El espacio artístico Mecha Estudio se abre con una intervención de Marta Valledor

Para el interior del local, Casilda Pérez del Molino tiene muchos planes. Además de crear sus propias obras, algunas de las cuales se exponen estos días en la Galería Club Cadendo de Madrid, quiere que el espacio se convierta en escaparate también para los artistas que deseen exponer, y convertirlo así mismo en un punto de encuentro entre creadores y público. Un lugar en el que puedan conversar artistas y visitantes y en el que, con el tiempo se ofrezcan talleres o incluso, por qué no, se puedan presentar libros o realizar otro tipo de actos culturales. El nombre, Mecha, es un guiño a la mascota de su chico y también al revulsivo en el que pretende convertirlo.

Tras trabajar año y medio como asistente de Okuda en Madrid, la artista que también ha realizado diversos trabajos para marcas comerciales y es autora de proyectos más independientes de ilustración, cree que Santander es un hervidero de artistas jóvenes y se ha propuesto, si la dejan, acompañarles en sus exposiciones. No limitarse a cederles su local o hacer de comisaria al uso, sino participar en el montaje de sus obras y en todo el proceso. Y vaya si lo hace, explica, Marta Valledor, que es la primera artista en exponer, «al menos a mí no me ha dejado sola en ningún momento». En la obra que esta tarde se inaugura, y que llama la atención nada más asomarse a la acera donde está ubicado el local, Valledor -también con una dilatada experiencia que se ha podido ver en varias exposiciones como Espacio Alexandra en Santander- toma como punto de partida la obra de Anne Boyer 'Manual para destinos defraudados '(2021), para reflexionar acerca de la resistencia, la negación, y el papel del deseo en la vida (o muerte) .

La pieza principal de la muestra se trata de una reinterpretación de la obra 'Aggregation: one thousand boats show' firmada por Yayoi Kusama (Matsumoto,1929) en 1963, aproximada desde una perspectiva y estética actuales. El resultado es que a través de una imagen repetida mediante un proceso de estampación manual, el ambiente generado por Marta Valledor invita a entrar y examinar el resultado de una fotografía etérea a la par que agresiva, que dialoga con los contrastados significados que aluden a la flor del cardo: una de las flores más resistentes de la naturaleza, símbolo de dureza, dolor o agresión e intrusismo, que al regalarla traerá mala suerte. De ahí el título de la intervención, un proyecto en el que ha contado con la colaboración de varios artistas locales, que representa el contraste que rodea a la flor del cardo, estética pero agresiva, delicada y puntiaguda, que esconde una agridulce similitud con la experiencia del vivir.

El aspecto de la imagen resultante que navega entre fotocopia e impresión digital, otorga valor a cada estampación que conforma la instalación, que resulta de una edición limitada de grabado, técnica de reproducción artesanal casi obsoleta debido a los medios tecnológicos y de difusión actuales.

Para materializar este proyecto, que explicará al público que así lo desee durante una visita guiada el próximo jueves, la artista ha contado con el apoyo de Valeria Arnaiz (artista de uñas, fundadora de Horny Nails. Asistida por Lucía Arzani), Ignacio Hergueta (fotógrafo y director creativo), Lidia Gil (historiadora del arte), Juan Carlos Rodríguez (productor serigrafía, fundador La Balda), Joana Real (estilista independiente afincada en Madrid). Y el de Casilda Pérez del Molino, claro, que ya tiene preparada la próxima exposición que se inaugurará en su espacio el 26 de enero: 'Estas son las normas', con las fotografías de Alberto Urraca, artista cántabro afincado en Buenos Aires.