«He escrito este canto de amor a España por los que quieren destruirla»

–Da la impresión de que ese desasosiego del que habla le ha obligado a desnudar los recuerdos de toda una vida en este trabajo...

–Aquí no cabe ni lo feo ni lo vulgar porque no puedo soportar esta idea de impugnación de España que algunos defienden. Yo la contrarresto con todas mis fuerzas con lo que yo llamo patriotismo cultural, ensalzando esta patria a través de su patrimonio:sus monumentos, sus escritores, sus artistas, su rica historia. Es un itinerario de cerca de 1.000 páginas en las que recorro esta tierra de una manera muy personal, encontrándome con mis recuerdos.

–Es una suerte de contraataque ideológico...

–Lo que se está viviendo es muy grave. En este país hemos sufrido incluso una guerra civil, y la gente disentía sobre el modo en que debía concebirse España, pero nadie decía que no existiera. Veo en la Universidad de Deusto lo mal que estamos. Los jóvenes conocen mucho antes el extranjero que su propio país; es imposible así que sepan valorar lo que tenemos. Que comprendan que el patrimonio español, además de los bienes declarados por la Unesco, es todo aquello que nos ha hecho llegar hasta aquí como lo que somos.

–Falta educación.

–Creo que es importante que nos eduquen en la conciencia nacional. Igual que las familias inculcan la piedad en los hijos, hay que fomentar el amor a tu país. Sobre todo en este momento de desaliento y tristeza, de la impugnación de la idea de España en Cataluña. 'Viaje al corazón de España' es también un asidero sentimental.

–Bastaría con contar la historia tal y como fue, sin manipulaciones...

–La educación manipulada es un veneno que está adoctrinando. En Cataluña, el 80% de los profesores de Secundaria y universidad son nacionalistas, ¿qué puede salir de ahí?

–La historia sirve en Reino Unido, en EE UU y Francia, por poner solo tres ejemplos, para cultivar el orgullo nacional. Aquí, sin embargo, sucede lo contrario.

–Aquí es un arma para generar odio. No puede ser. Porque además existe el problema de que la historia no llega a todo el mundo, pero la televisión sí. Y el poder manipulador de algunos medios de comunicación es atroz. Es algo a lo que debería ponerse freno con la tutela estatal.

–¿Es usted pesimista?

–Como historiador, no me queda más remedio que ser optimista. Decía Jorge Manrique que cualquier tiempo pasado fue mejor y no estoy de acuerdo porque la historia nos da siempre ejemplos de mejora, de cambio positivo. Basta con echar la mirada atrás y contemplar el pasado siglo:ha habido episodios sombríos con el nacionalsocialismo y el comunismo, pero al final el balance es positivo.

–Sin embargo, la idea de Europa es ahora muy frágil.

–Desde hace 30 años está carente de valores, de principios. Estamos viviendo un tiempo del todo vale, del relativismo absurdo, de despojarnos de la tradición cultural y vivir un desorden que es también fruto de la crisis. Esta debacle económica ha tenido consecuencias culturales muy profundas, gravísimas, que afectan a todo, también a la literatura y a la forma de consumirla. Creo que la civilización europea es la única que conozco que está dispuesta a suicidarse. A perder sus raíces que son fundamentalmente cristianas. Está desangrándose, borrando su propia existencia. No se cultiva la institución familiar, se mitifica la banalidad y la trivialidad, y se confunde el ocio con la cultura. Todo eso, traducido a lo que es España, es lo que trato de contrarrestar con este libro.

–Recorre el país de norte a sur, de oeste a este, habla del paisaje, de los monumentos, de canciones, de libros, de experiencias...

–La España de este libro es una España sentida y vivida. Es verdad lo que decía Ortega, o los ilustrados, que aseguraban que los caminos hacen la nación. Y esos caminos confluyen en mi libro. Ellos nos muestran una España hermosa y bella. 'Viaje al corazón de España' está escrito en positivo. A menudo pinto un paisaje, paso por un mismo lugar dos veces, me detengo en una puesta de sol, evoco algún personaje, cito lecturas que han marcado mi visión de un pueblo o una ciudad, rememoro algún poema que nos deja melancólicos y un poco más solos. La emoción que siento ante las huellas del pasado me lleva a veces a rastrear en los libros las pequeñas anécdotas o la historia con mayúsculas que esconde un edificio, recuerda un rincón olvidado o susurra un paisaje.