«Escribir poemas de amor no es más cursi que hacerlo de la muerte o el paro»

-¿Qué significado le da a que una universidad, símbolo de cultura y libertad de expresión, incluya la poesía en sus aulas?

-La Universidad es uno de los pocos espacios que le queda a la poesía, así que hay que defenderlo muchísimo.

-Álvaro Pombo, que la semana pasada recibió el Premio Menéndez Pelayo en esta misma universidad, decía que los poetas tienen mucho más fácil presentar sus obras que los novelistas porque en estos actos siempre hay alguien encargado de leer algún poema, cosa que no pueden hacer los narradores. ¿Cuando escribe sus poemas lo hace pensando en que sean leídos o en que sean recitados?

-Con respecto a lo que dices de las presentaciones creo que es cuestión de costumbres porque en el mundo anglosajón sí que es muy frecuente la lectura de fragmentos de novelas e incluso se organizan lecturas colectivas. Es verdad que aquí no tenemos la costumbre pero en Estados Unidos sí. Y en cuanto a leer o escuchar cuando se recita un poema te diría que son dos cosas distintas. En mi caso, reconozco que cuando escribo es para que sean leídos en casa. Luego ya, el acto de leerlos en público es otro tipo de 'performance' que requiere otras cosas. Uno a veces lee poemas en público que a lo mejor no son los que recomendaría leer en privado porque es un espectáculo distinto, digamos. No es para lo que están pensados los poemas, pero uno lo acaba adaptando como puede.

-En este caso, llega con su poemario 'Y el todo que nos queda'. ¿En qué está inspirado?

-Es un libro de poemas de amor. Me apetecía mucho intentar escribir poemas de amor sin su lado oscuro. Así que este poemario es todo claridad. No hay sufrimiento, ni nada añadido. Es un libro que intenta ser luminoso. Y, sobre todo, es un ejercicio sincero en el sentido de que es lo que me apetecía escribir en este momento, siendo consciente a la vez de lo complicado que es escribir un libro completo de poemas de amor exaltado sin recurrir a la canción deseseperada como contrapunto.

-¿Y eso no puede llevar a la cursilería?

-Todo puede llevar a la cursilería. Algunos de los poemas más cursis que se me ocurren ahora son sobre la muerte y cosas que parecerían muy serias al principio. No creo que el amor sea más cursi que la muerte o que el paro, todo depende como se trate.

-¿Cuándo descubrió la poesía?

-Los primeros poetas que recuerdo son los que leíamos todos en los libros del colegio: Machado, Manrique, Juan Ramón Jiménez... Yo escribí mi primer poema con once años y desde entonces escribo poesía porque es mi forma de entenderme con el mundo. De subir peldaños vitales. Escribo un poema cuando la vida me plantea una pregunta y es mi forma de intentar responderla.

-Hay dos tópicos frecuentes en torno a la poesía, que es el lenguaje del amor y que todos los poetas tienen que estar comprometidos con el mundo. ¿Hay algo de verdad en alguno de ellos?

-Calvino decía que los únicos temas de la literatura son el amor, la muerte y las moscas. Pero lo cierto es que no hay ningún tema que no se haya tratado ya y sí creo que cualquier poeta, cualquier escritor en realidad, tiene que ser una persona comprometida. Con eso no quiero decir que tenga que ser un autor de manifiestos, pero siempre va a haber una visión del mundo detrás de lo que uno escribe y eso se va a leer. No hay ningún acto que no sea político en el fondo. Importa mucho ser consciente de eso y querer transmitir unas ideas que ya digo, no necesariamente hace falta escribir poemas en contra de la invasión de Irak para que la voz que está en ellos esté en contra de esa invasión.

-¿Cuál es la temática que más ha abordado en su obra?

-No lo sé, la verdad. Intento pensar lo menos posible en los poemas que he escrito y lo más posible en los que me quedan por escribir.

-Últimamente parece que los nuevos poetas han encontrado en las redes sociales el lugar donde dar a conocer sus versos y que los jóvenes acceden a la poesía a través de esas mismas redes. ¿Se puede hablar de un nuevo movimiento poético?

-En redes sociales se escribe mucha poesía, pero también mucha prosa, simplemente porque antes no existían. Creo que la novedad en este caso son las redes sociales y no lo que se escribe en ellas. Lo que sí es nuevo, relativamente, es el fenómeno de la poesía adolescente y que igual que había prosa para niños y para adolescentes, de pronto también hay poesía para adolescentes y por tanto creo es una cosa muy natural que alguno de esos lectores luego lean poesía para adultos y hay que asumirlo con naturalidad.

-¿Los poetas lo tienen más complicado para publicar que los narradores o los ensayistas?

-Creo que es igual de fácil o de difícil. La poesía se vende menos, pero hay muy buenos editores. No encuentro grandes diferencias. Es fácil publicar una novela, es difícil hacerlo en una buena editorial y es fácil publicar un libro de poemas y difícil en una buena editorial. No veo muchas diferencias.

-Y después de estos poemas de amor, ¿qué es los próximo que vamos a leer suyo?

-Siempre estoy con poemas nuevos entre las manos, pero hasta dentro de dos o tres años no creo que haya libro nuevo.