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Desde pequeño quiso ser escritor. «Escribía todo el tiempo: diarios, cartas, relatos que no siempre acababa... Y a pesar de ello me he pasado mucho más tiempo queriendo ser escritor que escribiendo», confesaba Jacobo Bergareche en los Martes Literarios de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo ( ... UIMP). El autor de 'Las despedidas' (Asteroide), su último libro, tenía tanta ansía por escribir que a los 16 años ingresó en la Escuela de Letras, un proyecto que no duró demasiado, según expuso, por el elevado ego de alguno de los profesores. Ahora con varias y reconocidas publicaciones en su trayectoria como el ensayo autobiográfico 'Estaciones de regreso' (Círculo de Tiza 2019) y las novelas 'Los días perfectos' (Libros del Asteroide, 2021), traducida a diez lenguas, y la ya citada 'Las despedidas' confiesa que ya no le interesa tanto ser escritor como el hecho de escribir. «Y tengo muy claro que lo que te hace escritor es ser honesto y contar buenas historias», afirmó durante un diálogo mantenido con Guillermo Balbona, redactor jefe de El Diario Montañés, en una sala, la del Paraninfo de La Magdalena, que se llenó para escuchar sus palabras.
En ese coloquio, Jacobo Bergareche se definió como un autor que no escribe «con la idea de convencer a nadie, ni agitar la bandera de ningún orgullo. Escribo de amor, muerte, pérdidas, del sentido de la pertenencia... En fin, de los grandes temas. Algo que me libera de cualquier activismo», tal y como reconoció. Y esa libertad para elegir sus temas le llevaron a inspirarse en la muerte de su hermano para 'Estaciones de regreso', el libro que más le ha costado escribir hasta el momento. «La literatura nace de la pérdida. Es también una forma de consuelo, que te permite entender algo que nadie entiende y para lo que no te han preparado como es la muerte o la paternidad».
En ese libro, y también en su posterior novela 'Los días perfectos', Bergareche escribía en primera persona, «desde el yo». Pero llegó un momento que se cansó de esa forma de narración. «Estamos viviendo un momento de obsesión con la autoficción y con el yo. Tenía la sensación de que debía alejarme de eso y crear una falsa tercera persona» que es la forma en la que está narrada 'Las despedidas'. Eso le ha llevado a huir de frases tan brillantes «de esas que luego se subrayan», indicó, pero más relacionado con la corriente de conciencia que le interesa más porque representa «la verdadera naturaleza de nuestra conciencia, describiendo los mundos interiores de los personajes tal y como son en realidad».
Pero, sobre todo, tiene claro que lo que busca de la literatura es la historia y la honestidad. Dos de las palabras que más veces repitió durante su intervención en la tribuna literaria de la UIMP que patrocina El Diario Montañés. «Mucha gente piensa que la escritura es un don. Que no se puede aprender y de hecho, aquí en España, no se ha enseñado a hacerlo hasta hace poco. Y no es así, a escribir se enseña y se aprende, igual que te enseñan a tocar el piano. Te pueden enseñar y puedes aprender como funciona un diálogo o como estructurar tu libro... Pero lo que muchos no saben es que lo difícil no es escribir sino tener una buena historia que contar. Y hay autores que se olvidan de contar una historia», aseguró Bergareche.
El autor compagina la escritura con su trabajo como productor audiovisual y guionista, colabora regularmente en diversos medios, también es poeta, autor de una obra de teatro y hasta de una colección de libros infantiles y es que, según sostuvo, «un buen escritor tiene que poder escribir de todo. A mí me interesa y me gusta pasar de un género a otro». De entre todos ellos, define la novela como «el género burgués por excelencia. Tienes que tener dinero, los hijos criados y un rincón silencioso para tener tiempo para escribir tu novela. La poesía, sin embargo es más un arrebato, que te puede salir en cualquier momento».
El género epistolar –y las cartas están muy presentes en sus libros– es el más manipulador de todos, a sus ojos. «Sobre todo las cartas de amor porque el que escribe siempre manipula pues sabe donde están los interruptores del que la va a recibir. Además, cuando lanzas un libro lo haces casi para un universo, porque lo van a leer cientos de personas, sin embargo una carta tiene un único destinatario». En su caso, no escribe para preguntarse cosas, «creo que más bien busco respuestas porque a veces escribir es como esas botellas que lanzas al mar con un mensaje dentro. No sabes quien te va leer».
Como cada verano, Jacobo Bergareche pasa parte de sus vacaciones en su casa de Somo. Un lugar en el que estos días última su nuevo proyecto literario, un ensayo sobre la amistad que está escribiendo junto a su vecino en Madrid y amigo, el neurocientífico argentino Mariano Sigman. «Se trata de un proyecto serio y riguroso como lo es Mariano Sigman. Él fue el que me propuso escribir este ensayo, que entregaremos en septiembre y que saldrá a las librerías en enero, en el que abordamos un tema como la amistad «porque es algo que todos ejercemos, sin reflexionar sobre ello».
Para este ensayo llegaron a reunir en una nave en el barrio madrileño de Tetuán a un elevado número de personas de distintos oficios y condición que se ofrecieron a responder sus preguntas sobre la amistad, «que es algo que vamos descubriendo y sin la que no podemos vivir» e incluso sobre si la amistad es necesaria o no para la supervivencia de un matrimonio. «Y hay respuestas de todo tipo, pero lo que sí puedo concluir es que la amistad es promiscua. Tus amigos tienen otros amigos y eso en el matrimonio está peor visto».
Con Sigman, «un neurocientífico serio y respetado y no de esos de la neurofalsia que también abundan», se ha embarcado en esta obra para la que además han leído un buen número de obras de autores clásicos, como a Aristóteles o Cicerón, «y nos hemos dado cuenta de que se trata de un tema del que sabemos muy poco a pesar de que todos lo ejercemos».
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