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Saludado por la crítica como una de las voces más sólidas de la nueva generación de narradores españoles, Enrique Llamas (Zamora, 1989) presentará hoy en Santander su primera novela, 'Los Caín' (Alianza ed.), una trama detectivesca ambientada en un pequeño pueblo de la Meseta, ... al que es trasladado un joven maestro madrileño. Cuando los ciervos empiecen a padecer una misteriosa epidemia, la memoria de un antiguo crimen sin resolver reabrirá muchas heridas incurables.
Enrique Llamas, periodista y gestor cultural, estará acompañado por el historiador Nicanor Gómez Villegas en la presentación, que tendrá lugar hoy sábado, a las 13.00 horas, en la Librería Gil de la plaza de Pombo.
-La crítica ha encasillado su novela dentro de los 'thrillers rurales'... ¿Se siente cómodo con la etiqueta?
-Las etiquetas ayudan al lector a buscar lo que les interesa, y en ese sentido creo que la denominación puede ayudar, aunque creo que la novela es muy transversal: tiene costumbrismo, por ejemplo, y una estructura que se aleja bastante de la novela negra canónica.
-Sitúa Somino en Zamora, pero da la sensación de que ese pueblo leonés podría estar en cualquier lugar de la península...
-La única referencia que aparece, en una advertencia al lector antes de empezar, es que la historia se sitúa en Castilla, en los años 70. A partir de ahí toda orientación geográfica se repliega a las descripciones y a la zamorana sierra de la Culebra. Pero sí, esos sucesos podrían ocurrir perfectamente en cualquier lugar de la península. Me lo dicen muchos lectores, lo que supone una alegría, porque sienten cierta identificación.
-Esa España tremenda que retrata, ¿es un fantasma del pasado o todavía existe?
-Es un fantasma al que podemos ver claramente en el pasado, porque mirando hacia atrás las cosas se ven con mas definición. Y en menor medida también está hoy, dentro de cada uno de nosotros, pero como es un fantasma nos cuesta más percibirlo. En cualquier caso es un fantasma, pero es que yo creo que los fantasmas existen...
-Por cómo describe el medio rural, se diría que lo conoce a la perfección.
-Es el lugar sobre el que más he leído y con el que crecí en contacto ya que mis cuatro abuelos provenían del campo. Me es cómodo describirlo porque lo tengo interiorizado y la historia que yo quería contar sólo era posible a través del ámbito rural, donde todo el mundo conoce a los demás.
-Aunque se trate de una novela coral como personaje central elige a un forastero, el maestro...
-Hablando con los lectores me doy cuenta de que el protagonista lo es porque existe ese 'coro' de caínes... que son los que le hacen protagonista. Quería un forastero que para los del pueblo fuera 'el otro', un 'paleto de ciudad', quería darle la vuelta al campesino perdido en la urbe y poner al urbanita perdido en carreteras comarcales.
-En algunos personajes, sobre todo los jóvenes, se produce un desengaño cuando se enfrentan a una realidad que no consiguen cambiar.
-Es parte de mi desengaño y del desengaño de mi generación: salimos preparados de unas carreras universitarias en las que no se nos ha enseñado a trabajar y aterrizamos en un mercado laboral donde reina el desempleo y la precariedad. En el caso del libro lo centro en el fracaso sistemático que ha supuesto la educación en España, que ocurre con muchos más campos, aunque creo que la educación es el fundamental.
-La 'autosia', 'oístes'... existe un gran contraste entre el habla de los lugareños y la del protagonista...
-Para mí, como escritor y como zamorano, era primordial en esta novela plasmar determinadas formas de hablar, determinadas palabras, localismos, que no se pueden perder. Y sobre todo e importantísimo: dejes que no considero incorrectos por muy fuera de la norma -tan necesaria- que estén.
-Parece que prefiere no datar con exactitud la novela, pero sí que hay muchas pistas en forma de objetos de la vida cotidianos que nos sirven para situar la acción.
-Hago una advertencia sobre los años 70 que no concreto, para dar margen y comodidad al lector. Utilizo ambientaciones sensoriales evocadoras: coches, perfumes o marcas de tabaco que ya están en desuso. Me interesa más un contexto que un hecho, tanto en la ambientación como en el ambiente.
-Desde la dedicatoria, la novela se adscribe a la advocación de Ana María Matute y Miguel Delibes...
-Junto con Twin Peaks... con lo cual hago una mezcla curiosa. La generación española de los años 50 es fundamental en mi desarrollo como lector, sus temas, sus ambientes, su tremendismo. Es quizá la generación más brillante de novelistas y, al menos con las citas, quería que estuvieran presentes.
-Utilizar una referencia bíblica hoy día casi parece la cima de la posmodernidad. ¿Qué significa Caín en nuestro mundo actual?
-La Biblia es y será la piedra angular de nuestra cultura y de muchas generaciones más, independientemente de que se sea creyente o no, porque allí se plasman muchos mitos necesarios para entender el mundo. El título 'Los Caín' es un homenaje a Ana María Matute, a su 'Los Abel'. Ser Caín en nuestro mundo actual, que no es otra cosa que tener maldad, significa simplemente eso: que hay gente que disfruta haciendo el mal, viendo sufrir y que hay que tener cuidado con ellos. La condición humana es la que es.
-Seguro que ya está trabajando en un nuevo proyecto. ¿También de ambiente rural?
-Tengo un nuevo proyecto en mente, que no tendrá nada que ver con este. Aunque como le escuché una vez a Use Lahoz: «podrás irte del pueblo, pero el pueblo no se irá de ti». Esta afirmación puede tener algo que ver, o no, con lo que preparo.
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