un montaje muy didáctico y muy divertido. Esa es una máxima en Hilo Producciones, donde siempre pensamos que el humor es fundamental. Es algo que ya decía Mary Poppins, cuando cantaba aquello de que «con un poco de azúcar todo pasará mejor».
-La risa, ese eterno remedio infalible...
-Así es. A través de la risa los espectadores, tanto los niños como los padres, se lo pasan muy bien, eso es algo que está sobradamente contrastado. Si además se van pensando que han aprendido un montón de cosas sobre el arte rupestre y su evolución, especialmente la de la pintura, y sobre todo del patrimonio rupestre tan impresionante que tenemos en Cantabria, aunque a veces no lo parezca mucho. Está Altamira, que es como Picasso, y luego todas las demás van intentando darse a conocer, las pobres.
-Se trata de una propuesta muy emocional, ¿no?
-Sí. La función es muy sensorial y muy dinámica, aunque nos hemos tenido que adaptar por las restricciones, lógicas, y no podemos interactuar con el público, pero aún así hay mucha participación y mucha comunicación con los niños. Queremos que sienta ese vértigo y esa emoción que se siente en lugares como las cuevas o monumentos como La Alhambra, que te conectan con otras épocas muy remotas.
-¿Cómo plantean al público el acercamiento al arte prehistórico? ¿Por qué es importante que los niños conozcan esa realidad?
-Picasso decía que después de Altamira todo es decadencia, una frase que hay que entender como un homenaje. Yo también creo que es así. No puedo desvelar el final de la obra pero es algo épico, muy bonito, porque explicamos de repente el por qué de toda la obra. En ese sentido, uno de los personajes explica que hay cuevas con manos pintadas en las paredes desde Cantabria a la Patagonia. Obviamente es imposible que se conocieran, así que se les ocurrió la misma idea, que se repite por todo el mundo. Es algo que me parece alucinante y se trata de hacer entender a los niños que el arte no es algo que se aprenda, sino que es algo que nace con el ser humano, y por ello se puede desarrollar después. Lo que planteamos en la función es que es muy posible que justo en el momento que a aquellos seres se les ocurrió poner sus manos sobra las paredes de sus cuevas fue cuando se convirtieron realmente en seres humanos. En ese sentido el arte nos convierte en lo que somos, y la aparición del arte marca un antes y un después en el desarrollo evolutivo.
Fecha y lugar Este sábado a las 17.00 horas en la Sala Pereda del Palacio de Festivales. Ciclo 'El Palacio con los niños'
Montaje 'Crake (cuando el mundo era un niño)', de la compañía Hilo Producciones. Escrita por Sandro Cordero.
Contenido La obra busca dar a conocer a los más pequeños el peso y la importancia del patrimonio rupreste.
-¿Cómo utilizan el humor y qué aporta a la hora de transmitir el mensaje de la obra?
-En esta obra hay mucho trabajo de clown. Hemos contado con Roca Suárez, que es un clown asturiano con el que hemos trabajado en otras ocasiones, y en este caso que era importante porque en todas las escenas que ocurren en el Paleolítico no se habla, a pesar de que nos hemos inventado un idioma. No llegamos a ser Tolkien (ríe), pero... no improvisamos nada, hablamos un lenguaje cromañón, algo que al final el público entiende perfectamente. Para eso hay una gran parte de la función en la que hay mucho trabajo gestual y físico, y por ello hemos insistido mucho en las técnicas de clown para conseguirlo.
-¿En qué se traduce ese planteamiento sobre el escenario?
-Como siempre en las obras de Hilo Producciones hay mucho humor verbal, y en este caso, en mucha mayor medida que en otras funciones, también hay mucho humor gestual. Hay mucha piel de plátano, mucho tortazo... Muchos payasos. Gran parte de la función lo que el público ve es a dos payasos disfrazados de cromañones. Solo nos falta la nariz.
-La obra cuenta con un importante apoyo audiovisual. ¿Cómo han planteado este apartado? ¿Qué aporta a la experiencia escénica?
-A mí sinceramente me pone un poco nervioso... (ríe), porque es algo que yo no puedo controlar. Si mi compañera o yo nos equivocamos de frase al final salimos, y si me quedo en blanco alguien me ayudará, pero si de repente falla el vídeo... ¿qué demonios haces? Pero también entiendo que en esta ocasión era fundamental ese apoyo para que los niños entendiesen lo que estamos contando. Si hablamos de arte y de las pinturas rupestres, era esencial mostrárselos, que en un momento dado apareciesen imágenes y vídeos en los que se ve reflejado ese arte prehistórico. Los actores interactuamos con la proyección y lo que vamos haciendo va dibujándose en el fondo. Para mí era fundamental que los niños entendieran lo que les estamos contando sin complicaciones. También hay otros momentos en que las fotos y los vídeos complementan la escena que estamos representando.
-La obra forma parte de 'El Palacio con los niños'. ¿Cómo valora este ciclo dedicado a los niños?
-Es algo muy bueno, claro. Es verdad que aquí afortunadamente hay mucha oferta de teatro infantil, y hay salas y compañías, como Miriñaque por ejemplo, que ya son decanas en este género. Pero también que es muy positivo que una entidad pública del prestigio y el peso del Palacio de Festivales se implique con los niños.
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