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«Crear un jardín se parece a la decisión de escribir», sostiene Menchu Gutiérrez. Sembrar, dejar crecer y plantar las palabras necesarias es lo que ... viene haciendo la autora de 'Disección de una tormenta' desde hace décadas. La poeta, ensayista, narradora, todas y cada una, al unísono o fragmentadas, han generado una de las trayectorias más personales de la literatura en español. La escritora y traductora madrileña (1957) afincada en Cantabria, desde donde viene desarrollando buena parte de su actividad creativa, suma a finales de mes otra de sus hibridaciones poéticas, de pensamiento, visión y reinterpretación del mundo. 'Vida y muerte de un jardín de papel' es el título de su nueva inmersión fruto de esa miscelánea de géneros que macera y moldea la autora hasta lograr un pliegue intermedio, o un mirador presidido por las palabras, ajeno a compartimentos estancos, encasillamientos y etiquetas. Tras un paréntesis, sus vivencias personales, emotividad, desgarradura y escritura se aúnan en un libro que responde a una «fascinante y emotiva reflexión sobre el duelo y la ausencia». Su jardín (de papel más que de tierra), «se comunica con aspectos tan diversos como la poesía, el dolor, el arte, la belleza, la magia, el juego, la duda y la muerte». La obra editada por Siruela, como la mayoría de las suyas, es fruto del diálogo entre dos libros diferentes: «Uno que nace de las ruinas de otro; uno que se construye y otro que se descompone. Dos libros que conversan y crecen juntos, a veces hacia la pérdida y la desaparición».
Autora: Menchu Gutiérrez
Editorial: Ediciones Siruela.
Colección: El Ojo del Tiempo.
Páginas 232.
La muerte de la madre de la autora es el existencial que «irrumpe en la escritura del texto original, dedicado a algunos elementos del jardín, y comienza a hablar con sus ruinas, de entre las cuales pronto empieza a surgir una savia diferente».
Es este un jardín, reza la esencia de su nueva obra, que «se borda, se escribe y se ilustra en la tierra, que se relaciona con los jarrones, los herbarios, las alfombras y la guerra; con algunas flores sanadoras que brotan de la literatura y el arte o con un perfume maravilloso y embriagador que también puede ser mortal…». La vida y la muerte de este enclave sitúan en primer término la realidad de una incesante metamorfosis e invitan a reflexionar sobre el duelo y la ausencia; «sobre la pérdida que se abre paso en los intrincados laberintos de la memoria, entre las flores de un jardín que es también un cementerio». De nuevo Menchu Gutiérrez se adentra en su universo absolutamente personal, en una concepción literaria que lleva consigo el elogio de la diferencia, ajena a modas y que va mucho más allá de una inventiva o de una imaginación desbordada. El de la autora de 'Decir la nieve' es una construcción que nunca empieza y acaba en el libro protagonista, en el último, sino que responde a una manera de ser y estar, de encontrar un lugar en el mundo. A modo de preludio – la estructura es siempre uno de los pilares de la señas de identidad de su literatura– la autora define 'Vida y muerte de un jardín de papel' de este modo: «Este es un libro que nace de las ruinas de un libro. Un libro que se construye y se descompone. Dos libros que dialogan entre sí, o simplemente crecen juntos, incluso si a veces lo hacen en dirección a la pérdida y la desaparición. Sus breves capítulos se suceden aquí en un orden o un desorden aparecidos una vez que se escribieron sus dos puntos finales».
La nieve, la casa, el agua, la luz han habitado muchos de sus libros de manera parcial o total. Del mismo modo, el pensamiento, la reflexión y lo poético son territorios adheridos a lo formal y lo estético, a lo narrativo y lo experimental, el rigor y la profundidad de estilo y voz que Menchu Gutiérrez ha mostrado sin ruido a lo largo del tiempo. Ni modas ni tendencias ni concesiones mediáticas. «Es como si me leyera el pensamiento y, antes de empezar a escribir, el papel supiera que en mi cabeza no hay una primera línea sino dos, superpuestas: Un jarrón con un ramo de rosas y un ramo de rosas en un jarrón», se lee en su nueva entrega. «Me gusta que un libro me obligue a dar un salto hacia algo desconocido», ha dicho en ocasiones la escritora.
En una entrevista publicada el pasado año en 'La Verdad' de Murcia, la autora de 'El faro por dentro' mencionaba sus influencias: «Casi todos me producen cierto vértigo, una mudanza profunda, la impresión de estar en contacto con una realidad diferente». El desembarco original de su 'jardín de papel' se incorpora este mes a una trayectoria que se abrió en lo poético con 'El ojo de Newton' y se detuvo en la narración de 'La mitad de la casa', entre otras estaciones.
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