«España no es una abstracción ni un mero trámite legal cumplimentado en 1978»
Fernando García de Cortazar | historiador ·
El escritor presenta hoy en el Ateneo su nueva obra, 'Paisajes de la historia de España', un acto impulsado por el Aula de Cultura de El Diario Montañés
Recorrer la densa e intensa historia española a través de una crónica que aúne muchos de los enclaves geográficos y de las figuras que han marcado su devenir es el objetivo del escritor e historiador Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942) en su nuevo libro, ' ... Paisajes de la historia de España', una obra de casi 500 páginas publicada por Espasa que el autor presentará hoy a las 19.30 horas en el Ateneo de Santander, en un acto impulsado por el Aula de Cultura de El Diario Montañés. De Barcelona a Toledo o Sevilla, de Séneca al Beato de Liébana, Cortazar traza un apasionante itinerario histórico que alumbra el impresionante pasado de España.
–Su nuevo libro, 'Paisajes de la historia de España', es una obra ambiciosa dada la densidad y complejidad de la historia española. ¿Qué ha planteado en este título?
–Si en el siglo XIX se pensaba que la historia del mundo consistía en las hazañas de los grandes personajes, hoy, después de tantos años y con un sociedad que viaja, ¿por qué no ver en los pasajes de España el tejido de nuestro pasado, el eco de los pasos de las personas eminentes o vulgares, vencedoras o vencidas, la madeja de sus ambiciones y fracasos? Con 'Paisajes de la historia de España', he querido contar nuestra historia a través de medio centenar de lugares que contienen la memoria de una época o de un momento histórico que ha marcado el rumbo de nuestra historia durante décadas y siglos.
–Recorre la geografía nacional desde tanto desde una perspectiva histórica como geográfica.
–Todos y cada uno de los lugares que recorro en el libro aúnan belleza e importancia histórica. Hay ciudades con un peso abrumador en la historia, como Toledo o Sevilla; monumentos que son, en sí mismos, la crónica o el resumen de un tiempo, como El Escorial; y lugares cuya capacidad evocadora resulta más humilde, aunque no menos poderosa, como el antiguo monasterio de Suso, hoy apenas una ermita, que recuerda los albores del castellano.
–Las grandes figuras de que marcaron la crónica nacional también tienen un papel relevante en su libro.
–La historia de España está hecha de luces y sombras, como todas las historias de la historia. Si ha engendrado tiranos y dictadores también ha dado personajes que no han sucumbido a las tinieblas y han sido leales a los fértiles valores del humanismo, reyes y poetas, músicos y artistas, ministros, pensadores, aventureros… de los que sentirnos plenamente orgullosos. En 'Paisajes de la historia de España' hablo de muchos de ellos.
–¿Por ejemplo?
–Hablo de Séneca el estoico, de Beato de Liébana y del poeta Gonzalo de Berceo, de Alfonso IX de León presidiendo las primeras cortes de Europa y de Alfonso X el Sabio y su pasión por la cultura, del Inca Garcilaso, el conquistador conquistado, y de los ilustrados Campomanes y Aranda, de los padres de la Constitución de 1978 y de los seis millones de españoles que, con ocasión del asesinato de Miguel Ángel Blanco, confirmaron su compromiso con la defensa de las libertades a través de una explosión de civismo como no se había visto desde las manifestaciones contra la intentona golpista del 23-F.
–Ha escrito numerosas obras sobre la historia de nuestro país. ¿Con qué retos se ha encontrado a la hora de plasmar este nuevo enfoque de ella?
–Con dos. Cuidar al máximo la prosa, el estilo, de tal forma que mis lectores comprueben que es un libro hermosamente escrito. Y seguir fiel a mi empeño de llevar al presente la realidad histórica de nuestro país como algo que nos apela e implica, superando el discurso de la decadencia y el pesimismo.
–¿En qué medida permite la visión que traza en su libro entender la España actual, tan socialmente compleja y polarizada?
–Hoy la irrelevancia del discurso separatista ha llegado a cobrar una fuerza innegable. Y como cualquier secesionismo, lo hace afirmándose sobre la negación de la realidad histórica y presente de España. No es la primera vez que ese nacionalismo separatista, flanqueado por un rancio populismo, proclama que España es una falsedad, pero sí que consigue cierta audiencia, además de la parálisis inquietante, cuando no la complicidad, del Gobierno.
–La historia de nuestro país puede ser muchas cosas, pero no una falsedad. De hecho, el mundo actual no se puede entender sin ella...
–Por eso con este libro he querido recordar, una vez más, que España no es una abstracción ni un mero trámite legal cumplimentado en 1978, es el fruto de una larga tradición, de un prolongado hermanamiento, de un deseo claramente expresado de continuar la vida en común… el producto de un enriquecedor proceso de mestizaje y de un ímpetu cultural desarrollado a lo largo de los siglos.
–¿Cómo valora el conocimiento que hay en la sociedad española de su propia historia?
–Me temo que el conocimiento que los españoles tienen de su propia historia es más bien pobre. De ahí que estemos entre los pueblos que menos se enorgullecen de su cultura. Un país que ha dado a Cervantes y a Lope de Vega, a Velázquez y a Goya, a Francisco de Vitoria y a Miguel de Unamuno, a Tomás Luis de Victoria y Manuel de Falla es un país que puede y debe sentirse orgulloso de su pasado. No se trata de sacar pecho ni de vivir de glorias pasadas, pero sí de dejar de ver nuestro pasado con los anteojos de la leyenda negra, sí de habitar con el corazón nuestra herencia. Europa, el mundo, serían peores, más incompletos o injustos, sin las grandes aportaciones hispanas, sin los traductores de Toledo, el pensar recio de la Escuela de Salamanca, el empuje explorador de los siglos XV Y XVI las grandes expediciones científicas , de médicos y botánicos de los Borbones en el siglo XVIII y comienzos del XIX… Si yo me identifico con Galdós no lo hago levantando el brazo ni abombando el pecho; lo hago sintiéndome orgulloso de pertenecer a la patria que el historió como nadie.
–¿Y el hecho de que dicha visión de la historia varíe de unas comunidades a otras, o también dependiendo de quién gobierne?
–La historia debe cumplir una misión esencial: iluminar el pasado, sustituir los mitos, leyendas y falsedades por conocimiento verdadero.El problema que tiene España es que hay demasiados intereses creados en torno a potenciar una versión determinada de nuestro pasado. Usted me dice que la visión de la historia es diferente en función del gobierno de turno o entre una región y otra. Y, por desgracia, es verdad. Hay incluso quien habla de una especie de batalla de la historia. Pero esa batalla obedece a la obsesión del nacionalismo y de la izquierda por reescribir el pasado y manipular el presente a su conveniencia. ¡Pobres españoles! Atrapados sin remedio bajo los sermones patológicos de un Gobierno que no sólo nos cuela una ley de la memoria aberrante, (hija de su obsesión patológica con Franco y sus fechorías de hace más de medio siglo), sino que paradójicamente se está imponiendo que se recuerde con pormenor ese periodo poco edificante y en cambio se exige amnesia de todos los crímenes de ETA y de sus terroristas además, quiere eliminar de la asignatura de historia de España la época de los Reyes Católicos y de los Austrias, ¡el Siglo de Oro!
–¿Quién sale perdiendo con esta situación?
–Quien sale aquí perdiendo, una vez más, es la idea de España, amputada de raíz por quienes debían protegerla. La historia tiene una dimensión trascendente. Desconocerla es como carecer de derechos civiles. Si se pusiera en práctica esa barbaridad contra la historia de España que la hiciera comenzar en el siglo XIX para satisfacer a los independentistas y populistas, yo exigiría que los nacionalismos vasco y catalán,movimientos tan típicos de esa centuria ,aparezcan retratados como lo que fueron, uno de los absurdos más inquietantes de nuestro tiempo ,una religión secular ,envuelta en mitos de guardarropía , una doctrina irracional, a la que el siglo XX debe su carga de exclusión y violencia. Nuestros alumnos van a tener que conocer al atrabiliario Sabino Arana ,inventor del nacionalismo vasco y al supremacista Dr. Robert, alcalde de Barcelona y olvidar a Francisco de Vitoria y Quevedo.
–En ese sentido, y ahondando en su diagnóstico, ¿cómo valora el peso y el enfoque que tiene esta disciplina en el sistema educativo nacional?
–La historia tiene cada vez menos peso en los planes educativos. Y es una desgracia, porque constituye una vacuna contra la ignorancia, un antídoto contra las distorsiones de la ideología y de la propaganda. La historia nos enseña, además, que la identidad es un proceso: España, como Francia o Inglaterra, es lo que ha sido a través de su historia. Por eso suelo decir que desconocerla es como carecer de derechos civiles. Y por eso, el proyecto de Real Decreto que suprime del temario de Historia de España todo lo anterior a 1812 es una auténtica barbaridad, porque priva a los españoles de lo que vengo en llamar el patriotismo cultural. Todos los días comprobamos con tristeza que la conciencia nacional es muy débil en España. Ahí tiene la sociedad civil un gran campo de actuación ,suscitando razones y sentimientos encaminados a reforzar los vínculos de los ciudadanos con su patria. Muchos intelectuales comprometidos supieron ver ,en el arranque del siglo XX, que no bastaba con las reformas sociales y la democracia para consolidar el proyecto de la nación española .Había de crearse algo más. Era necesario afirmar un patriotismo cultural, inspirador de la cohesión de los ciudadanos y asentado en un patrimonio del que pudieran sentirse orgullosos .A través de la recuperación del tesoro de las manifestaciones literarias, artísticas y del pensamiento, confirmarían la existencia de una personalidad nacional más allá de cualquier esfuerzo político por impugnarla y de toda indolencia cívica para preservarla.
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