«Escribiendo me voy descubriendo, porque yo pienso con los dedos»
Cristina Morales | Escritora ·
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Cristina Morales | Escritora ·
Este sábado presenta 'Lectura fácil', último Premio Herralde Novela, dentro de la Feria del Libro de SantanderAntes de comenzar a leer a Cristina Morales, una advertencia sobre sus novelas y ensayos: pueden sacudirle algunas certezas violentamente, pueden incomodarle por su disección de la sexualidad, de la forma en que nos organizamos políticamente, del modo en que contamos la historia. Si ya ... han leído a Morales, la advertencia sigue vigente.
Este sábado, acompañada por el escritor Juan Gómez Bárcena, presenta 'Lectura fácil' (Anagrama, 2018) en la Feria del Libro de Santander. El último Premio Herralde de Novela, es la historia de cuatro mujeres, calificadas por la Administración como discapacitadas intelectuales, que comparten piso en Barcelona y plantan cara al sistema. En esta novela, Morales también compromete algunas certidumbres en torno a las formas de tutela pública, a las etiquetas administrativas o a la sexualidad.
-No sé si puede decirse que la novela está atravesada por personajes o colectivos que viven en los márgenes, pero que conquistan el centro.
-Coincido en parte, pero no diría que son personajes que estén en los márgenes, lo que entendemos por márgenes. Las protagonistas, que son catalogadas como discapacitadas intelectuales, son el centro de atención de una serie de políticas y de discursos políticos que las colocan como protagonistas en ciertas esferas. Son dianas, son centros de dianas de una batería de discursos políticos que no son para nada marginales. Lo que sí es marginal es su voz crítica respecto a ese centro. De los anarquistas tampoco se podría decir que están en los márgenes, quizá se manejan en lugares más invisibles o clandestinos, pero su acción y discurso van dirigidos al centro.
-¿Se planteó que el libro pudiera funcionar como una llamada a dejar de entender la discapacidad desde lo meramente normativo, desde la comodidad de una definición rígida y hecha de siglas?
-Mi intención al escribir la novela no era la de hacer de altavoz, no había una intención propositiva, ni didáctica, salvo el capítulo del fanzine, que es abiertamente pedagógico y lo es dentro del argumento de la novela. Una de las protagonistas lo escribe porque quiere ser pedagógica con sus 'compañeras de cautiverio', como ella las llama. Ahí compartimos la protagonista y yo vocación.
-En la novela se aborda la sexualidad de las protagonistas. De entre todos los tabúes que rodean al colectivo de personas con discapacidad quizá este sea el más rígido.
-Diría que el tabú de lo sexual está presente en lo normalizado y en lo no normalizado, está presente en la sociedad en general. Yo no me siento más liberada sexualmente con respecto a una persona que viva institucionalizada. Marga, que es la tachada de hipersexualizada, el último eufemismo para denominar a la mujer que se autodetermina sexualmente, funciona como metáfora o hipérbole de las represiones sexuales cotidianas de quienes nos creemos que tenemos nuestros derechos civiles impecables, sin tocar. La reflexión sobre la sexualidad en la novela la puse en ese contexto y con estos personajes porque entendía que si el lector normalizado no veía la represión sexual tan brutal que sufren las protagonistas no iba a ver su propia represión. Mi intención no era tanto retratar la represión de las personas con discapacidad en torno a lo sexual, sino la represión sexual en la sociedad democrática, normalizada; que a través de la exageración se pudiera ver lo propio, lo cotidiano.
-Escribe en la novela sobre el silencio, las protagonistas hablan de silencios que las rodean, silencios que retortijean o son cómplices. ¿Se pueden romper mutismos con libros como este, o con, por ejemplo, el derecho al voto ejercido en las últimas elecciones?
-No creo que el derecho al voto sea ninguna conquista, ni para las personas con discapacidad, ni, por ejemplo, para las mujeres. Es una conquista en un sentido liberal, burgués. Solamente hay que acudir a pensadoras de la época del sufragismo, como la anarquista Emma Goldman, que no creía en este derecho, que creía que el derecho al voto no hacía sino colocar a las mujeres en la senda de la opresión burguesa y de la delegación de la representación política. Era una desposesión más. Siguiendo con ese planteamiento anarquista clásico, la adquisición del derecho al voto se puede ver como una conquista dentro de la esfera liberal, en este caso socialdemócrata, pero no me parece que coloque a ninguna persona en el camino de la libertad o de la emancipación de la opresión. Es mi punto de vista.
-En la respuesta anterior, también en otros ensayos y artículos, declara que no cree en la democracia actual, en la democracia moderna. ¿Qué cree que cercena este tipo de gobierno? ¿Cuál es la alternativa?
-La alternativa es la autogestión, la acción directa; [la democracia actual] nos quita es esa capacidad. Es un sistema basado en la representación política, pero no es representativo sino sustituidor. No nos representan, nos sustituyen, nos desposeen de una faceta más de la vida como es la de la organización política en comunidad. La espectacularización y masificación de los asuntos políticos en comunidades de millones de personas acaba pasando necesariamente por el tutelaje; la democracia es el tutelaje de unos sobre otros.
-Usted practica, en este y en otros libros, una literatura que desenmascara al lector página a página.
-Eso es algo que me dicen los lectores. No lo percibo cuando escribo, solo me entero si me lo dicen [ríe]. Cuando escribo no tengo una intención profética, no pretendo revelar nada. A veces, escribiendo me voy descubriendo. Porque yo pienso con los dedos, ejercito mi capacidad de análisis a través de la escritura y, a veces, esta funciona como una aclaración de sospechas sin necesidad de que haya otros; la escritura aclara mis ideas.
-«Escritora considerada por algunas críticas como una de las escritoras jóvenes de mayor calidad en la literatura», reza la entrada que le dedica 'Wikipedia'. ¿Por qué voz joven? ¿Qué implica ese apelativo?
-El apelativo joven es neutralizador de tu trabajo. Y es explotado mercadotécnicamente porque hay algo suculento en imaginar que una persona joven sepa hacer la o con un canuto. La literatura es un lugar de prestigio social, copado por organizaciones masculinas; la literatura normal parece la escrita por hombres blancos de mediana edad. No me quita el sueño. Hay periodistas jóvenes [apunta a Antonio J. Rodríguez y su artículo 'la generación'] que también se manejan con esos códigos.
-Parte de sus novelas han ganado o han sido finalistas de premios. ¿Para qué sirve un galardón?
-Me sirven para poder vivir de la literatura, que es mi opción de vida.
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