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A través de las redes, Cristina Fallarás (Zaragoza, 1968) ha puesto en el foco mediático la violencia sexual que sufren las mujeres en España. Un ejercicio que le ha llevado a recapitular y compartir testimonios de miles de mujeres que sufren violencia machista a ... través de la publicación 'No publiques mi nombre'. Su impacto alcanzó una dimensión mayor al compartir una denuncia anónima de una mujer que relataba episodios de violencia machista a manos de un político «muy conocido» de Madrid. Unas revelaciones en redes sociales que precipitaron la salida de la política de Íñigo Errejón.
–Sus campañas en redes sociales le han permitido sacar a la luz miles de testimonios de mujeres que han sufrido violencia sexual. Un hecho que la ha llevado a recibir amenazas. ¿Cómo se convive con esa situación?
–No me afectan mucho. Me siento acompañada, apoyada y creo que esa cosa de que el miedo cambie de bando está pasando realmente. Llega un momento en que las amenazas –por un lado están las físicas– como te voy a romper los dientes, te voy a violar o te voy a matar, prefiero no tomarlas en serio.
–¿Cuánto tiempo se puede estar en una posición así?
–Es una acción política. Quiero decir, una tiene que saber, primero, estar acompañada, no solo de amigas y del movimiento feminista, sino de acompañamiento terapéutico. Yo vivo con terapia psicológica para poder hacer esto. Cuando una tiene una herramienta, tiene que usarla. Es como el fotógrafo de guerra. Si tienes una cámara y hay una guerra, vas a hacer fotos, ¿verdad?
–¿El caso de Errejón ha opacado el resto de casos que no están relacionados con el foco mediático?
–Al contrario. Desde el caso de Errejón han salido un montón de plataformas paralelas a la mía, denuncias en ámbitos musicales como en el rock and roll y en el rap. Denuncias en el ámbito médico, universitario y en las artes escénicas. De repente, cuando salió el caso Errejón, lo que hizo fue demostrar que aquello que yo estaba haciendo todos los días, que parecía una loca de colgar testimonios, era útil.
–Este año se ha estrenado la película 'Soy Nevenka' que tiene una estrecha relación con muchas de las denuncias que comparte ¿Qué ha cambiado en España desde que ocurrió hasta hoy en día?
–Todo. Nevenka estaba sola y ahora no hay ninguna mujer sola a la hora de denunciar públicamente. Y eso es una revolución. Ahora las mujeres admiran a Ana Peleteiro, que sale y dice «a mí me ha pasado esto» con su cara y haciendo un vídeo. Y así acabaremos haciéndolo todas. Ha cambiado todo, ya no tenemos miedo a decirlo.
–En su libro 'No publiques mi nombre' recoge una muestra de testimonios. ¿Cómo se convive leyendo tanta violencia?
–Los relatos de estas mujeres nos hacen más fuertes –a ellas y a mí–, me hacen sentirme acompañada y no sentirme única en las violencias que yo he recibido. Sientes que avanzamos y a veces genera sufrimiento, pero es algo que trabajo conmigo misma.
–¿Hay alguno de los relatos que le impactase sobre el resto?
–Hay algunos en los que normalmente mi papel es solo servir de canal a las mujeres. Y la verdad es que ha habido algunos casos en los que he tenido que intervenir porque he visto que esas mujeres iban a ser asesinadas. Hace poco me escribió una mujer contándome su caso, me escribía como a las seis de la mañana, que su marido le había tirado al suelo, le había puesto en el cuello el cuchillo de la cocina, mientras que ella agarraba al bebé. Ahí tuve que intervenir y decirle que saliera corriendo de casa.
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