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No es país para negra' es una tragicomedia en la que la actriz Silvia Albert Sopale, bajo la dirección de Carolina Torres, desvela la historia no contada de las mujeres negras españolas. El montaje teatral, producido por Maripaz Correa, llega mañana y el sábado a Sala de Tres dentro de su programación de primavera.
La obra es un viaje más allá de una identidad, un viaje a partir de la piel, la piel de la actriz, su realidad, su ficción, sus fantasmas y personajes, su herida... caminando de puntillas en dos mundos que la abrazan y rechazan, buscando su lugar. La historia comienza en San Sebastián, en el año 1976. Allí nace Silvia Albert Sopale una niña negra en una familia de negros en un país de blancos. Junto a ella, el espectador vivirá y compartirá sus 40 años y verá como las canciones populares y anuncios televisivos marcaron a una generación. Representando varios personajes y sirviéndose del lenguaje físico mostrará humorísticamente diferentes puntos de vista sobre: el racismo, la sexualidad de la mujer negra y la identidad.
Café de las Artes. El Estudio de Actores CdAT pone en escena 'Yubiley', basado en cuentos de Antón Chéjov. Sábado, a las 20.30 horas. Y mañana, Robert Navarro, presentando 'Demonios y Maravillas'. 12 poemas de Jacques Prévert musicados.
Sala de Tres Marcos Díez presenta hoy su poemario 'Desguace'. Y 'No es país para negras'. Mañana, a las 20.00 y 22.00 horas y el sábado, a las 20.30 horas.
Estudio de Actores Rosa Casuso Noche de microteatro. Hoy, a las 20.30 horas.
Un texto magistral con el que el espectador, sin moverse de la platea, viajará hasta África para descubrir que a pesar de ser la tierra madre, ese tampoco ya es su lugar. Se servirá de sus recuerdos y de los de toda una comunidad para contar parte de la historia no contada hasta el momento, la historia de las mujeres negras españolas. No es país para negras es una comedia dramática, «que te congela la sonrisa», según la compañía.
«Negra soy, negra, negra, negra soy, negra, sí, negra soy. Y alisar mi cabello no quiero, no. Y voy a reírme de aquellos que llaman a los negros gente de color. ¿Y de qué color? ¡Negro!». Todo esto exclama Silvia cada vez que sube al escenario y volverá a hacerlo en Santander. Grita un manifiesto de reivindicación y de orgullo por ser quién es, por intentar normalizar lo que, aún hoy, es una rareza para muchos españoles. Silvia Albert clama con el propósito de abrir un debate y una reflexión sobre la necesidad de que la sociedad reconozca su propia diversidad.
El montaje plantea preguntas como ¿Qué es ser afroespañola? ¿Qué es nacer y crecer en un país donde no reconocen tu nacionalidad porque tienes un tono de piel distinto? ¿Qué es crecer con el sentimiento de no pertenecer a parte alguna? Con todos esos pensamientos en la mente, nació la obra de Silvia Albert a raíz de quedarse embarazada de su hija, hace cuatro años, pues se da cuenta de que le costaba encontrar referentes para ella.
La compañía de El Café de las Artes vuelve a poner en escena 'Yubiley' (aniversario, en ruso), basada en cuentos del autor ruso Antón Chéjov. Se trata de un juego de palabras que es también juego escénico. Se trata de escenas cotidianas de la Rusia decimonónica: flashes de ambientes y personajes diversos. Una mirada desde la observación del autor, sin juicios, sin crítica y planteando preguntas a las que no responde. Alegría y vitalidad sin renunciar a mostrar una sociedad en decadencia que tímidamente se asoma a los albores de la modernidad. Un texto fresco y vigente a pesar de tener más de 130 años. Sobre el escenario estarán los actores Carmen Alciturri, Isabel M. Fernández, Martín Antolínez, Carlos Peguero, Antonio Agraz-Doblas, Iván González de Riancho y Óscar Verano.
Antón Chéjov fue uno de los escritores más prolíficos de la literatura universal, maestro y referente del relato corto, padre del teatro moderno y precursor de gran parte de la técnica dramática actual. Ha visto su nombre asociado siempre a la leyenda del melancólico.
En esta ocasión, el Estudio de Actores del CdAT reivindica en el montaje la vertiente más liviana del autor, con un sentido del humor que se aleja de la complacencia en la estéril tristeza. La intimidad del montaje se ha pensado también desde la familiaridad del patio de butacas y se ha diseñado un espectáculo que en esta ocasión se destina a un aforo reducido, de apenas setenta espectadores.
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