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Hubo una época, que sin duda recordarán los mayores de cincuenta años, en que era costumbre contarse películas. El cine entonces tenía más alcance social que hoy, lo cual se manifestaba sobre todo en que la gente, tras ver una peli buena, le contaba el ... argumento a los amigos, y estos disfrutaban oyéndole de tal manera que, aunque se hiciera algo de espóiler, iban luego a verla y se la contaban a su vez a otros.
Esta costumbre se ha perdido por completo. Cierto que la gente sigue hablando de cine, pero ya no se 'narran' las historias sino que se habla de lo bien hecha que está tal película o de la excelencia de tal actor o actriz o de otras cuestiones más abstractas o técnicas. Se desvirtúa así el carácter popular, aquel peculiar sentido de tradición fresca que tuvo el séptimo arte casi desde sus inicios, incluso si hablamos del cine de calidad.
Algo semejante pasa con la literatura. Todavía funciona algo el 'boca a boca', esa transmisión directa entre las personas del interés de una novela, en función de su trama y de sus personajes, pero ya en muy pequeña medida. La crítica literaria puede elogiar, ponderar, hacer apetecibles ciertos libros, pero nunca llega a engancharnos con lo que nos cuentan. Todo se ciñe al análisis técnico, o a lo hermenéutico o a su significado sociopolítico. Se diría que casi está prohibido contar nada de su historia.
Y el resultado viene a ser que cada vez escasea más el entusiasmo por leer literatura, me refiero a la de ficción.
El poeta, historiador y gestor cultural santanderino Juan Antonio González Fuentes nos ha sorprendido con un libro de crítica literaria, básicamente de narrativa, que viene a ser el contraste aleccionador con esa forma de exégesis académica y estéril a la que me refiero. Durante el primer decenio de este siglo, González Fuentes publicó una larga serie de reseñas de títulos de actualidad, en dos revistas nacionales, que solo puedo calificar de admirables por su lucidez y su acierto, tanto por el análisis e inteligencia de cada libro como por su poder propagador y su entusiasmo contagioso.
No sé si en la época en que fueron escritas esas reseñas, el autor era ya rara avis entre los críticos españoles, pero sí sé que, casi dos décadas después, el lector de esta obra que ahora publica Ediciones Tantín ('Los libros contados') va a recibir una buena dosis de esa vitamina que abre el apetito de leer, descubrir, saborear libros excelentes, novelas memorables y enriquecedoras. Una lección de amor contagioso a la gran literatura como, por desgracia ya no se estila en nuestro tiempo.
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