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En poco más de dos décadas el empresario Horacio Echevarrieta creó un emporio económico, social y cultural como pocas veces ha existido en la historia de España. Y a lo largo de su dilatada trayectoria hay hitos que le vinculan con Cantabria.
A principios del siglo XX, pilotando entre la I Guerra Mundial, la gripe del '18, la guerra de África, el crack del '29 y los albores de la Guerra Civil, creó y promovió empresas como Iberia, Iberdrola, Cemex, la quinta naviera más importante del estado, Astilleros de Cádiz, serrerías o la Empresa Española de Prospecciones Petrolíferas, y extendió sus negocios mineros por prácticamente media España.
Urbanizó la Gran Vía madrileña y el Ensanche de Bilbao, de donde era natural (1870-1963). Desarrolló el Metro de Barcelona y construyó ferrocarriles. Se adelantó en varias décadas a los programas de I+D, financiando a los mejores profesionales, promoviendo obras de la ingeniería mundial y generando prototipos de motores a reacción o el modelo de submarino más avanzado del mundo, que alemanes y soviéticos emplearon en la Segunda Guerra Mundial.
Tuvo medios de comunicación y fue uno de los protagonistas del desarrollo de la radio en España.
Fue considerado como «empresario esquirol» por los patronos, por su mejora de las condiciones laborales de sus mineros.
Mecenas de artistas, técnicos y pensadores como el santanderino Iturrino, Unamuno o la familia de Maeztu, tuvo además una de las colecciones de arte más notables de España. Y también se adelantó a su tiempo, aplicando el 'crowdfunding' en 1919 para conseguir pinturas que el Museo del Prado no podía adquirir.
Amante del deporte y la navegación, fue uno de los pocos españoles miembro del COI, fruto de la insistencia del barón de Coubertin.
Amigo de las monarquías europeas y republicano convencido. Esta visión amplia de las cosas le llevó a una caída en la que el rey y amigo Alfonso XIII estuvo muy relacionado, pues le encargó una flota de submarinos sin cumplir con su parte del acuerdo.
Las enormes inversiones llevaron a Echevarrieta a una grave crisis en la que «su República» se presentó como una oportunidad. Pero Indalecio Prieto, a quien el empresario había ayudado en sus orígenes, no le respaldó y le involucró en un apoyo rocambolesco al levantamiento de Asturias (1934) que dio con sus huesos en la cárcel.
Según diversos historiadores, si la República hubiera dispuesto de los submarinos de Echevarrieta durante la guerra, es posible que hubiera cambiado el rumbo de España.
Pasó la contienda en el Madrid republicano y en su finca refugió a empresarios y amigos amenazados, lo que probablemente les salvó del Consejo de Guerra.
¿Cómo España pudo olvidar a quien durante lustros fue considerada la tercera persona más influyente del país?
En el 150 aniversario de su nacimiento, el libro 'Las 150 vidas de Horacio Echevarrieta' trata de poner luz sobre ese enigma, aportando innumerables historias y anécdotas de una existencia formidable. Bien sostiene en su prólogo el director del Museo Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, que «si Horacio Echevarrieta hubiese nacido en Pittsburgh probablemente asociaríamos su figura con la de algún actor conocido en Hollywood como protagonista de una película basada en una vida extraordinaria».
Murió en el olvido, un día de mayo de 1963 en su finca de Barakaldo. Tan sólo una pequeña necrológica de El Correo Español le recordó... pero casi todos sus proyectos se hicieron realidad y le han sobrevivido hasta nuestros días.
Y es que, como afirma Eduardo Mendoza también prologuista del libro, «muy pocos saben quién fue Horacio Echevarrieta, un hombre que a lo largo de este lamentable periodo de decadencia y desgobierno impulsó la regeneración del país en muchos campos y estuvo presente cuando España hizo algo que mereciera el aprecio internacional».
La bahía de Santander fue testigo en 1929 del mayor logro deportivo de Echevarrieta y retratada en las portadas de la prensa de la época cuando el rey Alfonso XIII subió a la cubierta de la goleta de su amigo para felicitarlo por vencer en la regata internacional Plymouth-Santander, que reunía a las mejores embarcaciones y tripulaciones del momento.
El mismo escenario de varios atraques del buque escuela Juan Sebastián Elcano en la capital cántabra, cuyo diseño y fabricación corrió a cargo de los técnicos y empleados en los astilleros de la propiedad del empresario. Su huella perdura incluso en el nombre, propuesto por Echevarrieta para sustituir el de Minerva.
Compartiendo maderas con este símbolo de la Armada Española surgió el velero Marichu para el disfrute de Echevarrieta durante sus estancias en Vizcaya. Aún hoy en activo, renombrado como Gipsy, y convertido en estandarte del Real Club Marítimo de Santander en regatas de vela clásica.
Navíos todos ellos construidos en unos astilleros gaditanos cuyo reflote lo hicieron merecedor del doble nombramiento como hijo adoptivo de la ciudad de Cádiz y que volvieron a resurgir y modernizarse tras la adquisición por el Banco Santander de las acciones de Echevarrieta cuando su situación económica le forzó a venderlas.
Sus hazañas tocaron también lo social y en 1923 alcanzó su momento de gloria al conseguir la liberación de cientos de prisioneros cautivos en Marruecos tras el Desastre de Annual en la guerra de África, donde combatieron 33 soldados de Astillero y Guarnizo en el Regimiento de Valencia. Por este hito Alfonso XIII le quiso otorgar el título de marqués del Rescate, pero su condición republicana le movió a rechazarlo a pesar de las ventajas que le ofrecía.
Su apuesta por el genio de sus compatriotas le llevó a impulsar y financiar el del sabio cántabro Leonardo Torres Quevedo para construir un transbordador aéreo sobre el río Niágara. El más antiguo del mundo aún en funcionamiento.
El libro 'Las 150 vidas de Horacio Echevarrieta', que acaba de ver la luz a finales de 2020, es obra de los profesores de la Cátedra Unesco de Paisajes Culturales y Patrimonio (UPV/ EHU), Gonzalo Arroita y María Peraita, y del editor especializado en publicaciones de gran formato y calidad gráfica, Javier Amézaga. Recoge más de cien imágenes para ilustrar un periodo histórico único y el testimonio de quienes conocen más de cerca al personaje. Se trata de una edición limitada con una tirada de mil ejemplares y está disponible en librerías o a través de la web www.horacioechevarrieta.com.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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